Guía cofrade: Portones (214)

La Guía Cofrade explica las puertas de los templos, titulares apócrifos de todas las cofradías

16 sep 2017 / 08:00 h - Actualizado: 16 sep 2017 / 08:00 h.
"Cofradías","Guía cofrade"
  • Apertura de las puertas para la salida procesional de la Carretería, el Viernes Santo. / Jesús Barrera
    Apertura de las puertas para la salida procesional de la Carretería, el Viernes Santo. / Jesús Barrera

De entre los muchos posibles, hay tres horizontes hacia los que el sevillano suele mirar con especial avidez en Semana Santa: uno, la esquina del fondo, a la espera de que asomen los ciriales de la procesión que está contemplando; otro, los cristales de las ventanas en lontananza, a ver si se anuncia en ellos por espejismo la candelería del palio que con tanta emoción se aguarda entre la bulla; y por último –o acaso, en primer lugar– los portones de los templos, con la esperanza de que se abran de un momento a otro y comience la escena esperada. Son tres escenas de comprensible impaciencia –impaciencia infantil, en el más noble y admirable sentido de la expresión– que dicen mucho del ansia con que se disfruta en las calles de la principal fiesta de Sevilla. Todos los cofrades han vivido estas tres situaciones –entre otras muchas similares– y probablemente la mayoría de ellos coincidan en considerar que la más emocionante de todas sea la de ver abrirse las puertas de una capilla, de una iglesia o de la mismísima Universidad. Sobre todo, en esos días en que la meteorología adversa, especialmente traviesa e imprevisible en primavera, amenaza con arruinar (como a menudo lo hace) las expectativas de la concurrencia. Nubarrones en lo alto, el viento desangelado, una gota fría en la frente y un portón cerrado cuando pasan cinco minutos de la hora señalada... quién podría describir lo que se siente, rodeado de esa silenciosa y multitudinaria camaradería de paisanos, todos con los ojos clavados en el portón, repleto de remaches que son como huellas de tanto haberlos querido empujar con la mirada. Las puertas de los templos, titulares apócrifos de todas las cofradías y horizonte de tantas emociones, son parte de la deliciosa y enriquecedora experiencia de la espera.