Un aniversario redondo

La Virgen de la O recorrió en una multitudinaria procesión las calles con más historia del arrabal trianero como culmen a los actos del 450 aniversario fundacional de la cofradía

29 oct 2016 / 22:03 h - Actualizado: 31 oct 2016 / 07:18 h.
"Cofradías","Consejo de Hermandades y Cofradías","La O"
  • Hasta 210 cirios integraron la comitiva de acompañamiento, a la que se sumó un rosario de estandartes y representaciones de más de una treintena de hermandades.
    Hasta 210 cirios integraron la comitiva de acompañamiento, a la que se sumó un rosario de estandartes y representaciones de más de una treintena de hermandades.
  • La Virgen de la O es recibida por una masa de fieles. / Reportaje gráfico: José Luis Montero
    La Virgen de la O es recibida por una masa de fieles. / Reportaje gráfico: José Luis Montero
  • Un aniversario redondo
  • La comitiva de autoridades precedió a la salida procesional.
    La comitiva de autoridades precedió a la salida procesional. sevilla
  • La Virgen de la O pasea por su barrio camino a la parroquia de Santa Ana. / Reportaje gráfico: José Luis Montero
    La Virgen de la O pasea por su barrio camino a la parroquia de Santa Ana. / Reportaje gráfico: José Luis Montero

A más de uno de esos cirios rojos de los más pegados a su paso que abrían un camino de luz a la Virgen de la O les empezó a temblar indefectiblemente el mentón, intentando aguantar a duras penas las lágrimas, cuando la sacudida de la primera levantá, aún en el interior del templo, hizo retumbar la plata que labrara Francisco Bautista para su paso. Pasadas las seis y media de la tarde, la dolorosa que gubiara Castillo Lastrucci en 1937 para sustituir a la destruida por la sinrazón sólo un año antes se aprestaba a asomarse a una abarrotada calle Castilla para compartir con su barrio la alegría de un aniversario tan redondo como su nombre. La «Trianera guapa» de la que habla la salve compuesta por José María Jiménez Oliva protagonizaba este sábado una histórica procesión conmemorativa del 450 aniversario fundacional de la hermandad (1566-2016) poniendo rumbo a la Real Parroquia de Santa Ana, destino durante varios siglos de las estaciones de penitencia de las cofradías del barrio hasta que en el año 1830 los cofrades de La O, en un acto de arrojo, cruzaron el Guadalquivir por el inestable puente de barcas.

Fue una jornada de intensas emociones en el viejo arrabal y de permanente recuerdo a los hermanos que desde el siglo XVI han hecho de la devoción al Santísimo Sacramento, a Jesús Nazareno y a María Santísima de la O el santo y seña de sus vidas en este rincón de Triana, siempre el mismo, por cierto. A todo los hermanos que ya descansan al cobijo del Santísimo Sacramento les dedicó el capataz Rafael Ariza la primera levantá de un palio que, a los sones de Aquella Virgen, se terció hacia la capilla sacramental de la parroquia para despedirse del sagrario donde siempre brilla la lamparilla roja y del Nazareno de Pedro Roldán.

Hasta 210 cirios, entre hermanos y feligreses, integraron la comitiva de acompañamiento a la dolorosa, a la que se sumó un rosario de estandartes y representaciones de más de una treintena de hermandades hasta llegar a la parroquia de Santa Ana, escenario de un acto litúrgico en recuerdo de aquellas primitivas procesiones que discurrían exclusivamente por los límites del barrio.

En su camino hasta la Catedral trianera la Virgen de la O fue reencontrándose con los escenarios que han marcado su más reciente historia. En San Jorge, para dejar atrás el azulejo que perpetúa el célebre accidente tranviario de 1943. O en el Altozano, donde la dolorosa recibió por unos instantes la brisa de un río que no quiso cruzar en el año 2007 con motivo de su coronación.

Pancartas con lemas como «Sagrario de Jesús Nazareno», reposteros, banderolas, colgaduras, cadenetas de flores de papel tiradas de un lado a otro de la calle, cuadros con su rostro, colchas, mantones de Manila... Todo parecía ayer poco para engalanar el itinerario por el que el paso de palio de la Virgen de la O, iluminado por una copiosa candelería, discurrió triunfal en una tarde noche cuasi primaveral y con sabor a Viernes Santo.

Antes de alcanzar la Casa de la Abuela Santa Ana, el palio entonado en color violeta de la dolorosa de la O rendía visita en la capilla de los Marineros a su hermana de advocación, la Esperanza, como luego lo haría ante la Virgen de la Estrella. En sus horas postreras la procesión discurrió por calles con tanta historia como Alfarerería y Procuradores, donde los vecinos no repararon en gastos para dispensar a la Virgen la mejor de las acogidas.

MANUAL DEL BUEN COFRADE

Por la mañana, en una parroquia de la O poblada de mantillas negras, con el paso de palio presidiendo el altar mayor y bellamente engalanados con flores los capiteles de las columnas de mármol rojo del templo, en cuyo interior colgaban las siete antífonas mayores que se entonan durante la fiesta de la Expectación del Parto, el arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, había presidido la misa estacional conmemorativa de acción de gracias de esta efeméride, deseando a la hermandad que la salida extraordinaria de su dolorosa fuese «un acontecimiento de gracia» que ayudara a sus hermanos a ser «mejores cristianos y mejores cofrades». «Que no os avergoncéis de Jesucristo, del Evangelio, que deis la cara por el Señor. Sin miedos y sin complejos», les animó. Durante su homilía, el prelado dio gracias a Dios «por los muchos dones que ha derramado» sobre la hermandad de la O a lo largo de estos 450 años y sobre «dieciséis generaciones de hijos de Triana que han cruzado sus miradas con Nuestro Padre Jesús Nazareno y la imagen bendita de Nuestra Señora de la O, encontrando siempre en su mirada consuelo y esperanza». En su alocución, Asenjo desplegó todo un manual sobre lo que «debe ser» una hermandad, «una asociación pública de fieles y aprobada por la Iglesia que busca el culto público de sus titulares, el crecimiento de la vida cristiana de sus miembros y el servicio a los pobres», sin olvidar, dijo, «un flanco importantísimo» como es la formación. «Hoy no basta la fe del carbonero. El arzobispo de Sevilla se sentiría muy dichoso si los cofrades de Sevilla conocieran no ya el catecismo de la Iglesia Católica, de casi 1.000 páginas, sino el compendio de 200 páginas que publicó hace ocho años el Papa Benedicto XVI». En esta línea, el pastor de la Iglesia sevillana insistió en que «el cofrade tiene que ser una persona creyente, orante, que ame a Jesucristo, a la Iglesia, a la Santísima Virgen, y que acuda a misa los domingos. Qué menos se le puede pedir a los cofrades...». La misa concluyó con la entrega de un presente de la parroquia a la hermandad –una medalla con la imagen de Jesús Nazareno y el escudo parroquial– y la lectura de la bendición apostólica del Papa Francisco a una hermandad que ya ha puesto rumbo hacia los 500 años