«No ha lugar por este año al adelanto horario de la Madrugá»
Joaquín Sainz de la Maza, vive con «serenidad» su primera Cuaresma como presidente del Consejo. Entiende que la autoridad eclesiástica haya establecido una regulación de los actos de culto externo y mantiene que no ha lugar a un adelanto de la Madrugá hasta que tenga un plan de futuro
Garantiza que las 19.000 sillas que se mantendrán el Domingo de Resurrección en Carrera Oficial no supondrán una merma en la subvención de las hermandades y admite que ahora hay «más probabilidad» de que una imagen de vísperas presida el Viacrucis.
—¿Cómo afronta su primera Cuaresma como presidente del Consejo?
—Con tranquilidad, sosiego, serenidad y un poquito de paz. Creo que es una época muy importante desde el punto de vista litúrgico en la que los cofrades, como miembros de la Iglesia, tenemos que participar de una forma religiosa y santa.
—El arzobispo ha realizado un llamamiento para que las cofradías, con sus actos de culto externo, no alteren el ritmo de la ciudad. ¿Deben las cofradías ser más comedidas en sus actos externos?
—Es cierto que hay que ser un poquito comedidos porque estamos en una ciudad, y tenemos que ser respetuosos y tolerantes. Siempre hay que tener en cuenta la noción de la medida. Yo no soy quien para dar normas o decirle a ninguna hermandad lo que tiene o debe hacer, pero debemos ser todos conscientes de que vivimos en una ciudad y tenemos que ser un poquito respetuosos y delimitar muy bien todas nuestras acciones, porque de lo contrario puede ocurrir que convirtamos en ordinario lo que debe ser extraordinario. En ese caso tendríamos un serio problema. Las relaciones con el Ayuntamiento, con el Cecop y con Fiestas Mayores son extraordinarias, pero somos nosotros, los cofrades, los que deberíamos tomar en consideración cuál es la medida y dónde está el equilibrio.
—¿Cree que las cofradías han pecado por exceso? ¿Ha habido una inflación de cultos externos en los últimos años?
—Los cultos externos han ido creciendo poco a poco. Del Viacrucis del Consejo y del de la Pía Unión hemos pasado a una cantidad ingente de viacrucis. Eso es bueno si queremos hacer una manifestación de fe, pero a este problema hay que añadir la proliferación de cruces de mayo, que se han convertido en procesiones pequeñas. Eso debemos cuidarlo.
—Y con respecto a viacrucis y rosarios de la aurora, ¿ve demasiado restrictivo que estos cultos tengan que circunscribirse a los límites de sus feligresías?
—La razón de fondo de por qué está estipulado así en la norma no la sé pero, de todas formas, tiene sentido. De lo contrario puede dar lugar a que una hermandad establezca un ejercicio piadoso en el que no sólo traspase los límites de su feligresía sino que incluso recorra tres o cuatro kilómetros. Entiendo que debe de haber una regulación y para eso está la delegación diocesana de Hermandades y Cofradías y el delegado para Asuntos Jurídicos. También ha habido casos en los que en las reglas de la hermandad en muchas ocasiones no estaban previstos estos viacrucis.
—¿Es cierto, pues, que ha habido excesos?
—Ha habido un incremento, incluso en el recorrido de estos actos. Son las propias hermandades las que tienen que analizar y verlo en profundidad y no ver las normas como un intento de control. Porque yo desde luego lo que puedo decir es que al autoridad eclesiástica tiene un respeto a la autonomía de las hermandades digno de tener en cuenta porque ante todo lo que intenta ser es una ayuda. No debemos olvidar que las Normas Diocesanas no sólo afectan a las hermandades de Sevilla, sino a las más de 500 de toda la diócesis. Hay que tener un tipo de medida que sea para todas igual, que no haya excepciones.
—¿Cree que siguen siendo pocas las hermandades que contribuyen al Fondo Común Diocesano?
—Yo creo que sí. Quiero hablar con claridad. A nadie se le ha pedido una cantidad exacta, sino un pequeño esfuerzo. No hay ninguna norma que imponga una cantidad, a pesar de que se había hablado que se podría fijar una aportación bien por el número de hermanos o de acuerdo al presupuesto de cada hermandad. Esta aportación ya está contemplada en el Código de Derecho Canónico. Si una hermandad es pequeña y solo puede aportar 100 euros, que los aporte. Más que una obligación es un deber moral. Yo creo que todas las hermandades deberían hacerlo, dar algo, cada una en la medida de sus posibilidades. Pero algo deberían dar.
—¿Qué lectura deberían hacer las hermandades del nuevo Protectorado Canónico?
—Positiva. Además, no son unas normas exclusivas para hermandades, sino que también afectan a parroquias, fundaciones pías y entes autónomos del Arzobispado. Los cofrades somos muy dados a pensar que cuando una norma proviene de la autoridad eclesiástica es que tras ella hay un sentido fiscalizador. Y no es así. Estas normas están hechas para ayudar a las cofradías a rendir cuentas. Tenemos que tomar en consideración que cada día más la legislación civil está obligando a estas cosas. Para ser un buen cristiano hace falta ser un buen ciudadano y cumplir con las leyes que nos competen.
—El cambio horario de La Resurrección es la principal novedad de una Semana Santa que, a priori, se presenta sin grandes sobresaltos. ¿Mantener 19.000 sillas en la Carrera Oficial para que pase dignamente esta cofradía supondrá alguna merma en la subvención de las hermandades?
—Los números exactos de la tesorería no los conozco. Pero en principio esta medida no debería suponer, no un coste, sino una pérdida de emolumentos para las hermandades.
—¿Es un sacrificio que asume la empresa que instala las sillas?
—Esos detalles no los conozco. Lo que sí sé es que la gestión que está haciendo el tesorero es muy buena en ese sentido y probablemente se pueda compensar.
—El único asunto pendiente parece ser esa demanda de Los Gitanos de adelantar el inicio de la jornada en Carrera Oficial, un adelanto de 15 minutos para que el palio de las Angustias pueda salir de la Catedral con margen suficiente para no interferir en los cultos catedralicios.
—En primer lugar quiero decir que no tengo constancia de lo que me está diciendo. Las hermandades de la Madrugá, como tales, no me han planteado ni a mí ni al delegado esa propuesta. Tengo entendido, a través de las numerosas reuniones que ha mantenido el delegado con los hermanos, que la Madrugá se desarrollará exactamente igual que el pasado año, pidiéndoles además un sacrificio adicional para cumplir los horarios. De todas formas, este es un tema recurrente. Cada equis tiempo se habla que hay que adelantar la Madrugá y yo siempre pienso una cosa: cuando uno tenga un proyecto de presente y de futuro serio y que cuando se vea que en la Madrugá no se puede hacer nada más, entonces sería el momento de hablar del adelanto, antes no, porque un adelanto un año y otro adelanto otro año no soluciona los posibles problemas que puedan existir en un determinado día. Y claro, puede llegar el momento en que te puedas encontrar que Jueves, Viernes Santo madrugada y Viernes Santo tarde sea un todo unitario. Vuelvo a repetir que a mí no me consta que los hermanos mayores de la Madrugá, como tal colectivo, ni hayan ido al vicario ni vayan a ir al vicario.
—¿O sea que, para usted, este asunto está zanjado?
—Para mí, de momento, sí, salvo que surja algún imprevisto de última hora. Cuando las hermandades de la Madrugá tengan un proyecto serio, fundado, de presente y de futuro, no solamente para arreglar desajustes, será el momento de hablar. Para este año, personalmente pienso, que no ha lugar.
—«Si el Martes Santo llegara al colapso, el Consejo tendría que intervenir». Son palabras suyas pronunciadas a raíz de conocerse que, después de desecharse varias propuestas, el Martes Santo seguirá igual. ¿Sigue pensando lo mismo?
—Sigo pensando lo mismo, pero no con el Martes Santo, sino con cualquier día. La responsabilidad de la organización está clarísimamente determinada en los estatutos y en las normas para la Semana Santa que todos los años firma el vicario. Se intentará conseguir de mil maneras el consenso de los hermanos mayores, pero si no lo hay, la junta superior del Consejo está obligada a intervenir.
—La masificación creciente de las filas de nazarenos, la preponderancia de lo accesorio sobre lo fundamental... ¿Cuáles son los principales nubarrones que se ciernen sobre la Semana Santa?
—En el tema de la masificación ocurre como pasó con el Corpus, que ahora hay muchísimas personas que protestan de lo largo que es el cortejo y no nos acordamos de cuando tuvieron que recurrir al mundo de las hermandades y cofradías porque era una procesión tan importante desde el punto de vista litúrgico que prácticamente no iba nadie. La masificación de las filas de nazarenos viene dada casi siempre por un incremento del número de hermanos. Que exista el mundo de las hermandades y cofradías es una bendición en Sevilla y en Andalucía. Y no lo digo yo, lo dice el arzobispo y lo dice cualquier obispo que venga de fuera. Sin ir más lejos, muchas vocaciones proceden del mundo de las hermandades y cofradías. A mí lo que de verdad me preocupa es que se pueda ver la Semana Santa sólo y exclusivamente como un fenómeno de tipo cultural, antropológico y perder el sentido religioso. Los cofrades tenemos que ser y sentirnos responsables de que tenemos que dar un testimonio de la fe que se ha vivido los restantes 364 días del año.
—¿Hay posibilidades de que en este mandato, del que quedan tres años, veamos a una imagen de vísperas presidir el Viacrucis?
—Posibilidad por supuesto. Digamos que si antes ya ha habido posibilidades, yo indicaría que ahora hay más probabilidad.
—¿Y en Semana Santa? ¿Hay algún hueco para encajar alguna nueva cofradía?
—No lo sé, porque los horarios están muy constreñidos y hay días en que están ya condicionados por los cultos de la Catedral. La solución no depende ni del presidente ni de la junta superior. El primer filtro son los hermanos mayores del día al que solicite incorporarse una hermandad.