El 17 de julio de 1974 un total de 120 niños de familias desfavorecidas estrenaban las Colonias de verano de Triana. Era hermano mayor Jerónimo Domínguez Manjón y cuentan que entre la primera expedición infantil que pudo disfrutar de unos días de «veraneo» en la casa que la hermandad de Triana tiene en la aldea de El Rocío se encontraban los niños de sus carreteros. Aquella fue la primera edición de una obra social que, desde entonces, se ha consolidado año tras año, sin fallar ninguno, hasta convertirse en uno de los estandartes de la labor caritativa de los rocieros de Triana.
Este año son 180 los menores de entre 3 y 14 años que, a partir del próximo 15 de julio y durante una quincena, serán acogidos en la casa de Triana en la aldea, estando al cuidado de un grupo de 50 monitores. El objetivo sigue siendo el mismo que inspiró su creación: que los niños puedan pasar unos días de vacaciones bajo la dulce mirada de la Virgen del Rocío y al tiempo disfrutar de la playa, toda vez que ya desde aquella primera edición de las colonias se organizó el traslado de los pequeños en autobús hasta la vecina Matalascañas.
Para los anales de esta bicentenaria corporación quedará que fue una mujer, la condesa de París, Isabel de Orleans y Braganza, la que promovió la creación de esta obra social al proponerle a la junta de gobierno –en el marco de una visita de los oficiales de Triana a doña Esperaza de Borbón en su Palacio de Villamanrique– que se aprovechasen los nuevos apartamentos construidos en la casa de la aldea para organizar unas colonias de verano para niños de familias necesitadas.
El entonces diputado de Caridad, Fernado Ortega Martel, fue el encargado de poner en práctica la idea propuesta por la condesa de París, para cuya consecución resultó indispensable el donativo anónimo de numerosos hermanos y la colaboración especialísima de las Hijas de la Caridad y de las Religiosas Oblatas, a cuyo cuidado y atención quedaron los niños de aquella primera tanda de las Colonias.
El hoy diputado de Caridad, Ricardo Morales, relata que «en aquellos primeros años la hermandad cedía la casa y coordinaba y organizaba toda la logística necesaria para las vacaciones de los niños, que en su mayoría eran menores acogidos en colegios de monjas. Es desde hace unos treinta y tantos años para acá cuando empiezan a ir monitores de la hermandad acompañando a los niños», actividad en la que año tras año se implican numerosos jóvenes de la corporación, que sacrifican parte de sus vacaciones estivales por arrancarles una sonrisa a estos pequeños.
De los 180 niños que el próximo sábado partirán rumbo al Rocío a disfrutar de las Colonias, «alrededor de un 50 por ciento procede de centros de acogida o instituciones como Cáritas, hermandades y algunas ONG, mientras que la otra mitad son niños de familias que atendemos en nuestra Bolsa de Caridad o que históricamente han acudido a las Colonias». «La mayoría –apunta el diputado de Caridad– proviene de barrios como las Tres Mil Viviendas, Los Pajaritos o Torreblanca y para su selección se prima a los niños que padezcan una grave problemática social o económica. Desgraciadamente, se quedan fuera muchos niños. Este año se han recibido más de 300 solicitudes».
Sin distinción
Ni que decir tiene que las Colonias no hacen distinción de credo o de raza. «Vienen muchos niños musulmanes y también hay muchos que tampoco están bautizados», señala Ricardo Morales. «El objetivo nuestro no es evangelizar al niño, y si acaso, más desde el ejemplo que de la formación directa. Digamos que con las Colonias nos proponemos tres objetivos básicos: primero, los niños en sí; después, quince días de alimentación saludable, que se nota mucho en niños de este tipo; y, por último, se trabaja la convivencia y valores como la solidaridad, la autonomía y el compañerismo, a través de actividades como la recogida de basura en la playa». El diputado de Caridad pone también el acento en la extraordinaria labor que realizan los 50 monitores que estarán al cargo de estos niños. «Un 90 por ciento de ellos son hermanos de la hermandad. La formación que se les da a los monitores es muy importante, con un plan pastoral específicamente dirigido a ellos. Experiencias como ésta les llegan a cambiar la vida».
Hoy día muchas hermandades han seguido el ejemplo de Triana y abren sus casas en la aldea para organizar campamentos de verano, una actividad a la que en el arrabal se le seguirá conociendo, pase el tiempo que pase, con un concepto prácticamente en desuso, el de colonias.
«UNA BODA POR LA MAÑANA Y OTRA POR LA NOCHE»
Durante 15 días en la casa de Triana comerán 250 personas. «Os podéis imaginar la cantidad de comida que necesitamos. Como dice el cocinero, esto es una boda por la mañana y otra por la noche». El hermano mayor, José Román, apela a la generosidad de los sevillanos para recibir cualquier tipo de aportación. «Las principales necesidades que tenemos son alimentación, sobre todo este año carne, y el transporte a la playa». El número de cuenta para las aportaciones económicas es ES77 2100 1707 5102 0020 4508.