Manuel González, obispo fundador

Fue amigo y colaborador de Sor Ángela de la Cruz, Marcelo Spínola y Maestre, Francisco Tarín, Manuel Siurot, Andrés Manjón, los hermanos Álvarez Quintero... Siempre al servicio de la infancia desprotegida

15 oct 2016 / 09:05 h - Actualizado: 15 oct 2016 / 09:11 h.
"Religión"
  • El obispo rodeado de niñas en una de las escuelas que fundó. / El Correo
    El obispo rodeado de niñas en una de las escuelas que fundó. / El Correo
  • El obispo Manuel González. / El Correo
    El obispo Manuel González. / El Correo
  • La experiencia vivida en Palomares del Río ante un sagrario abandonado le marcó para toda su vida, dedicándose desde entonces a propagar la devoción a la Eucaristía, y proclamando la frase que después quiso que fuera su epitafio: «¡Ahí está Jesús! ¡Ahí está! ¡No lo dejéis abandonado!». / El Correo
    La experiencia vivida en Palomares del Río ante un sagrario abandonado le marcó para toda su vida, dedicándose desde entonces a propagar la devoción a la Eucaristía, y proclamando la frase que después quiso que fuera su epitafio: «¡Ahí está Jesús! ¡Ahí está! ¡No lo dejéis abandonado!». / El Correo

Manuel González García (Sevilla, 25 de febrero de 1877 - Madrid, 4 de enero de 1940), también conocido como Obispo del Sagrario abandonado, fue un sevillano obispo de Málaga y de Palencia, fundador de la Unión Eucarística Reparadora y de la congregación religiosa de Misioneras Eucarísticas de Nazaret. Fue beatificado el 29 de abril de 2001, por el pontífice Juan Pablo II. El 3 de marzo de 2016, el papa Francisco aprobó el decreto que le reconoce un milagro. Luego se fijó la fecha de canonización para el día 16 de octubre de 2016, en el Vaticano.

Cuatro titanes de la enseñanza de los niños pobres, cuatro titanes de la Iglesia al servicio de la infancia desvalida, personajes claves del primer tercio del siglo XX, que tuvieron especial protagonismo en la Sevilla de finales del siglo XIX y primera mitad del siglo XX, fueron:

Manuel González García (Sevilla, 25 febrero 1877-Madrid, 4 enero 1940), beatificado por el Papa Juan Pablo II en Roma el día 29 de abril de 2001, «por bueno, por sabio, por generoso maestro de niños pobres». Fundó la Congregación de las Misioneras Eucarísticas de Nazaret.

Andrés Manjón (Sargentes, Burgos, 1846-Granada, 1923), sacerdote y pedagogo creador de las Escuelas del Ave María, cuyo magisterio se dedicó íntegramente a los niños pobres, sobre todo los gitanillos granadinos, imponiendo las escuelas al aire libre en el propio hábitat de los escolares. Fue iniciado su proceso de beatificación en 1936.

Santa Ángela de la Cruz (Sevilla, 30 enero 1846-2 marzo 1932), beatificada por el Papa Juan Pablo II en Sevilla el día 5 de noviembre de 1982, dedicó su vida a los pobres y muy especialmente a la formación de la infancia. Fue canonizada en Madrid por el Papa Juan Pablo II en 2003.

Manuel Siurot Rodríguez (La Palma del Condado, Huelva, 1 diciembre 1872-Sevilla, 27 febrero 1940), abogado, pedagogo, humanista reconocido por su obra excepcional de regeneración moral y social a favor de la infancia y juventud pobres. A su muerte fue solicitada la declaración de modelo de virtud y santidad.

SEISE SEVILLANO

Manuel González García, nació en el seno de una familia humilde y religiosa, en la calle Vidrio número 22, de la parroquia de San Bartolomé. Sus padres eran originarios de Antequera (Málaga). Tuvo 4 hermanos.

Ingresó en el Colegio San Miguel, de Sevilla, donde se formaban los niños de coro de la Giralda. Antes de los diez años era uno de los seises de la Catedral de Sevilla, grupo de niños de coro que bailaban y cantaban al Santísimo en las solemnidades del Corpus Christi y de la Inmaculada. Seminarista a los doce, tuvo calificación sobresaliente en todos los cursos y en todas las asignaturas. Fueron quince años de estudios, hasta llegar al doctorado en Teología y la licenciatura en Derecho Canónico.

Fue ordenado sacerdote por el Beato Cardenal Spínola, en 1901. Celebró su primera misa el 29 de septiembre de 1901, en la iglesia de la Santísima Trinidad, consagrada a María Auxiliadora, a la que siempre se encomendó como mediadora.

En 1902 fue enviado, por el arzobispo de Sevilla, a Palomares del Río para predicar una misión; ignorado por las autoridades, se dirigió a la iglesia, la cual encontró sucia y abandonada. De rodillas, ante el sagrario abandonado, ante Jesús Sacramentado, Manuel González pensó en la cantidad de sagrarios abandonados que habría en el mundo, recibiendo la gracia carismática que transformó su vida y orientó sus obras eucarísticas.

Su primer cargo fue como capellán de la residencia de ancianos de las Hermanitas de los Pobres de Sevilla. Fue nombrado párroco de parroquia de San Pedro de Huelva el 1 de marzo de 1902, y desde el 9 de marzo, se hizo cargo. Durante 11 años vivió allí, hasta que fue preconizado obispo auxiliar de Málaga. En esta ciudad es conocido como «El Arcipreste de Huelva».

Benedicto XV le nombró obispo auxiliar de Málaga el 6 de diciembre de 1915, y al morir el obispo residencial, fue designado administrador apostólico y después obispo residencial de la misma diócesis.

Fue designado senador en la legislatura de 1918-1919, por el arzobispado de Granada.

La noche del 11 de mayo de 1931 una masa de gente azuzada, incendió el Palacio Episcopal de Málaga reduciendo a cenizas los tesoros archivísticos, artísticos y documentales, así como los de la mayoría de los templos y conventos de Málaga. El obispo salió in-extremis, junto a familiares y religiosas, por una puerta trasera del edificio en llamas, siendo descubiertos por los incendiarios. Pasada la noche en casa de un sacerdote diocesano, ante el clima de tensión y la falta de garantías por parte de las autoridades, el obispo salió de la ciudad, a la que jamás volvería, y tras permanecer refugiado en dos casas de campo de amistades, viajó hasta Gibraltar el 13 de mayo, donde lo acogió el obispo local, Richard Fitzgerald. Permaneció siete meses en Gibraltar, hasta que el 26 de diciembre de 1931, viajó hasta Ronda y luego a Madrid, desde donde rigió la diócesis desde 1932.

Pío XI lo nombró obispo de Palencia el 5 de agosto de 1935. Fueron los cinco últimos años de su vida. Es allí donde conoció, en el Monasterio de San Isidro de Dueñas, al Beato Hermano Rafael. Todavía encontró tiempo para crear su última publicación periódica, la revista infantil Reine, desde su nueva sede diocesana.

FUNDACIONES

Como fundador tiene las siguientes organizaciones: Ramas: Las Marías de los Sagrarios Abandonados para las mujeres, Los Discípulos de San Juan, para los hombres, Los Juanitos del Sagrario, hoy Reparación Infantil Eucarística (R.I.E.), la rama infantil. La Juventud Eucarística Reparadora (J.E.R.), en 1939.

Agrupaciones de religiosos: Los sacerdotes Misioneros Eucarísticos Diocesanos, en 1918, La Congregación de las Hermanas Marías Nazarenas, hoy Misioneras Eucarísticas de Nazaret (M.E.N.), el 3 de mayo de 1921, con la misión de consagrarse totalmente a luchar contra el abandono del Sagrario, La Institución secular de Marías Auxiliares Nazarenas, hoy Misioneras Auxiliares Nazarenas (M.A.N.) en Madrid, de junio de 1933, de perfección evangélica que dependen y colaboran con la congregación religiosa con su mismo fin eucarístico-reparador, La Orden de los Misioneros Sagrarios Calvarios (M.S.C.), destinados a la vida contemplativa y a la defensa de la Eucaristía, en 1939.

TESTIMONIO PAPAL

Palabras del Papa Juan Pablo II en la homilía de la misa de beatificación «Aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro: «Es el Señor»» (Jn 21, 7). En el evangelio hemos escuchado, ante el milagro realizado, que un discípulo reconoce a Jesús. También los otros lo harán después. El pasaje evangélico, al presentarnos a Jesús que «se acerca, toma el pan y se lo da» (Jn 21, 13), nos señala cómo y cuándo podemos encontrarnos con Cristo resucitado: en la Eucaristía, donde Jesús está realmente presente bajo las especies de pan y de vino. Sería triste que esa presencia amorosa del Salvador, después de tanto tiempo, fuera aún desconocida por la humanidad. Esa fue la gran pasión del nuevo beato Manuel González García, obispo de Málaga y después de Palencia. La experiencia vivida en Palomares del Río ante un sagrario abandonado le marcó para toda su vida, dedicándose desde entonces a propagar la devoción a la Eucaristía, y proclamando la frase que después quiso que fuera su epitafio: «¡Ahí está Jesús! ¡Ahí está! ¡No lo dejéis abandonado!».