«Papá, ¿cuántos días quedan para el Miércoles Santo?»

Esta tarde, Alonso vestirá, por primera vez, su túnica de la hermandad del Baratillo. A su lado, su padre. Y es que, en Semana Santa, las ilusiones se cumplen

12 abr 2017 / 09:19 h - Actualizado: 12 abr 2017 / 09:20 h.
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Hoy es Miércoles Santo. La espera ha terminado. Alonso abrirá sus ojos bien temprano. Seguro que el sol no alcanzará a iluminar, aún, el campanario de la Giralda. Lleva muchas semanas preguntándole a su padre: «Papá, ¿cuántos días quedan para el Miércoles Santo?».

Su túnica de la hermandad del Baratillo espera colgada en la barra de la cortina de su cuarto desde hace algunos días. Entonces, cuando su padre la terminó de preparar, Alonso comprendió que no debía quedar mucho para que llegara esa tarde por la que él tantas veces había preguntado y con la que, incluso, había soñado varias noches.

Es el primer año que Alonso vestirá su túnica de cola de color azul. Tendría que haberlo hecho en 2016. Avatares de la vida, le fue imposible. Afortunadamente, su familia superó el trance que se lo impidió. Este año, la ilusión es doble. La suya y la de su padre.

Su progenitor lleva más de treinta años siendo nazareno de su Virgen de la Piedad. A lo largo de su vida ha tenido muchos sueños pero ninguno como este: salir de la mano de su hijo por las puertas de la capilla de la calle Adriano para hacer estación de penitencia a la Santa Iglesia Catedral. Así lo hizo él cuando sólo era un niño. Se cumple el ciclo.

Detrás de cada nazareno hay una vivencia personal, un recuerdo, una emoción. Cuestiones personales y miradas anónimas que se asoman a la ciudad detrás de un antifaz. Solo Él sabe que hay detrás de las millares de miradas que lo buscan vistiendo el hábito nazareno.

Para Alonso, este año, vestirse de nazareno es una novedad. A sus cinco años, aún no alcanza a comprender la dimensión de aquello que está a punto de hacer. Seguramente se pregunte, en solo unas horas, los motivos que explican las lágrimas que caerán por las mejillas de su padre. La razón no será otra que él mismo. No hay más.

Herencias recibidas que se convierten en el mejor de los testamentos. Todos los cofrades soñamos con la persona que lleve por bandera los sentimientos que nosotros les pudimos inculcar. Qué cosas. Hoy, en El Baratillo dos personas cumplirán su propio sueño y cada uno se lo deberá al otro. Alonso, vestirse de nazareno. Su padre, verlo vestido y a su lado.

Las miradas nazarenas son –y así deben seguir siéndolo– anónimas pero hoy pueden buscar las de dos personas. Indaguen entre los 1.700 nazarenos de la hermandad baratillera. Unos ojos verdes mirarán al horizonte bajo un antifaz azul. Su pupila vidriosa luchará contra las lágrimas que pedirán salida. De su mano, de ojos negros y profundos. Son Alonso y su padre. Y es que, en Semana Santa, las ilusiones se cumplen. A partir de mañana, Alonso volverá a preguntar: «¿Cuántos días quedan para el Miércoles Santo?»