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Costaleros del palio de la Paz salen del paso en un relevo. / Jesús Barrera
Pocas veces un apelativo cariñoso puesto a una cuadrilla por su capataz se ha revelado tan acertado. Por el sobrenombre de «los legionarios del Porvenir» se conoce en el argot cofrade a los costaleros de la hermandad de La Paz. La expresión se ha hecho tan popular entre el universo capillil que hasta pregoneros de la Semana Santa como Enrique Esquivias, Francisco Berjano o Rafa Serna no han dudado en emplearla en el atril del Teatro de la Maestranza. Este apodo fue acuñado por el mítico capataz Manuel Santiago Gil en el año 1979, año en que surgió la idea de crear una cuadrilla de costaleros hermanos para el Señor de la Victoria y la Virgen de la Paz. Para acometer esta difícil transición de los costaleros profesionales o asalariados a los costaleros hermanos, la cofradía del Porvenir quiso contar con uno de los grandes capataces de entonces, Manolo Santiago, quien se inició en el mundillo como segundo de otro mítico capataz, Salvador Dorado El Penitente.
Dicen que el recordado Manolo Santiago utilizó por vez primera esta expresión en aquella primera salida de 1979, cuando la cofradía transitaba en las inmediaciones la Torre Sur de la Plaza de España en su regreso al barrio del Porvenir. Costaleros integrantes de aquella primera cuadrilla de costaleros hermanos fueron cofrades como Francisco y José Manuel Berjano, Fernando Rowe, Fernando Martínez Cañavate, Ramón y Eladio Rodríguez de la Borbolla, José Antonio Moore y Jesús Díaz Cruz.
Dicha expresión, ligada a las históricas raíces militares de esta joven hermandad fundada en 1939, acabó cosechando tal fortuna que con el paso del tiempo se ha convertido en título y en timbre de gloria para los integrantes de las cuadrillas de la hermandad de La Paz. El sucesor de Manolo Santiago, su hijo Antonio, ha explicado en alguna entrevista cómo se le ocurrió a su padre esta expresión: «Esta cofradía es dura los Domingos de Ramos por distintas motivos: la lejanía, el horario, el calor, el peso. Y por lo tanto, la cuadrilla que lleve estos pasos debe ser ejemplar. Mi padre, ante estas dificultades, decía que los costaleros de esta cofradía tenían que ser presumidos, gallardos, valientes, honrados, sin temor a la muerte, y el lo resumió en ese nombre de Legionarios del Porvenir».