Los cortejos de la Semana Santa deben adaptarse en todo momento a las necesidades de la jornada y a solventar cualquier incidencia que pueda ocurrir durante la procesión. Así, a veces será necesario que el cuerpo de nazarenos se estire para alargar la cofradía mientras que, en otro momento, resultará necesario comprimirlo al máximo para ganar tiempo o dejar paso libre en algún cruce. Este hecho de alargar y estirar la cofradía se denomina de forma coloquial entre los cofrades «hacer el acordeón», debido a la similitud que presenta con este instrumento musical.
Normalmente, las cofradías suelen ir más comprimidas en el trayecto de ida a la catedral sevillana ya que los minutos de paso están extremadamente medidos y cualquier despiste o incidente pueden dejar un buen retraso en la jornada y provocar un parón a las cofradías que procesionan por detrás. Durante este trayecto, los diputados de tramo se suelen afanar en que los nazarenos vayan muy pegados, y así lo insistirán continuamente.
Por el contrario, cuando las cofradías ya van camino de vuelta y están llegando su templo, los cortejos suelen ir bastante más estirados y en cierta medida se permiten cierta relajación en este sentido. Realmente, es más vistoso que haya cierta separación entre los nazarenos en lugar de que vayan prácticamente pegados unos a otros. Para lograr esto, el diputado de tramo tendrá nuevamente que «hacer el acordeón».