La lluvia acorta el Miércoles Santo

El temido frente descargó empapando los ánimos de las siete cofradías que asumieron el riego y salieron. El Cristo de Burgos y Los Panaderos se quedaron en casa.

Manuel J. Fernández M_J_Fernandez /
17 abr 2019 / 23:45 h - Actualizado: 18 abr 2019 / 18:17 h.
"Semana Santa 2019"
  • La lluvia acorta el Miércoles Santo

No pudo ser. La lluvia ganó el pulso al Miércoles Santo. Los malos pronósticos se cumplieron y el temido frente alcanzó el centro de Sevilla a las ocho y doce minutos. El resultado fue desolador: regresos adelantados, vueltas sobre sus propios pasos sin hacer la Carrera Oficial, cofradías partidas en dos, refugios apresurados y dos hermandades de la nómina, el Cristo de Burgos y Los Panaderos, que no pudieron ponerse en la calle. En cuestión de minutos se pasó de la incertidumbre esperanzadora de la tarde a la tristeza más absoluta de la noche con una llovizna constante que terminó empapando los ánimos de las siete cofradías que habían decidido asumir el riesgo y continuar con sus estaciones de penitencia.

El primer sobresalto llegaba vía el Consejo de Cofradías quince minutos antes de las seis de la tarde. La corporación de Nervión, que cumplía medio siglo de historia, anunciaba que adelantaba en dos horas su regreso al barrio ante el riesgo inminente de agua. Poco después la hermandad del Carmen Doloroso decidía quedarse en la Catedral a la espera de ver cómo iba la tarde y, si fuera posible, regresar esa misma noche. Los pasos del Señor de la Paz, que estrenaba túnica bordada por Manuel Solano, y la Virgen del Carmen quedaban dispuestos en el altar mayor del templo metropolitano mientras que los nazarenos de la Sed eran los primeros del Miércoles Santo en salir por la Puerta de Palos.

Paralelamente, la junta de gobierno de San Bernardo también alteraba su vuelta al barrio, evitando el rodeo por la Plaza del Triunfo y discurriendo con celeridad por la calle Romero Murube, en la zona de la acera de la Casa de la Provincia. La idea era estar recogidos antes de las once de la noche.

El cielo se ennegrecía por momentos pero se mantenía la calma aunque, nunca mejor dicho, la procesión iba por dentro. El Buen Fin se dirigía a la Campana mientras que La Lanzada y el Baratillo ponían sus cortejos en la calle. Para disfrutar de la salida de la cofradía del Arenal estaban el ex presidente del Gobierno, José María Aznar, en el balcón del edificio frente a la capilla; y su esposa, Ana Botella, en el de la casa de hermandad.

En algunas zonas del centro comenzaba a chispear levemente. Sin embargo, las puertas de San Vicente se abrían de par en par mientras que con celeridad abandonaban el templo los tres pasos. Pero pronto llegaría la primera mala noticia: «El Cristo de Burgos no sale», se confirma a las puertas de la iglesia de San Pedro, donde quedan dentro para un rezo interior los dos pasos, bellamente exornados por Javier Grado. Una pena que no se pudieran contemplar en la calle.

Los goterones se hacían cada vez más insistentes. Se confirmaba que el frente se había ido debilitando aunque continuaba con su trayectoria y decidido a irrumpir en el Miércoles Santo sevillano. En la calle Orfila cundía el desanimo y casi la esperanza de ver al Señor del Soberano Poder, este año ya sí con su olivo. Pasaban doce minutos de las ocho de la tarde cuando la llovizna arreciaba y se constataba lo peor. Los Panaderos suspendía también su estación de penitencia.

Aun con luz de la tarde, La Sed y San Bernardo iban llegando con premura a sus templos. La llovizna alcanzaba ya categoría de chaparrón y acababa de un plumazo con el Miércoles Santo. Se sucedieron llantos y aplausos por igual para alentar a las cuatro cofradías (Siete Palabras, Baratillo, Buen Fin y Lanzada) que estaban en el entorno de la Carrera Oficial y que se veían obligadas a buscar cobijo.

Las Siete Palabras tuvo que volverse sobre sus pasos sin realizar estación de penitencia. Sólo el Nazareno de la Divina Misericordia sobrepasó unos metros el palquillo de la Campana, aunque tuvo que dar marchas atrás. La imagen eran insólita: un paso andando hacia atrás.

La lluvia se hacía entonces insoportable para cualquier cofradía. Al Baratillo le sorprendía en la Carrera Oficial, por lo que aceleró el ritmo hasta dejar a sus dos pasos en la Catedral. Allí coincidieron con El Carmen Doloroso. También lo harían poco después con el palio de la Virgen del Buen Fin, que se volvió para entrar de nuevo por la Puerta de los Palos. La cofradía de La Lanzada quedaba pues dividida en dos: el misterio ingresaba rápidamente en la iglesia colegial del Salvador.

Antes, por esta plaza, había discurrido a paso de mudá el palio de la Virgen de la Palma. Subió hasta Laraña para unirse al paso del Cristo del Buen Fin, que ya se encontraba a buen seguro en la iglesia de la Anunciación.

A las 22.30 horas no había ni rastro de cofradías en la calle. El día se había truncado finalmente. Una hora después los regresos del Baratillo (saliendo por la Puerta de San Miguel), del Buen Fin, La Lanzada, El Carmen Doloroso sirvieron para recomponer de alguna manera el Miércoles Santo y dejar mejor sabor de boca.