La mañana que sueñan en San Gil

Los macarenos se echan a las arenas con el amparo de una nueva Virgen en el Simpecado

Manuel J. Fernández M_J_Fernandez /
20 may 2015 / 23:09 h - Actualizado: 21 may 2015 / 11:44 h.
"El Rocío 2015"
  • Los primeros vivas a la Virgen en la puerta de San Gil. / José Luis Montero
    Los primeros vivas a la Virgen en la puerta de San Gil. / José Luis Montero
  • Salida de la Hermandad de la Macarena. / José Luis Montero
    Salida de la Hermandad de la Macarena. / José Luis Montero
  • Salida de la Hermandad de la Macarena. / José Luis Montero
    Salida de la Hermandad de la Macarena. / José Luis Montero
  • Salida de la Hermandad de la Macarena. / José Luis Montero
    Salida de la Hermandad de la Macarena. / José Luis Montero
  • Salida de la Hermandad de la Macarena. / José Luis Montero
    Salida de la Hermandad de la Macarena. / José Luis Montero
  • Salida de la Hermandad de la Macarena. / José Luis Montero
    Salida de la Hermandad de la Macarena. / José Luis Montero

«La Virgen del Rocío nos espera». Eran las palabras que los macarenos llevaban soñando un año entero. Pero antes de que estallaran las emociones y comenzara la salida desde San Gil, el hermano mayor daba una última encomienda a los romeros, en su mayoría jóvenes: «Dediquemos nuestro camino al que no puede ir por trabajo, enfermedad o problemas económicos». Esto es El Rocío, aunque algunas sevillanas hablen de que «hay quien dice que es mentira y vanidad».

Lo sabe muy bien Ana, que acaba de enviar un whatsapp al grupo de amigos Rocío 2015: «Va por ustedes», escribe sin necesidad de indicar destinatario, y sube rápidamente una fotografía del Simpecado en la misma puerta de la iglesia. Es la hora soñada por todos: por quienes se van y por quienes se quedan con pena. El coro de la hermandad interpreta el himno oficioso de la partida macarena: «... Ya va a salir, ya va a salir». En lo alto de la carreta, Ignacio abraza el Simpecado que escoltan dos guirnaldas de flores de talco. «Son preciosas. ¡Qué elegante va!», asegura una hermana que rompe a llorar al poco de ver la cara de la Virgen del Rocío. «Parece que ha estado con nosotros toda la vida», apunta Lourdes en relación a la nueva imagen que ha tallado el imaginero Fernando Aguado para redondear el 25 aniversario de la bendición del portentoso altar que amadrina la Esperanza, querida vecina del Arco.

No es habitual, pues es hermano del Rocío de Sevilla, pero Aguado señala que «era de obligado cumplimiento» ir este año con el Rocío macareno. Lleva colgadas al cuello las medallas de esta filial y la de Sevilla-Salvador. «Ya hice este camino hace unos años con unos amigos y ahora aquí de nuevo». El que es también autor del cartel de la Romería del Rocío de Almonte explica con humildad lo que siente cuando ve a la Blanca Paloma del Simpecado: «Es un honor que la Virgen a la que rezan los peregrinos haya salido de mis manos».

La calle Feria es una auténtica fiesta de orilla a orilla. Y eso que apenas son las ocho y media de la mañana. En sus balcones hay ambiente de Madrugá. Bueno, más bien de mayo macareno. Están repletos y perfectos, con llamativos mantones de Manila. Todo un edificio llama al compás de las palmas a la carreta a la que echan pétalos que colorean las azucenas, nardos y margaritas, todas blancas e impolutas, como la fe de quien se aferra a la rueda del carro y siente que estos serán los únicos pasos de un camino diferente. Laura cumple cinco meses de embarazo esta misma mañana. Aún así se ha puesto la flor y la falsa de volantes: «Voy a traer a un rociero más. Este año solo haré el primer día, pues ahora me tengo que cuidar por dos», dice mientras se le llenan los ojos de lágrimas al desnudar sus sentimientos: «Lo es todo. Es un año entero esperando que llegue esta semana». Lo espera Laura, Antonio, Pastora y otros tantos romeros que sí buscan las Rocinas con prisa pero sin escatimar en detalles y saludos por el centro.

Ignacio es uno de ellos. Aunque en estos primeros minutos, su disfrute pasa por subir y bajar de la carreta para depositar las flores que le van entregando, en especial en la plaza de San Lorenzo al recibir la bendición del Señor. Para Ignacio, el Rocío es compartir: «Compartir con el hermano, con la familia, con el amigo o con quien llega y no conoces», relata, mientras apunta que pese a ser una hermandad joven, la Macarena tiene su propia identidad y sus historias personales: «Muchos matrimonios se han conocido haciendo el camino y ahora traen a sus hijos para que continúen con la tradición».

Pero la clave a este arrebato de luz que encandila el barrio de la Feria lo da una veterana devota: «Hay que tener mucha fe para hacer el camino, más aún con este que tenemos hace unos años». El viernes por la tarde tienen que estar ante la Virgen.

»La Virgen del Rocío nos espera». Eran las palabras que los macarenos llevaban soñando un año entero. Pero antes de que estallaran las emociones y comenzara la salida desde San Gil, el hermano mayor daba una última encomienda a los romeros, en su mayoría jóvenes: «Dediquemos nuestro camino al que no puede ir por trabajo, enfermedad o problemas económicos». Esto es El Rocío, aunque algunas sevillanas hablen de que «hay quien dice que es mentira y vanidad».

Lo sabe muy bien Ana, que acaba de enviar un whatsapp al grupo de amigos Rocío 2015: «Va por ustedes», escribe sin necesidad de indicar destinatario, y sube rápidamente una fotografía del Simpecado en la misma puerta de la iglesia. Es la hora soñada por todos: por quienes se van y por quienes se quedan con pena. El coro de la hermandad interpreta el himno oficioso de la partida macarena: «... Ya va a salir, ya va a salir». En lo alto de la carreta, Ignacio abraza el Simpecado que escoltan dos guirnaldas de flores de talco. «Son preciosas. ¡Qué elegante va!», asegura una hermana que rompe a llorar al poco de ver la cara de la Virgen del Rocío. «Parece que ha estado con nosotros toda la vida», apunta Lourdes en relación a la nueva imagen que ha tallado el imaginero Fernando Aguado para redondear el 25 aniversario de la bendición del portentoso altar que amadrina la Esperanza, querida vecina del Arco.

No es habitual, pues es hermano del Rocío de Sevilla, pero Aguado señala que «era de obligado cumplimiento» ir este año con el Rocío macareno. Lleva colgadas al cuello las medallas de esta filial y la de Sevilla-Salvador. «Ya hice este camino hace unos años con unos amigos y ahora aquí de nuevo». El que es también autor del cartel de la Romería del Rocío de Almonte explica con humildad lo que siente cuando ve a la Blanca Paloma del Simpecado: «Es un honor que la Virgen a la que rezan los peregrinos haya salido de mis manos».

La calle Feria es una auténtica fiesta de orilla a orilla. Y eso que apenas son las ocho y media de la mañana. En sus balcones hay ambiente de Madrugá. Bueno, más bien de mayo macareno. Están repletos y perfectos, con llamativos mantones de Manila. Todo un edificio llama al compás de las palmas a la carreta a la que echan pétalos que colorean las azucenas, nardos y margaritas, todas blancas e impolutas, como la fe de quien se aferra a la rueda del carro y siente que estos serán los únicos pasos de un camino diferente. Laura cumple cinco meses de embarazo esta misma mañana. Aún así se ha puesto la flor y la falsa de volantes: «Voy a traer a un rociero más. Este año solo haré el primer día, pues ahora me tengo que cuidar por dos», dice mientras se le llenan los ojos de lágrimas al desnudar sus sentimientos: «Lo es todo. Es un año entero esperando que llegue esta semana». Lo espera Laura, Antonio, Pastora y otros tantos romeros que sí buscan las Rocinas con prisa pero sin escatimar en detalles y saludos por el centro.

Ignacio es uno de ellos. Aunque en estos primeros minutos, su disfrute pasa por subir y bajar de la carreta para depositar las flores que le van entregando, en especial en la plaza de San Lorenzo al recibir la bendición del Señor. Para Ignacio, el Rocío es compartir: «Compartir con el hermano, con la familia, con el amigo o con quien llega y no conoces», relata, mientras apunta que pese a ser una hermandad joven, la Macarena tiene su propia identidad y sus historias personales: «Muchos matrimonios se han conocido haciendo el camino y ahora traen a sus hijos para que continúen con la tradición».

Pero la clave a este arrebato de luz que encandila el barrio de la Feria lo da una veterana devota: «Hay que tener mucha fe para hacer el camino, más aún con este que tenemos hace unos años». El viernes por la tarde tienen que estar ante la Virgen.