Qué pena que la calle Orfila sea tan pequeña

La salida de los Panaderos vuelve a poner hasta arriba de público la estrecha vía

13 abr 2017 / 00:43 h - Actualizado: 13 abr 2017 / 01:13 h.
"Cofradías","Miércoles Santo","Los Panaderos","Semana Santa 2017"
  • La salida de Los Panaderos no decepcionó a las numerosas personas que se acercaron hasta la calle Orfila. / Fotos: Manuel Gómez
    La salida de Los Panaderos no decepcionó a las numerosas personas que se acercaron hasta la calle Orfila. / Fotos: Manuel Gómez

Es una de las salidas más esperadas de la Semana Santa. Los amantes de los grandes pasos de misterio tienen una cita cada tarde de Miércoles Santo en la calle Orfila. La hermandad de los Panaderos, la que cierra la jornada, se pone en la calle a las nueve de la noche y son cientos las personas que no se quieren perder la salida.

Pero hay un problema importante: la calle es tan pequeña que no caben todos los que quieren estar. ¿La consecuencia? Pues una gran acampada de personas –con sillita, por supuesto– que se forma desde Orfila, baja por Javier Lasso de la Vega y enlaza Trajano con la plaza del Duque. Una especie de segunda carrera oficial que bloquea el paso de cientos de personas sin que casi nadie haga algo por poner un poco de cordura para que la gente que lo desee pueda desplazarse con cierta normalidad.

A todo esto hay que sumarle que justo antes de que salga Los Panaderos, pasa justo por delante el Cristo de Burgos, lo cual también invita a que haya más público en la zona con la intención de enlazar las dos cofradías sin moverse un palmo.

Dicho esto, quienes tuvieron la fortuna de estar a pocos metros de la capilla de San Andrés fueron testigos privilegiados de una de las salidas más únicas y espectaculares de la Semana Santa sevillana. Mirando fríamente el paso de misterio y la anchura de la calle, cuesta trabajo imaginar que unas decenas de hombres puedan sacar ese barco de ahí únicamente guiados por la voz del capataz. Pues sí, el milagro de Orfila fue posible un nuevo Miércoles Santo. «No quiero tonterías ninguna», advertía Juan Manuel Martín sabiendo que cada paso debe ser milimétrico y que no hay cabida para un mínimo descuido ni un paso en falso. Y como se esperaba, así fue. Cuerpo a tierra y el olivo prácticamente comprimido al atravesar la puerta fueron el preludio de la gran ovación que el pueblo sevillano le regaló a la cuadrilla. Esta comenzó a andar dejando bien patente su sello y cómo las formas con las que anda este paso de misterio son muy demandadas por los cofrades. Faltaban solo un par de minutos para las nueve y media de la noche y la banda de las Cigarreras comenzó a tocar para deleitar también a los presentes. Este misterio y esta banda han logrado una conexión perfecta que regaló grandes momentos cofradieros a lo largo de toda su estación de penitencia.

Y la Virgen de Regla tampoco se quedó atrás. Si muchos estaban allí por el Señor del Prendimiento, otros muchos también acudieron ante la llamada de la Virgen. Su paso de palio también tuvo que realizar complicadas maniobras para ponerse en la calle y enfilar Javier Lasso de la Vega. No habían dado las diez de la noche y la Virgen de Regla con su características cruces de San Andrés en la candelería ya se paseaba por Sevilla. Santa Ana tocaba la marcha de la Virgen y ya solo hubo que disfrutar. Y hasta bien entrada la madrugada.