Guía cofrade: Terciopelo (302)

Prosigue la Guía Cofrade de El Correo para saber de la Semana Santa sevillana tanto como los especialistas de El Correo de Andalucía

12 dic 2017 / 22:50 h - Actualizado: 12 dic 2017 / 22:50 h.
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  • El terciopelo, muy presente en mantos y antifaces, es el tejido de nuestra Semana Santa. / Jesús Barrera
    El terciopelo, muy presente en mantos y antifaces, es el tejido de nuestra Semana Santa. / Jesús Barrera

Suave pero, a la vez, áspero. Intenso a la par que ligero. Capaz de transportar a otro mundo. Su tacto es puro, virgen y original. Velloso y, en ocasiones, suntuoso. Es el terciopelo, el tejido de nuestra Semana Santa. Y es que, en nuestros días cofrades por excelencia podemos observar multitud de telas que dan forma al sueño de una hermandad pero, sin duda, ninguna tan característica como el terciopelo.

El terciopelo es el tejido sobre el que se borda el oro de muchos mantos y sayas. También el de los faldones y el de muchos palios. Es el tejido de la devoción. Ese que muchos anhelan rozar con la yema de los dedos porque así se siente más cerca de sus imágenes.

De terciopelo también son los antifaces del cortejo nazareno de muchas hermandades que procesionan en nuestra Semana Santa. Así, es testigo directo de nuestras oraciones, de nuestras plegarias y de los agradecimientos que emitimos mientras hacemos estación de penitencia.

Dicen que el origen del terciopelo hay que buscarlo en el Lejano Oriente, hacia finales del siglo XIII. Sin embargo, se sabe que los antiguos faraones egipcios usaban tejidos muy similares a los actuales terciopelos, de hecho hay referencias de hace más de 3.000 años de existencia. Las características peculiares del terciopelo, la suave profundidad espléndida del color del tinte que exhibía, lo hacían perfecto para encajar en los trajes oficiales y colgantes suntuosos. Por lo tanto, siempre fue un tejido con ciertas connotaciones poderosas. Así las cosas, el terciopelo se configura como el tejido oficial de nuestra Semana Santa. Otros como el tisú, el ruan o el damasco le siguen muy de cerca pero no alcanzan la representatividad que el terciopelo tiene.