La marisma del chanchullo

La ultrademanda de casas rocieras ha generado un mercado negro de viviendas, con precios de alquiler que rondan entre los 6.000 y los 10.000 euros durante la romería, sin contrato

02 jun 2017 / 22:12 h - Actualizado: 03 jun 2017 / 12:22 h.
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  • Descarga de útiles en una casa rociera para disfrutar de la romería, en días previos a Pentecostés. / Pepo Herrera
    Descarga de útiles en una casa rociera para disfrutar de la romería, en días previos a Pentecostés. / Pepo Herrera

Sábado de presentaciones en El Rocío. La aldea que acoge al santuario bulle con la celebración de su romería, la más populosa de las que se celebran en Europa. Se cuentan por miles los moradores momentáneos de esta metrópolis efímera, un núcleo más parecido al viejo oeste que a una entidad poblacional, donde se suceden avenidas en línea recta y se levantan manzanas de corte neoyorkino. Pese a que por estas fechas se roza la superpoblación, durante todo el año, apenas viven en este punto de peregrinación clave del mundo cristiano un millar de personas.

El Rocío, más allá de las particularidades que hacen de él un rincón mítico y devocional, con un arraigo que supera la religiosidad popular, se convierte también en un escenario de ciclópeas posibilidades urbanísticas. Terreno yermo donde expandir, un pasado exento de regularización y una ultrademanda estacional creciente lo convierten en una auténtica milla de oro, donde el metro cuadrado, en niveles medios, se sitúa en los 2.200 euros. Un precio que multiplica por mucho lo habitual en la provincia onubense, e incluso, por encima de chalets en primera línea de costa en la playa, también territorio almonteño, de Matalascañas, a escasos 20 kilómetros.

Pero es durante la romería cuando la fe del pelotazo también reza con letanías con el símbolo del dólar. Ahora que tan en boga parece estar, con difíciles intentos de regularización, el fraude asociado al arrendamiento en negro de alojamientos vacacionales, El Rocío es uno de los ejemplos más conspícuos de lo mismo. Hablamos de que gran parte de las 3.500 viviendas levantadas en la aldea se ofrecen en régimen de alquiler para los diez días escasos que dura la romería. Se trata de viviendas que sin estar dadas de alta en el registro turístico ni sus dueños tener capacidad legal de cobrar por su alquiler, lo realizan. En este caso, a un precio excesivo. De esta forma, suelen rondar, solo para el tiempo que dura el Rocío, entre los 6.000 y los 10.000 euros según estén ubicadas en el plano, por la capacidad de las mismas y si tienen cuadras, un atributo muy valorado por el romero caballista.

Recorrer las principales arterias rocieras es sinónimo de encontrar un sinfín de casas ocupadas por peregrinos que tras realizar el camino tienen aquí su base residencial para vivir a fondo la celebración de Pentecostés. Se trata de inmuebles de corte unifamiliar construidas y habilitadas para albergar a entre 30 y 50 personas a través de grandes habitaciones comunes -con literas de dos e incluso tres camas apiladas- donde un gran salón y patios y porches hacen de lugares de convivencia.

Rocieros de toda la vida de una de las hermandades más importantes y populosas que confluyen a las marismas de Doñana revelan a este periódico su denuncia por el encarecimiento que la vivienda de alquiler ha experimentado en un año. De hecho, han pasado de pagar 6.500 euros por la casa, a pedirles el dueño 9.500 euros por ella. Todo, como es proceder, sin un papel de por medio. Ni contrato de alquiler, ni acreditación de estar de alta como vivienda turística. Al fin y al cabo, estas ocupaciones, por mucho motivo devocional que tengan, son de carácter turístico.

El Correo de Andalucía ha contactado con hasta cinco reuniones más -así llamadas la unidad rociera formada por diversas personas que hacen juntos la romería y suelen pagar entre todos los gastos generados-. De todas ellas, solo una ha alquilado su vivienda rociera con contrato de alquiler de por medio, eso sí, el trámite se ha realizado a través de inmobiliaria. El resto, han tratado con particulares, con precios que en todo caso no bajaban de los 6.000 euros, este último, por tratarse de una media casa, sinónimo de inmueble que realmente ocupa la mitad de un original que ha sido segado en dos para acrecentar su rendimiento, por venta o alquiler.

Basta con darse un garbeo por webs de segunda mano o inmobiliarias para ver cómo florece una extensa amalgama de anuncios de alquiler, muchos más que de venta. Es un auténtico negocio, totalmente rentable, que genera ingresos no solo en época de romería. Estas casas también suelen ser arrendadas por Navidad o en verano, en el conocido como Rocío Chico.

Más allá de la economía sumergida que mueve estos tratos inmobiliarios, es preciso destacar que cohabitan otras prácticas ilegales más relacionadas con trabajos y ocupaciones. Es el caso de los cocineros que habitualmente acompañan a las reuniones. Suelen cobrar entre 1.800 y 2.500 euros, y generalmente son dos. Se encargan de satisfacer las necesidades culinarias de esa casa rociera en concreto, con poco descanso y trabajo a destajo durante cinco, seis o siete días, según la hermandad a la que acompañen. Y sí, todo ello, en general y salvando honradas excepciones, sin contrato de trabajo. Ni siquiera un mínimo seguro, ya que estas viviendas de alquiler en negro tampoco suelen contar con pólizas que guarden de posibles incidencias. Ese es otro de los grandes defectos de forma.

Otro, el de la incipiente moda de la seguridad en El Rocío. Cada vez son más las contrataciones de guardias jurados que custodian la entrada a la casa, que funciona como una caseta de feria. Esta contratación únicamente suele contar con los parabienes legales cuando se produce a través de empresas dedicadas a la seguridad. En otras ocasiones, se consigue de forma directa con la persona que la realiza y sin trámite oficial de por medio.

Lo anterior es apenas la punta del iceberg de la economía que se sumerge en las marismas. Al sinfín de negocios en la aldea, donde reina el chanchullo, habría que añadir otros muchos en el camino. Como el del tractorista que alquila su carriola y su tractor por 1.000 euros o el que realiza la labor de conducción de la misma por 300 euros al día. Ambos sin ningún tipo de contrato. O el que alquila mulos, caballos, carros o carretas, entre muchos otros.

Sin embargo, hay ocupaciones vitales para el devenir de la romería, como la del boyero o la del tamborilero, que además de estar remuneradas en base a la importancia que sus perfiles adquieren, sí viven en la legalidad. Se puede cobrar hasta 4.500 euros en el caso del boyero y de unos 3.000 para el tamborilero, aunque además de la romería, hay que atender a los animales y entrarlos durante todo el año, o acudir a muchos actos desplegados más allá de Pentecostés. En estos casos, y dado que el contratante suele ser una institución -hermandad rociera- sí que existe una regulación legal, así como el correspondiente seguro. Existe, de esta forma, una isla de licitud. Que no paguen justos por pecadores.