De nuevo damos cabida en esta Guía Cofrade de El Correo de Andalucía a un término propio de la jerga del mundo del martillo y la trabajadera, aunque en esta ocasión no para definir ninguna parte del paso o de la indumentaria de los hombres de abajo, ni siquiera ninguna modalidad de mecida, sino para referirnos a una de las voces de mando empleadas por el capataz para dirigirse a su cuadrilla de costaleros. Y qué mejor que recurrir al libro Léxico de capataces y costaleros, del recordado Emilio Velázquez Mijarra, para encontrar la definición precisa de la expresión «volverse», una orden de mando que sólo se escuchará de boca del capataz a la entrada de la cofradía, y no en todas ellas, sino solamente en aquéllas que efectúan la entrada cara al pueblo. Cuando ya el paso se dispone a entrar y queda cuadrado en el dintel de la puerta de la iglesia, cara al público que presencia la entrada, el capataz manda a los componentes de su cuadrilla que se vuelvan. De esta forma, los costaleros darán media vuelta y se dispondrán bajo las trabajaderas en sentido inverso al que traían, dando la cara a la trasera del paso. El capataz suele situarse entonces a la cola del paso para, desde el interior del templo, empezar a dirigir la maniobra de entrada. Así, mientras el paso retrocede para su entrada en la iglesia, el costalero seguirá andando de frente, a su paso habitual. Hay hermandades de negro que entran sus pasos en el templo tal y como vienen, es decir, sin volverlos cara al público. Prueba de la sofisticación que está alcanzando el mundo del costal es que en los últimos años hemos asistido a alguna entrada en la que los costaleros se vuelven bajo las andas sin necesidad de arriar el paso, ya que la maniobra se efectúa de forma coordinada trabajadera por trabajadera.