Una marcha perfecta llamada rachear

La hermandad de San Isidoro ha puesto su cofradía en la calle haciendo gala del luto más elegante

25 mar 2016 / 21:46 h - Actualizado: 26 mar 2016 / 00:54 h.
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  • Hermandad de San Isidoro. / Inma Flores
    Hermandad de San Isidoro. / Inma Flores

Ruán y cera negra para una cofradía de las de antes. Seria, añeja y elegante. Luto y oración en un cortejo perfecto que invita a la reflexión. Un cortejo que, un año más, emergió de la Parroquia de San Isidoro, cuya luz tamizada por las ramas de los naranjos sirvió para enmarcar a Cristo caído y apoyado sobre la roca negra del primero de los pasos de esta hermandad del Viernes Santo. Silencio absoluto y el rachear de las zapatillas costaleras la única banda sonora para una tarde que ha marcado el principio de lo que debe venir: el final.

Este Viernes Santo ha habido una disputa en las inmediaciones de la Parroquia de San Isidoro. Y es que, la quietud callada de la falta de sonido se vio interrumpida por la voz de un saetero con renombre. El Sacri también quiso estar presente en una salida que deja el poso del sentido de esta Semana Santa.

Nuestro Padre Jesús de las Tres Caídas ha lucido la túnica bordada de Patrocinio López, del año 1890. Claveles rojos para un monte piramidal que tiene el honor de ser el más realista de nuestra Semana Santa. Y es que, la roca negra que lo corona simula, a la perfección, el camino que llevó a Jesús hasta el monte del Calvario.

Tras el primero de los pasos, Nuestra Señora de Loreto, que ha salido por primera vez después de su restauración a manos de Pedro Manzano. La Patrona del Ejército del Aire, como siempre, siendo el centro de la pieza única de orfebrería que supone su paso de palio. La palidez de Loreto contrastaba, en su salida, con el tono oscurecido que fue tomando el cielo de Sevilla. Algo hacía indicar que al Viernes Santo no le quedaban muchas horas. Era el principio del ocaso.