La hermandad del Gran Poder no ejercerá la acusación particular

El causante del incendio merodeó en los últimos días por la parroquia de
San Lorenzo, donde intentó inscribirse como hermano del Dulce Nombre

13 sep 2016 / 21:06 h - Actualizado: 14 sep 2016 / 21:14 h.
"El Gran Poder"
  • Madera chamuscada de la mesa de altar. / Gómez Palas
    Madera chamuscada de la mesa de altar. / Gómez Palas

El individuo que prendió este lunes fuego a un paño de la mesa de altar en la capilla del Sagrario de la Basílica del Gran Poder asistió el pasado domingo en la parroquia de San Lorenzo a la función solemne a la Virgen del Dulce Nombre. Su apariencia no pasó desapercibida a los feligreses ya que, entre una concurrencia plagada de chaquetas y corbatas, el sujeto tomó asiento entre los bancos vestido con unas bermudas y una camiseta, con un rosario colgado del cuello y el pelo «teñido de rubio», de igual guisa a como actuó este lunes en la Basílica del Gran Poder. Su intención era inscribirse como hermano de la hermandad del Dulce Nombre y hasta ofreció a los responsables de la corporación del Martes Santo la donación de una joya familiar, en concreto, una medalla de la Marina que perteneció a su padre. Un ofrecimiento que reiteró este mismo lunes en San Lorenzo, adonde acudió de nuevo momentos antes del inicio del triduo a la dolorosa –fue invitado a regresar a su término– y de dar rienda suelta a sus pasiones incendiarias en la vecina Basílica del Gran Poder. El ahora detenido aprovechó la celebración de la misa de las 20.30 horas –cuando las dos puertas del camarín al Señor se encuentran cerradas– para actuar a resguardo de miradas ajenas. Por el pasillo de la tienda de recuerdos accedió directamente a la capilla sacramental, quitó los dos reclinatorios ubicados a la derecha de la primera mesa de altar –situados allí para impedir que los feligreses manoseen los enseres–, se situó ante el sagrario y, agachado, prendió fuego con un mechero a uno de los picos del paño de la mesa de altar, cuya madera resultó algo chamuscada (como se aprecia en la fotografía que acompaña).

Tres hermanas que descendían del camarín del Señor, después de vestir a la Virgen en la sala de tesoros, fueron las primeras en dar la voz de alarma y avisar a los dos capilleres. El individuo, según recoge la grabación de las cámaras de seguridad de la hermandad, desapareció de la escena para regresar un minuto más tarde, colaborando con los feligreses que se afanaban en apagar las llamas. «Después de prender fuego, el detenido salió corriendo a la tienda de recuerdos del templo con un trozo del paño quemado para pedir auxilio a la dependienta. Allí lo tiró y lo apagó», relata el hermano mayor, Félix Ríos. Y hasta acusó de causar el incendio a «dos gitanitos que se habían ido corriendo», relata un testigo. Su versión quedó desmentida tras una rápida revisión de las cámaras de seguridad. En ese momento, se le pidió que permaneciera en la sacristía del templo para testificar ante la Policía, a lo que accedió voluntariamente, siendo detenido poco después y trasladado a dependencias policiales hasta que este martes pasó a disposición judicial.

La hermandad descarta ejercer la acusación particular contra un individuo que no parece estar en plena posesión de sus facultades mentales. «Simplemente se ha hecho entrega a la Policía de la grabación de las cámaras para que la Justicia siga su curso», expone Ríos. Para el máximo responsable de la corporación, este episodio –el segundo en seis años tras el ataque a la imagen del Señor en julio de 2010– deja una «sensación de vulnerabilidad» en la hermandad. No obstante, advierte de que «los templos son lugares de culto; no podemos pervertir su naturaleza y colocar un policía detrás de cada persona que entre».