Lista para la coronación

La Virgen del Carmen del altar mayor del Santo Ángel recupera la policromía y la estética barroca de Cristóbal Ramos después de tres meses de restauración

Manuel J. Fernández M_J_Fernandez /
06 jul 2015 / 21:07 h - Actualizado: 06 jul 2015 / 21:58 h.
  • La Virgen del Carmen estará cinco días de besamanos tras su coronación canónica del próximo 10 de octubre. / Fotos: J. L. Montero
    La Virgen del Carmen estará cinco días de besamanos tras su coronación canónica del próximo 10 de octubre. / Fotos: J. L. Montero
  • La vuelta de la capa, de ‘celeste inmaculada’.
    La vuelta de la capa, de ‘celeste inmaculada’.
  • La talla mide 2,46 de alto por 1,20 de ancho.
    La talla mide 2,46 de alto por 1,20 de ancho.
  • La nube de la Virgen ha vuelto a ser de plata.
    La nube de la Virgen ha vuelto a ser de plata.

Las caras de los padres carmelitas lo decían todo. La miraban una y otra vez con la dulzura del hijo que está exultante de alegría al ver de nuevo a su madre, ya «libre de males». La Virgen del Carmen del altar mayor del Santo Ángel se aparecía ayer a la hora del Ángelus en el presbiterio del templo conventual. Lo hacía con la estética «barroca» (y colorista) que le confirió Cristóbal Ramos entre 1760 y 1780. «Ha recuperado la mirada del Carmen, la de misericordia», se apresuraba el padre Juan Dobado poco antes de que los artífices de esta minuciosa restauración, Antonio Díaz Arnido y Manuel Antonio Ruiz-Berdejo, tomaran la palabra en la sesión matutina reservada a los medios de comunicación. Los feligreses tuvieron que esperar a la tarde para reencontrarse con Ella.

Sobre su imponente nube, ahora de plata, y despojada de los atributos –a excepción de la diadema del Niño para ocultar el perno–, se mostraba esta imagen sedente de grandes dimensiones (2,46 metros de alto ) lista para recibir el 10 de octubre la gracia de la coronación canónica como broche al Año Jubilar Teresiano en Sevilla. Habían transcurrido tres meses de su bajada del retablo mayor, quizás la primera vez que lo abandonaba en dos siglos y medio. Tres meses en los que se habían subsanado las patologías que presentaba por «grandes depósitos de suciedad superficial, incrustaciones de alfileres y de un exvoto, y perforaciones por golpes, como una de 4o centímetros de diámetros en la nube», según Díaz Arnido, quien recordó que se han respetado los criterios de restauración.

En estos 90 días de trabajo «y muchas misas», como bromearon al explicar que el taller se instaló en la capilla de la archicofradía a la entrada del templo, se ha consolidado la imagen y se han eliminado las capas de barniz que tenía «en avanzado estado de oxidación» y que le daba «un aspecto dorado erróneo». En las catas se descubrió además que había dos capas de policromías. «La comunidad ha sido valiente y nos autorizó profundizar hasta dar con la original. El resultado es espectacular», expuso Díaz Arnido, quien dijo que a tenor de «los restos de adhesivos» hallados en los párpados y con «fotos antiguas» se han repuesto las pestañas. Ello ha contribuido a «una mirada más dulce, que incluso sonríe un poco», como subrayó Ruiz-Berdejo, aquel niño que la miraba en las misas y que ahora ha podido tenerla tan cerca.

Esta obra cumbre de Cristóbal Ramos que tiene de terracota la cara de la Virgen, sus manos, el Niño y un ángel de la nube y el resto de tela encolada, ha recuperado la viveza del color de Cristóbal Ramos y los dibujos de rocalla de la época. Destacan aquí las vueltas de la capa, de celeste en lo que se interpreta como «un guiño de la congregación a la ciudad de la Inmaculada», algo que se puede ver en Vírgenes el Carmen de Valladolid o México. Ahora también se ha recuperado para la Archidiócesis de Sevilla.