Los barrios viven una jornada plena de fe y devoción

Pleno de cofradías en una jornada en la que ardió el cíngulo de un judío del misterio de la Milagrosa, que hubo que apagar rápidamente con un extintor

08 abr 2017 / 23:14 h - Actualizado: 08 abr 2017 / 23:28 h.
"Sábado de Pasión","Semana Santa 2017"
  • EL paso de misterio del Cautivo de la hermandad de Torreblanca, poco después de salir de su parroquia. / Manuel Gómez
    EL paso de misterio del Cautivo de la hermandad de Torreblanca, poco después de salir de su parroquia. / Manuel Gómez
  • Los barrios viven una jornada plena de fe y devoción
  • Los barrios viven una jornada plena de fe y devoción
  • Nazareno de La Milagrosa. / Manuel Gómez
    Nazareno de La Milagrosa. / Manuel Gómez

Los barrios volvieron llenar de cofradías en un Sábado de Pasión que resultó pleno.

La Milagrosa

A las cinco y cuarto de la tarde salían de la parroquia de la Milagrosa los más de 300 nazarenos que por segundo año consecutivo rezan por Ciudad Jardín como Hermandad de Penitencia. El Señor de la Esperanza, estrenando una túnica coral que ha sido donada por un hermano, salió a la calle a los sones de Plegaria, la marcha que entonaba la Agrupación Musical de la Redención y cuyas notas eran acompañadas por primera vez por las voces de la Guardia Judía. Con las lágrimas de emoción en las mejillas de los hermanos de una hermandad que se hace mayor salía a la calle la Virgen del Rosario, que ayer estrenaba una condecoración castrense.

El único incidente que empañaba ayer una calurosa tarde de vísperas era la llama que hizo prender el cíngulo del judío trasero del misterio al meterse dentro de una tulipa del paso debido al fuerte viento. La rauda colaboración del segundo capataz hizo que el extintor resolviera lo sucedido y que volviera a sonar en Ciudad Jardín la Puente Cedrón calmando los nervios de los presentes.

Torreblanca

Desde por la mañana se notaba que era un día especial. Torreblanca había amanecido ilusionada y feliz. El Sábado de Pasión es el día grande del barrio, cuando el Señor Cautivo y la Señora de los Dolores se pasearían por el barrio para visitar a todos sus vecinos y darles toda esa fuerza y esa esperanza que necesitan para tirar luego durante todo el año. Por eso, desde mucho antes de la salida los alrededores de la parroquia de San Antonio se iban llenando de vecinos que, apostados en las vallas de seguridad, aguardaban pacientemente la salida de la cofradía. Se notaba que era día grande porque cada uno se había puesto sus mejores galas. Traje, corbatas y tacones imposibles se iban acercando al templo mientras una larga cola de nazarenos esperaba su turno para acceder al interior de la parroquia.

Puntualmente, la Cruz de Guía se plantó en la calle y el cortejo recorrió primero, como siempre, las zonas más humildes de la barriada para que sus vecinos vieran como Dios y su Madre iban a visitarles a la misma puerta de su casa. Durante varias horas, Torreblanca fue una fiesta y sus vecinos recibieron toda la gracia posible para poder tirar otro año junto a su hermandad.

Divino Perdón

Pasaban algunos minutos de las cuatro y media del Sábado de Pasión cuando en Alcosa sonaba En tus manos mi perdón, que interpretaba la banda de La Estrella de Dos Hermanas. Era, sin duda, el mejor preludio de lo que este sevillano barrio estaba a punto de vivir. El imponente nazareno que tallara Navarro Arteaga allá por 2002 asomaba por el dintel de la puerta. A la izquierda niños del barrio y a su derecha, los más mayores del lugar. Lo nuevo y lo añejo se daba la mano. La ocasión lo merecía. Nervios e ilusión se juntaron para disfrutar de una jornada radiante. Como radiante lució María Purísima de la Concepción, que en esta ocasión apareció en su barrio vestida por las manos de José Antonio Grande de León por vez primera. No fue el único estreno que presentó. La primera tanda de la candelería también era nueva. Por si fuera poco, detrás de ella otra novedad, en este caso musical, pues la Soledad de Cantillana acompañaría al Palio del Divino Perdón por vez primera. No fue una estación de penitencia fácil. La rampa de salida dificulta sobremanera la maniobra a sus costaleros y la altas temperaturas registradas, se pegaban a los antifaces negros de sus hermanos como la cera a los guardabrisas.

San José Obrero

En el templo todo son nervios de última hora. Hay ganas, demasiadas. En la calle todo es expectación. Vecinos apostados en las vallas, asomados en balcones y deseosos por ver cómo la hermandad de su barrio, aquella que nació de la devoción al santo de primeros de mayo, ha ido madurando como cofradía más de lo que dicen los años.

El crujir del cancel acelera los pulsos. Puntual y medido, como todo lo que ocurre en San José Obrero, los primeros nazarenos asoman por las calles del barrio. Son ya más de 250 almas de vísperas que poco a poco han ido vistiendo su cortejo. En sus filas, un aluvión de monaguillos que sueñan con ser nazarenos del mañana. Ellos a lo suyo y mientras tres golpes de llamador de Antonio Santiago colocan al Cristo de la Caridad en el dintel de la parroquia. «Poco a poco ustedes», repite para salvar la maniobra de su cuadrilla. Silencio en la calle y emoción entre sus hermanos. Con los sentimientos lanzados, San José Obrero seguía su recorrido. Ahí radicaba la principal novedad de este año, en un itinerario más amplio que llevaba a la cofradía a visitar la Basílica de María Auxiliadora y la residencia de ancianos de la Carretera de Carmona.

Allí esperaban a su madre de los Dolores que este año, además, lucía la remozada corona que habían intervenido los Hermanos Delgado. El resto lo ponían los músicos de la banda de la Virgen del Castillo de Lebrija. Sus sones eran el complemento perfecto para un palio de barrio que a su paso despertaba las emociones de un Sábado de Pasión vestido de víspera eterna en San José Obrero.

Palmete

Doscientos nazarenos de antifaz burdeos y capa marfil dibujaron ayer el horizonte en la sevillana barriada de Padre Pío. Nuestro Padre Jesús de la Salud y Clemencia y la Santísima Virgen Madre de la Divina Gracia dieron ayer una lección de catecismo a la gente de su barrio.

Una salida, quizás, demasiado temprana –15.10 horas–, aunque eso no supuso una merma en el público que se congregó ayer en los alrededores de la Parroquia del Buen Pastor y San Juan de la Cruz. La estación de penitencia realizada por la corporación de vísperas no estuvo exenta de incidentes. Poco después de rebasar la verja que sirve como antesala al templo, el equipo de priostía tuvo que quitar de la primera línea de la candelería del paso del palio un ramo de flores de cera que estaba flojo. Además, el brazo derecho del Señor se descolgó de su posición habitual, algo que fue solventado con celeridad y muy discretamente.

No obstante, nada pudo empañar el recorrido de una cofradía de barrio que no solo es esperada el Sábado de Pasión. Es muy importante la labor de la bolsa de caridad de la corporación, que reparte alimentos durante todo el año entre las familias más necesitadas del barrio.

Agrupación San Jerónimo

La semilla cofrade sigue creciendo en San Jerónimo. Por segundo año consecutivo, la agrupación parroquial de Nuestro Padre Jesús del Amor en su Divina Misericordia realizó ayer estación de penitencia por la feligresía de la zona del Patronato. No lo hizo solo. Estuvo arropado por la gente del barrio, la que le reza todos los días, y también por una nueva imagen: Simón de Cirene, una obra del imaginero sevillano Mariano Sánchez del Pino que carga la cruz sobre su espalda de una manera inusual tras la tercera caída del Señor. «Ya va tomando forma el sueño del misterio», reveló emocionado el vicepresidente primero, Javier Dorado, poco antes de sumarse a la comitiva de hermanos de traje de chaqueta con cirios. La cornetería de la banda del Cristo de la Sangre de San Benito sopló con fuerza en las calles Mejillón y Boquerón, por donde se adentró el paso. En la parroquia del Rosario quedaba la madre, a la espera de su regreso al filo de la madrugada. Hay quien anhela el momento en el que pueda procesionar también la dolorosa. ¿Será el próximo año?