Los héroes de la Carretería

Las cuadrillas de costaleros bordan una complicada salida, que dedican a la recuperación del herido grave de las carreritas de la Madrugá

Manuel J. Fernández M_J_Fernandez /
14 abr 2017 / 19:57 h - Actualizado: 15 abr 2017 / 14:39 h.
"Viernes Santo","La Carretería","Semana Santa 2017"
  • El misterio de las Tres Necesidades, por las calles estrechas del Arenal. / Jesús Barrera
    El misterio de las Tres Necesidades, por las calles estrechas del Arenal. / Jesús Barrera

En los bares del Arenal no se hablaba de otra cosa. «Yo tuve que aguantar hasta tres réplicas en media hora. El cuerpo de nazarenos no se descompuso aunque teníamos el miedo metido en el cuerpo», referían en la sobremesa de uno de los veladores del Serranito. Caía el sol a plomo en las revueltas de Toneleros y Techada cuando se abrían las puertas de la capilla de la Carretería. Una oportuna nube alivió la espera: «¡Échale el ancla! ¡Fijarla ahí!», se escuchó con gracia a pie de calle, mientras los nazarenos aterciopelados derramaban elegancia y romanticismo en su desembocadura hasta la calle ancha de andares toreros y grandes tardes de gloria.

Una nube de incienso se elevaba en la delantera del paso de misterio, donde el capataz Juan José Cobos daba las primeras órdenes para una salida complicada: «Esta levantá va nuestro hermano Julio Montoro, que debía estar aquí con nosotros pero que tiene a su padre ingresado en la UCI a consecuencia de las carreritas de la Madrugá. Va por él, para que se ponga pronto bueno gracias a su Cristo de la Salud». Lo que siguió después fue casi un milagro. Cuerpos a tierra, revirar a la derecha cuando aún todavía no ha terminado de salir el paso y sortear el balcón de en frente con un paso de grandes dimensiones y volúmenes. Impecable el trabajo de esta cuadrilla de costaleros, que tras la Marcha Real, contó con los acordes de la marcha Cristo del Amor, a cargo de banda de cornetas y tambores de las Cigarreras.

Ya fuera por el calor que se hacía cada vez más insoportable o por las ganas de disfrutar del palio decimonónico del antiguo gremio de los toneleros, lo cierto es que más de uno tuvo la sensación de que se habían multiplicado los nazarenos de la Virgen del Mayor Dolor. La espera mereció la pena. La imagen estrenaba una nueva saya bordada por Manuel Solano que sigue el diseño de las Hermanas Antúnez, tan característico de esta dolorosa. Lucía en uno de los varales delanteros un crespón negro por la muerte el pasado Miércoles Santo del hermano Andrés Rivera, que durante muchos años acompañó vestido de nazareno a la Virgen del Mayor Dolor. ¡Qué conjunto más perfecto!», señalaron con acierto. En ello seguro que ha tenido también que ver el nuevo vestidor, Antonio Bejarano, y el acompañamiento fúnebre de la banda de música de las Cigarreras. Una delicia de la tarde del Viernes Santo.