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Un guardia civil escoltando el paso de miesterio de la hermandad de la Lanzada. / R. Avilés
Muchos de los pasos de la Semana Santa llevan una pareja de la Guardia Civil que hace las veces de escolta y da protección a las sagradas imágenes. Aunque la protección hoy día tiene más de simbólico que real, esta escolta tiene sus orígenes en la época de la República, cuando los agentes de la Benemérita sí ejercían una custodia real de los cortejos para evitar algún atentado. Ahora, varias décadas después, los agentes siguen participando en las procesiones que lo hacen de forma voluntaria y no siempre que quieren pueden hacerlo, dado que son muchos los guardias civiles que pinde formar parte de alguna escolta, aunque no hay cofradías para todos.
Normalmente, la comandancia dela Guardia Civil de Sevilla recibe de cara a la Semana Santa más de 700 solicitudes de agentes del Instituto Armado que quieran escoltar a alguna de las cofradías. Estos, además, no realizan esta escolta como parte de su trabajo dado que las escoltas en Semana Santa las realizan en su tiempo de descanso y no en horas de trabajo. Además, para poder realizarlas han de cuadras sus partes y turnos de descanso para poder disponer de ese día libre y que no interfiera en su jornada laboral. Muchos de ellos, además, no sólo deben tomar un día libre sino varios ya que provienen de otras provincias y el desplazamiento hasta la capital hispalense también les puede suponer un día de ida y otro de vuelta. Así, es habitual que haya guardias civiles de escolta durante la Semana Santa de Galicia, Cataluña o Navarra, entre otras. Algunos son hermanos de la cofradía en la que participan pero otros simplemente lo hacen por pura devoción o también por alguna promesa que hayan hecho.
Durante el cortejo, los guardia civiles van armados con su pistola reglamentaria y con la cabeza cubierta con el clásico tricornio del cuerpo. Hacen el recorrido completo con la cofradía excepto por el interior de la Catedral, dado que el Cabildo Catedral, rector de la seo sevillana, no permite que entren personas armadas en el interior del templo.
Algunos de los agentes que escoltan a algunos de los pasos llevan ya muchos años acompañando a los mismos titulares, y lógicamente suelen quedar pocos huecos libres para que los ocupen nuevos compañeros. Aunque muchos no se fijen, en las salidas y en las entradas de los pasos es muy habitual verlos emocionados.