Muchos caminos y un solo destino: Rocío

Óscar, Lola, Manuela, Paco o Angustias. Como ellos, miles de personas hacen grande una romería que se convierte en la mayor manifestación de fe mariana

19 may 2018 / 10:18 h - Actualizado: 19 may 2018 / 10:18 h.
"El Rocío 2018"
  • Jesús Barrera
    Jesús Barrera

¿Se habrán encontrado ya Lola y Óscar con la Virgen del Rocío? ¿Se habrán acercado hasta ella vestidos de primera comunión? Su hermandad –Gines– ya ha llegado a la aldea. Ellos no han hecho el camino completo aunque quizás hayan ido el fin de semana hasta esas marismas que copan toda la devoción mariana.

Aún recuerdo las palabras de estos dos hermanos como si de un eco continuo se tratase: «Le pedimos a los Reyes hacer nuestra primera comunión durante la misa de romeros de nuestra hermandad». Y los Reyes accedieron a un ruego de dos niños que quieren a su Virgen por encima de todo: «Nuestros padres y Gines nos han enseñado a querer así a la Blanca Paloma». Después de escuchar un testimonio así, ¿hay duda de todo lo que mueve el Rocío? Óscar y Lola renunciaron a una celebración de ensueño, a compartir un día único con sus amigos y a cualquier tipo de lujo. Lo único imprescindible para ellos era hacer la comunión frente a su Simpecado en un día de romería.

Como los de ellos, muchos corazones que emprenden sus propios caminos en busca del mismo destino. Como las de ellos, muchas almas plenas de satisfacción al agarrarse a la plata labrada de su carreta en busca de la que duerme en las marismas. Como ellos, muchas personas que hacen del Rocío lo que es. Volveremos a ver imágenes bochornosas, mensajes manipulados e historias que nos quieren hacer creer lo contrario pero mientras existan personas como Óscar y Lola, el Rocío seguirá siendo unas de las mayores –sino la mayor– manifestaciones de fe que se conocen en el mundo.

El Rocío es algarabía, diversión y alegría, claro que sí, pero también es mucho más que eso. El Rocío está en los ojos de Manuela. Hace dos meses perdió a su marido –rociero de Tomares– y este año, por primera vez, ha hecho el camino con la filial a la que perteneció su esposo. Nunca le gustó el Rocío y nunca hizo el camino. Este año se ha echado a las arenas. «Él lo quería así. Un trozo de él está conmigo y yo lo tenía que llevar hasta allí».

El Rocío también está en la fuerza de Paco, que hizo el camino estando enfermo de cáncer con la esperanza de llegar hasta ella, o en la fidelidad de Angustias que, con más de 80 años, aún se agarra a la rueda de su carreta y no se perderá «ni un solo camino mientras viva».

Todos han hecho sus propios caminos y no solo durante estos días. Sus caminos vitales los ha conducido a ella, igual que a tantos. En ellos nació la devoción y el amor por una madre que a todos une. Hasta sus plantas llegan hoy miles de peregrinos que se han llevado un año soñando con el encuentro. Ese el Rocío de verdad, el Rocío que mueve a un mundo entero y que emocionó al Papa Juan Pablo II hace un cuarto de siglo. Lo demás, no importa. Lo único relevante es nuestro destino: Rocío.