Guía Cofrade: Morcilla (77)

Prosigue la Guía Cofrade de El Correo para saber de la Semana Santa sevillana tanto como los especialistas de El Correo de Andalucía

25 feb 2017 / 06:53 h - Actualizado: 25 feb 2017 / 06:53 h.
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  • Tres costaleros caminan entre los tramos de nazarenos de San Bernardo. / J.M. Vidal
    Tres costaleros caminan entre los tramos de nazarenos de San Bernardo. / J.M. Vidal

Es comprensible que se nos venga a la cabeza un embutido jugoso a base de sangre de cerdo y arroz debidamente cumplimentado con un buen caldo. Pero en el argot cofrade la morcilla no tiene que ver con la matanza, al menos con la matanza del ibérico, actividad ancestral muy arraigada en los genes andaluces, especialmente en las zonas de la serranía en la que predomina el monte bajo y la dehesa. La morcilla en este fértil mundo cofradiero es un utensilio tan simple como necesario, de entre 20 a 25 centímetros, que ocupa sin embargo un lugar en la cofradía absolutamente vital para que todo se desarrolle con el esplendor debido y se preserve con más o menos suerte la salud de los costaleros.

La morcilla es un objeto que utilizan los hombres que llevan el paso. Hace las veces de pequeña almohadilla pero no tiene esa forma. Su aspecto es, precisamente, de morcilla. Se trata de un trozo de tela que se embute o rellena con medias, calcetines finos, algodones u otros trozos de tela de manera que al presionarlos dentro de ésta tome el apresto necesario para, al ser cosida o cerrada en sus extremos, adopte esa forma de embutido y, aunque mantenga su rigidez, sea blanda como para que descanse en ella un peso considerable. La morcilla se mete en el costal a la hora de hacerse la ropa de manera que queda justo en el punto que irá en el cuello donde descansan los kilos a través de la trabajadera. O sea, que la morcilla será el punto exacto de contacto del cuello con la trabajadera. Y esa almohadilla o morcilla evita que el contacto del costalero con el palo sea directo, lo cual provocaría unas lesiones extremadamente considerables.

Hay tantas morcillas en su aspecto como costaleros, si bien la más ortodoxa es, simplemente, blanca. En un objeto que no se ve toda vez su ubicación se encuentra dentro del costal. Hay costaleros que trabajan más cómodamente con unas morcillas más cortas o más largas, pero la longitud de la pieza condiciona la colocación final del costal en la cabeza, haciendo que éste queda más apretado o más suelto en función de esa longitud.

Es muy frecuente todavía, pero lo fue más en otro tiempo, que la morcilla fuese elaborada en la propia casa del costalero, a su gusto de rigidez y relleno, si bien a día de hoy existen variopintas morcillas en las numerosas tiendas de material cofrade.