Un siglo y trece años después de su nacimiento un ya lejano 1905, Sevilla vivió ayer el que sin duda ha sido el Martes Santo más singular de toda su historia. El de sus ocho cofradías discurriendo en sentido inverso por Carrera Oficial resultó un Martes esplendoroso en lo meteorológico y sumamente eficiente para los fines pretendidos con esta revolucionara propuesta. La jornada discurrió con la precisión de un reloj suizo gracias sobre todo a la extraordinaria predisposición de las hermandades para que este aparente desafío a la lógica y a la historia resultara redondo y a plena satisfacción de principio a fin. Tal es así que las cofradías discurrieron con un excelente ritmo por la Carrera Oficial, sin entretenerse pero tampoco sin renunciar al lucimiento, y algunas de ellas, como San Esteban o Los Estudiantes, anticiparon bastantes minutos su regreso a casa sobre el horario oficial fijado en los nuevos programas de mano. A pesar de algunos ligeros parones en la calle Francos para las últimas cofradías del día, la impresión más extendida es la de que con este Martes Santo exprés ganan las cofradías, aunque a los sevillanos les costara aclimatarse al nuevo tablero de juego y hasta se vieran algo desorientados a la hora de echarse a la calle.
La primera página de este insólito Martes Santo se abrió, como de costumbre, en las calles del Cerro del Águila, donde un año más las campanas de la parroquia voltearon en repique de alegría para despedir a su cofradía. Allí, con la presidenta de la Junta, Susana Díaz; el alcalde de Sevilla, Juan Espadas; y el presidente de la Diputación, Fernando Rodríguez Villalobos, como testigos, se desbordaron todas las emociones cuando el paso de la que es luz y guía de la parroquia, la Virgen de los Dolores, se asomó a las calles a los sones del Himno de Andalucía y de la Marcha Real. Se sucedieron entonces las lágrimas, las sonrisas, se desataron los vivas enfervorecidos «a la Reina del Martes Santo», a «la que lleva el barrio a sus pies». Treinta estaciones de penitencia acumula ya la más joven de las cofradías del Martes, el mismo número de palomas que revolotearon en torno al palio de la dolorosa de Sebastián Santos en una costumbre que ha convertido en hermosa tradición la familia Torrejón, que ayer lloraba la pérdida del cabeza de familia. Como homenaje a sus nazarenos, los dos pasos de la cofradía entraron en su templo de cara a la iglesia. El próximo Martes Santo será muy distinto para esta hermandad. La estación número treinta y uno del Cerro del Águila será ya con tres pasos.
Poco después de salir, los nazarenos de San Esteban discurren por la calle Francos en su recorrido de ida hacia la Catedral en la primera estampa inédita de este Martes atípico. Lirios morados exornan el paso de la burla, donde el Señor de la Salud y Buen Viaje luce la clámide de Carrasquilla. Desde las alturas, se aprecia uno de los principales estrenos de la cofradía: la solería del paso de misterio, cuyo diseño se inspira en el patio central de la vecina Casa de Pilatos. Salvada la ojiva, las primeras mecidas del misterio se acompasan a los acordes de La Clámide Púrpura, la marcha que ha cumplido 25 años y que se ha convertido en la banda sonora de referencia para el paso de este Cristo de la ventana. Las primeras levantás del palio de la Virgen de los Desamparados, que luce los recuperados respiraderos de Juan Fernández de 1965, se dedican «en defensa de la vida». Muy hermosa se presenta la dolorosa de Manuel Galiano con un favorecedor tocado de tul.
En este Martes Santo a la inversa, Los Estudiantes es la tercera hermandad en discurrir por la Carrera Oficial. La petición de la venia de la hermandad ante el palquillo, instalado de forma excepcional ante la reja de la capilla de San Pedro de la Catedral, coincide con la salida del palio de la Virgen de la Angustia desde el Rectorado de la Universidad. Más de 140 monaguillos preceden a cada uno de los pasos de la cofradía universitaria, que a su regreso, ya de noche, dibuja hermosas estampas por el Postigo del Aceite y una calle Tomás de Ibarra, donde la familia del Pali realiza una ofrenda floral. El rector de la Hispalense, Miguel Ángel Castro, preside con túnica de ruan el paso del Crucificado de la Buena Muerte en la última salida de la talla de Juan de Mesa antes de la intervención de carácter conservativo que le aplicará Pedro Manzano. Con azahar en las jarritas delanteras de su majestuoso paso de palio, la dolorosa de la Angustia luce este año más hermosa y más despejada, gracias a los trabajos realizados sobre la estructura del pollero de su manto y que han permitido incluso redescubrir sus perfiles. El arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, se incorpora a la Catedral para presidir el discurrir de la dolorosa de Los Estudiantes bajo las naves catedralicias.
El día funciona con precisión milimétrica cuando los nazarenos de San Benito solicitan la venia a los canónigos Manuel Sánchez y Eduardo Martín Clemens, que son los que presiden el improvisado palquillo de la Catedral, en compañía del presidente del Consejo, Joaquín Sainz de la Maza. En el misterio de la Presentación al Pueblo un discreto lazo negro en un brazo del candelabro lateral más cercano al Señor recuerda la reciente pérdida de Mari Carmen Lorenzana Borrego, esposa del hermano mayor de la corporación de la Calzada. Anochece en la Campana cuando el efectista misterio de Castillo Lastrucci desemboca con sones flamencos y levantando pasiones en el tramo final de esta atípica Carrera Oficial. Hacía tiempo que el público de la Campana no estallaba en una ovación tan cerrada. Claveles rojos y limoniums exornan las andas del Crucificado de la Sangre. La Palomita de Triana se despide de la Campana a los sones de Encarnación Coronada, cuya salve corean sus costaleros con fuerza bajo las trabajaderas. La tribuna de escaleras de las Setas de la Encarnación se convirtieron en improvisados palcos para el numeroso público que aguardó allí el tránsito de una cofradía que dibujó emcionantes estampas en su regreso nocturno por las calles Santiago y Muro de los Navarros.
Santa Cruz, la cofradía que fundó el Martes Santo, transita este año en quinto lugar de la nómina. Claveles de color sangre de toro exornan el monte del primero de los pasos de una cofradía que, gracias a la renovada nómina de esta jornada, recupera su tránsito por el Postigo del Aceite, un enclave por el que dejó de discurrir en 2012 cuando varió su itinerario de ida para empezar a transitar por la plaza del Salvador. Hasta dos saetas suenan en la Campana para el Stabat Mater que conforman el Cristo de las Misericordias y la Virgen de la Antigua. Y detrás, el coqueto palio de la Virgen de los Dolores, que estrena unos candelabros de cola en cuya hechura se aúnan los apellidos más granados de la orfebrería sevillana: los Hermanos Delgado, Armenta y Seco. En las jarritas delanteras del paso, mini rosas y nardos traídos de Zimbabue, perfuman a la dolorosa de Santa Cruz, a la que la Banda del Maestro Tejera acompaña con un exquisito repertorio.
En los Jardines de Murillo no cabe un alfiler cuando los blancos nazarenos de la Candelaria discurren a plena luz de la tarde por el enlosado gris del paseo de Catalina de Ribera. Fue, sin duda, uno de los momentos cumbres y una de las postales más singulares y buscadas de este Martes heterodoxo. Dicen que fue en el año 1927 el último en que la cofradía de San Nicolás transitó a la ida por los Jardines. Ya ha llovido. Este renovado e histórico itinerario ha devuelto a las filas de nazarenos a hermanos de números muy bajos y propiciado que muchos niños se aventuren a enfundarse la túnica: 1.422 nazarenos acompañaron ayer a sus titulares en la que constituye una cifra récord para esta hermandad. Claveles de color buganvilla luce el paso del Nazareno de la Salud, mientras que el exorno floral del palio, de claveles blancos y esquinas de gladiolos, pretende ser un guiño al pasado más reciente de la hermandad. A la habitual representación del Cabildo Insular de Tenerife, se suma este año la presencia del alcalde de Sevilla en la presidencia del palio turquesa y plata de la Virgen de la Candelaria., que desde hace más de medio siglo ostenta el patronazgo del Servicio municipal de Parques y Jardines.
Los Javieres es, sin duda, la cofradía que ha experimentado el cambio más radical en la renovada nómina de este Martes Santo para la historia. De ser la segunda hermandad del día, el enlutado cortejo de Omnium Sanctorum pasa a ocupar la séptima posición y a retranquear la mayor parte de su recorrido a un horario nocturno. Lirios morados embellecen el monte del Crucificado de las Almas. La cofradía visita el convento de Santa Ángela en su recorrido de ida y dibuja estampas inéditas discurriendo por vez primera por la calle Alfarería. Bellísima la Virgen de Gracia y Amparo con el pecherín bordado con el corazón alado.
El Dulce Nombre cerró este Martes Santo diferente en que se clavaron los horarios. La cofradía de San Lorenzo adelantó su salida en dos horas respecto a otros Martes Santos y disfrutó de unas extraordinarias horas de luz. La dolorosa salió por vez primera con luz solar. Una lástima que la Campana presentara media entrada para presenciar las evoluciones del misterio de Jesús ante Anás. Por este punto final de la Carrera Oficial la Virgen del Dulce Nombre discurrió con las dos marchas que le compuso Pedro Morales: Al cielo con Ella y Virgen del Dulce Nombre.
Desde el Consejo se repite que no puede haber una Semana Santa a la carta, pero este Martes Santo se ha merecido al menos que se tenga en cuenta.