Rociando la fe por las calles de Sevilla

Como cada Lunes Santo, la calle Santiago se convierte en una auténtica fiesta de fe y devoción en torno a los titulares de la hermandad de la Redención

Manuel Pérez manpercor2 /
26 mar 2018 / 21:24 h - Actualizado: 27 mar 2018 / 00:15 h.
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  • El palio de la Virgen del Rocío, con el techo de palio cubierto de pétalos y con un original exorno floral, pasa bajo las Setas de la Encarnación. / Fotografías: Jesús Barrera
    El palio de la Virgen del Rocío, con el techo de palio cubierto de pétalos y con un original exorno floral, pasa bajo las Setas de la Encarnación. / Fotografías: Jesús Barrera
  • El misterio representa el momento en que Judas entrega a Jesús con un beso.
    El misterio representa el momento en que Judas entrega a Jesús con un beso.

Este Lunes Santo, en Sevilla reinó el sol y el calor. Sin embargo, allí por la calle Santiago, el cielo descargó una tromba de ilusión y fervor en forma de pétalos. Pétalos que rociaron las calles de Sevilla con la inquebrantable fe hacia la Virgen del Rocío. Un balcón detrás de otro; una petalá detrás de otra. La lluvia era incesante y la malla del techo de palio de la dolorosa de la hermandad de la Redención se convirtió en una auténtica manta de pétalos que iban cayéndose por los huecos de los recortes de las bambalinas con cada levantá.

El Lunes Santo en la calle Santiago comenzó poco antes de las 14.45 horas, cuando tenía prevista la salida la cruz de guía caoba con apliques dorados de La Redención. El olor a azahar ebullía de sus naranjos. Bajo uno de ellos, Remedios Ramos y su hermano José Alfonso contemplaban emocionados la escena. Reme, como le gusta que la llamen, hizo este año una estación de penitencia distinta, sin túnica marfil de cola ni antifaz morado.

Asomaron los ciriales del misterio. Las ramas del olivo se mecían en el interior de la iglesia de Santiago y un susurro mandó a callar la plaza. Levantá a pulso. Sonaba Alma de Dios y, poco a poco, el Señor de la Redención encaraba la primera de las puertas que tiene que salvar antes de salir a la calle, que lo esperaba con el corazón encogido en un puño.

El sol iluminaba el rostro de Judas, que cariñosamente besaba a Jesús antes de traicionarlo. El olivo hacía las veces de plumero y limpiaba el dintel de la puerta. Los costeros por parejo a tierra. Tres cuartos del paso ya estaban en la calle cuando la agrupación musical Nuestro Padre Jesús de la Redención comenzó a interpretar el himno. Cuando por fin el olivo logró salir por la puerta, sus ramas salieron escopeteadas, catapultadas, provocando que unas hojas salieran despedidas de aquel paso.

Mientras el misterio se perdía por la calle Santiago meciendo las ramas del olivo al compás de la música, en el interior de la iglesia, cientos de nazarenos aprovechaban los últimos minutos antes de enfundarse el antifaz de terciopelo verde esperanza. Entre ellas, Charo Padilla que, micrófono de Canal Sur Radio en mano, vestía el hábito nazareno. También estaba por allí Juan Carlos Cabrera, a quien, en esta ocasión, no se puede citar como delegado de Fiestas Mayores, sino como un humilde y orgulloso padre que acompañaba a sus hijas vestidas de monaguillas.

Junto a la estrecha puerta del templo, una mujer contempla emocionada la estampa que un nazareno le dio. No se levantó de su silla en toda la procesión. Los achaques de la edad se lo impedían. El palio se acercaba y ella, esa mujer que no podía sostenerse en pie, derramaba lágrimas que eran como el rocío de la mañana sobre la hierba. Como si de un milagro se tratara, se levantó de su silla y, apoyándose en la valla, cruzó las manos en actitud orante. Quizá estaba contándole algún secreto a esa Virgen cuya estampa guarda en su mesita de noche, dirigiéndole a ella las últimas miradas y palabras del día. Un rezo que buscaba consolar a su Virgen del Rocío, cuyas lágrimas rociaron de fe cada rincón de Sevilla.

La nota discordante la dieron los propios auxiliares de la hermandad en connivencia con la Policía Nacional, quienes no facilitaron la labor de la prensa, a pesar de la acreditación que el propio Cecop concede a los medios de comunicación.