Guía cofrade: García de Vinuesa (284)

Prosigue la Guía Cofrade de El Correo para saber de la Semana Santa sevillana tanto como los especialistas de El Correo de Andalucía

24 nov 2017 / 19:46 h - Actualizado: 24 nov 2017 / 22:51 h.
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  • El Cristo del Museo a su paso por la calle García de Vinuesa en su camino de regreso a casa. / El Correo
    El Cristo del Museo a su paso por la calle García de Vinuesa en su camino de regreso a casa. / El Correo

Todas las calles del centro de Sevilla forman parte de la memoria cofradiera; unas, por ser trayecto de cofradías; otras, por serlo de los cofrades que van a buscarlas, callejeando, atajando, a la carrera o de paseo. Por supuesto, están las vías más principales, que son las de la Carrera Oficial más sus vías de entrada y de salida, y todas aquellas en las que están las sedes de las hermandades. Pero también hay otro trazado sentimental, calles cuya sola mención provoca en el cofrade hispalense una evocación semanasantera de las que tiran de espaldas. Una de ellas es García de Vinuesa. La calle García de Vinuesa no solo recuerda a un alcalde, de nombre Juan José, que cierto día triste para la ciudad demostró su humanidad llorando. También es una referencia sentimental para varias generaciones de paisanos, que cuando oyen su nombre lo primero que se imaginan es un palio blanco deslumbrando al sol al fondo, en la esquina con Arfe, o ese cartucho de pescado frito que compraban en la esquina atestada para llevárselo a las sillas de la Avenida, o bien para seguir camino con la familia y los amigos en busca de la siguiente procesión. En esa calle se hacían los más deliciosos bocadillos de salchicha que se hayan degustado en Semana Santa; por ella se salía a Adriano y al río si uno buscaba el esplendor de las de Triana al pasar por el Baratillo o bien el escenario de recogimiento que brindan las callejas del Arenal a las hermandades que lo requieren. García de Vinuesa es la salida natural de quienes bajan por la Punta del Diamante, o sea la calle Alemanes, después de ver las revirás más espeluznantes en la esquina de Argote de Molina. Y es asimismo el paisaje por el que uno busca el consuelo de un café calentito cuando despunta el sol al finalizar la Madrugá, el Viernes Santo. García de Vinuesa resume esperas, emociones, alegrías y vivencias de esas que tan difíciles son de narrar, pero tan fáciles de sentir, en Sevilla.