«La Semana Santa no sería nada sin las cofradías de barrio»

El periodista Mario Daza encandila al auditorio en el pregón del Distrito San Pablo-Santa Justa

23 mar 2017 / 21:11 h - Actualizado: 24 mar 2017 / 09:23 h.
"Cofradías"
  • Mario Daza, en un momento de su disertación en la parroquia de San Ignacio de Loyola. / Manuel Gómez
    Mario Daza, en un momento de su disertación en la parroquia de San Ignacio de Loyola. / Manuel Gómez

Un emocionado canto a la primavera, un sentido homenaje al barrio del Polígono de San Pablo en el 50 aniversario de su inauguración, una encendida defensa de la educación religiosa y, sobre todo, una abierta declaración de amor a las cofradías de barrio. El pregón del Distrito San Pablo-Santa Justa pronunciado por Mario Daza (Sevilla, 1985) tuvo la virtud de cosechar los unánimes elogios del auditorio que este jueves se dio cita en la parroquia de San Ignacio de Loyola, sede de la hermandad de San Pablo, para escuchar la disertación de «un joven cristiano, orgulloso de su Iglesia y cofrade por herencia y convicción», según se autodefinió desde el atril.

Periodista de El Correo de Andalucía y uno de los rostros más populares de las retransmisiones cofradieras de esta casa, Mario Daza se permitió hablar «con el corazón en la mano» de las vivencias que le unen a este distrito de la ciudad, del que es vecino, y a sus cuatro hermandades: una de vísperas, San José Obrero, una de glorias, la Archicofradía de María Auxiliadora, y las dos que procesionan a la Catedral, la de La Trinidad y la de San Pablo, anfitriona del acto.

Con el Cristo Cautivo de San Pablo situado a sus espaldas en el presbiterio del templo, Daza arrancó su exaltación con un largo romance a la primavera, a la que personificó en una «presurosa doncella, que viste de azul la tarde y hace las noches eternas». Los primeros compases en prosa de su pregón los dedicó al barrio del Polígono de San Pablo y a los 50 años de su inauguración. Un barrio, dijo, «querido por muchos pero a veces, y de forma injusta, estigmatizado por quienes ni siquiera se han dado la oportunidad de conocerlo», cuna de grandes glorias del fútbol local como Gordillo y Antoñito y en el que habita «gente obrera, trabajadora, del pueblo, del abrazo, de la cultura y de la calle». «Que este aniversario sea el empuje que os falta para ganar la batalla a la crisis, los problemas y al paro que no se acaba», deseó el pregonero.

A partir de entonces, este cofrade de la Macarena y de la Resurrección –en Santa Marina ejerce como secretario primero–, comenzó un recorrido sentimental por las hermandades del Distrito. La primera de ellas la de San José Obrero, de la que narró sus vivencias como acólito en el primer viacrucis que presidió el Señor de la Caridad tras su bendición y aprovechó la advocación de la Virgen de los Dolores para brindarle un enternecedor homenaje a su nonagenaria abuela, también llamada así. «Como la Virgen de los Dolores, siempre ha sido la madre en la que todos hemos encontrado una respuesta a los nubarrones de la vida».

La referencia al «mayor de los símbolos de los cristianos», la Santa Cruz, le sirvió a Daza para enhebrar un largo romance al Cristo de las Cinco Llagas de la Trinidad y hacer referencia –al hilo del reciente atentado en Londres– a la sinrazón de la violencia «de quien mata a un inocente y se escuda en la religión». Resaltó la figura de Don Bosco –pasaje que aprovechó para agradecer a sus padres la educación religiosa recibida bajo el amparo de los Hermanos de la Salle– y dedicó unos bellos versos a María Auxiliadora, «Virgen Niña de la infancia». Pero, sin duda, uno de los pasajes más emocionantes de la disertación llego con la encendida defensa que realizó el pregonero de esa Semana Santa «pura y sin colorantes» que habita en los barrios frente a «los que quiere imponer un modelo en el que todo lo centenario es correcto y lo nuevo nunca tiene sitio». «Amo a las cofradías de barrio», confesó y dijo de ellas que «sus estaciones de penitencia son las mayores experiencias misioneras que se recuerdan». Ya en el tramo final de su pregón, que contó con el acompañamiento de la Banda Municipal de Sevilla, Daza trajo a la memoria la primera salida procesional de la cofradía San Pablo en el año 2007, de la que han transcurrido ya diez años, recordó al «querido Miguel Ángel Campos», hermano mayor fallecido en diciembre, y puso en manos del Señor Cautivo la felicidad de su matrimonio con la que el próximo 30 abril será su mujer, Carolina.