Desde el Porvenir hizo estación de penitencia el Martes Santo de 1991 debido al cierre de su templo por riesgo de hundimientos. 25 años después los hermanos del Cerro del Águila han querido agradecer aquella cálida acogida con la Paz peregrinando en rosario de la aurora con su Virgen de los Dolores a la parroquia de San Sebastián. El acto se prolongó durante ocho horas y, en todo momento, contó con la presencia de cientos de vecinos.
Aún no había roto el alba cuando las puertas de la parroquia cerreña se abrieron de par en par. Unos 300 hermanos con cirios alumbraban el camino a la Virgen entre avemarías, varas de nardos y campanilleros con los que iba despertando la mañana. En tres horas, la Virgen alcanzaba la puerta por la que hace un cuarto de siglo salió bajo palio camino de la Catedral. «Es mucha la emoción y muchos los recuerdos, sobre todo, de quienes tanto nos enseñaron a quererla y ya no están con nosotros», comentaba entre lágrimas un hermano metido en la marea devocional que seguía las andas de la imagen, bellamente ataviada con un nuevo manto de camarín azul y plata diseñado y donado por su vestidor, Francisco Carrera Iglesias, Paquili.
Tras la celebración de la misa y el intercambio de recuerdos entre las respectivas juntas de gobierno, la dolorosa del Cerro emprendió el regreso a casa. El recogimiento de la ida dio paso al júbilo en la vuelta. Virgen de la Paz, Coronación... fueron interpretadas por la banda de las Nieves de Olivares en la despedida del Porvenir, donde reinaba la alegría de una coronación inminente.
Ya con la música marcando cada paso afloraron los sentimientos de un barrio donde siempre es Martes Santo y no pesan los kilómetros que se hagan, siempre que sean con sus imágenes. Aplausos, rezos, emociones y mucha ilusión en un público que se mantuvo fiel pese a que comenzó a hacer calor y a notarse síntomas de cansancio. «Esto es el Cerro y aquí nadie se va mientras estén las imágenes en la calle», explicaba convencida una vecina, que se adelantaba un poco para captar con la cámara de su móvil el momento del saludo de la Virgen a la parroquia del Juncal.
Pasada la una de la tarde, la dolorosa pisaba los dominios del Cerro tomando la avenida Afán de Ribera. Sonaba Encarnación Coronada y se desataba otra vez el delirio de un barrio que vibró con este regreso de plata.