Una marea de fervor que no sabe de kilómetros

El calor no impidió que cientos de sevillanos se pusieran en camino para pedir las tres gracias a la Virgen de los Reyes

Manuel J. Fernández M_J_Fernandez /
15 ago 2016 / 20:08 h - Actualizado: 16 ago 2016 / 12:55 h.
"Virgen de los Reyes"
  • Numerosos devotos se encaminaron a la Catedral desde primeras horas de la mañana para acompañar a la Virgen de los Reyes en su habitual procesión del 15 de agosto. / Reportaje gráfico: José Luis Montero
    Numerosos devotos se encaminaron a la Catedral desde primeras horas de la mañana para acompañar a la Virgen de los Reyes en su habitual procesión del 15 de agosto. / Reportaje gráfico: José Luis Montero
  • Los primeros en llegar echaron mano de mantas y butacas de playa para combatir la espera.
    Los primeros en llegar echaron mano de mantas y butacas de playa para combatir la espera.
  • El Correo de Andalucía TV retransmitió la procesión, con Víctor García-Rayo al frente. / José Luis Montero
    El Correo de Andalucía TV retransmitió la procesión, con Víctor García-Rayo al frente. / José Luis Montero

El lleno de la última misa de los peregrinos hacía presagiar una mayor afluencia de público en la procesión. En el interior de la Catedral no cabía ni un alfiler y el bochorno se hacía insoportable. Tanto que María José, Rocío y Paqui, peregrinas novatas de Benacazón, tuvieron que salir fuera a mitad de la celebración. «Hace mucha calor ahí dentro. Nos temíamos lo peor si seguíamos más tiempo», relataban abatidas por el cansancio de haber estado toda la noche andando mientras buscaban un poco de fresco sentándose en el suelo de la plaza. Allí no dejaban de desembocar caravanas de fervor popular entre pañuelos al cuello, varas en las manos y algún que otro chaleco reflectante como terno indispensable para recorrer los kilómetros que llevan a la Virgen.

En la marea de camisetas blancas de los 116 vecinos de Benacazón sorprendía el elevado número de jóvenes que se habían sumado a esta segunda convocatoria organizada por la hermandad de las Nieves. «Es una experiencia muy bonita. Venimos rezando y de convivencia. Creo que es como El Rocío, el que viene una vez repite», comentaba Antonio, un joven de 17 años que, pese a reconocer que «duelen los pies» al concluir el trayecto, «merece la pena vivir la caminata».

Las primeras luces del día descubren una plaza tomada por sillas y butacas de playa en las primeras filas. En una de ellas están Ramona y su amiga que le descubrió todo esto. «Me trajo hace nueve años y desde entonces no falto ni un 15 de agosto. De un año a otro, ya nos conocemos todos. Nos saludamos al llegar y nos despedimos al irnos. Esto es como una parcela de sillas de Semana Santa», relata mientras saca un termo de la bolsa para echarse «un cafelito» con el que «entrar en calor» tras una noche en vela: «Nos ponemos a charlar entre nosotros y recordamos anécdotas de otros años. Además, esto es una vez al año», apunta convencida.

La espera se disfruta en plenitud. Cualquier movimiento previo, por mínimo que sea, reclama la atención de este público entregado y fiel que deja sus vacaciones o la comodidad de sus casas para venir a Sevilla. «¡Mira, ahí están los de La Puebla!», advierte una señora liada en una manta cuando ve cómo cuelgan, a modo de repostero, la bandera del pueblo ribereño sobre una de las vallas que delimitan el itinerario. «Nos gusta ponernos aquí a los pies de la Giralda. Venimos más de cien personas, el más pequeño tiene nueve años».

Hay quien no necesita mirar el reloj para saber que «de un momento a otro» vendrá tocando la banda militar desde la Plaza del Triunfo. Será «el despertador» de quienes han logrado dar «una cabezadita» en la butaca de rayas. Ajenos a la algarabía del momento, salen de la seo Juan José y su hija de diez años: «No ha querido ni dormir con los nervios... No es su primera vez, ya en vino de pequeña en el carrito», refiere este cofrade de la Oliva de Dos Hermanas, que añade que muchos han aprovechado para, tras cumplimentar los requisitos, solicitar el documento acreditativo del Año Jubilar de la Misericordia. «Hemos cumplido la décima edición y nos han dado un pergamino a los promotores», concluye.

La primera gracia de la Virgen –la tradición dice que hay que pedirle tres– tiene siempre el mismo destinatario. Va dirigida al esfuerzo de todos estos grupos que llevan horas esperando. «Le he pedido mucha salud», confiesa Antonio, rosarista de Alcolea del Río que viene con la hermandad del Rosario de Bormujos. Otros, como Gloria, dedican sus rezos a los que no han venido: «Siempre hay un enfermo del pueblo por el que pedir».

Cumplida la tradición agosteña, hay quien emprende el camino de vuelta, ya sea en el coche de algún familiar o en el autobús del pueblo, mientras la patrona principal de Sevilla completa su vuelta por las gradas bajas de la Catedral. El sol cae de pleno sobre los paños de la Giralda mientras se renueva el público con los devotos a los que se les han pegado las sábanas. De nuevo, la plaza se llena. Al final del recorrido, el alcalde, Juan Espadas, lo confirma: «Ha acudido más gente que el año pasado y eso lo hace más atractivo desde el punto de vista turístico». Un nuevo 15 de agosto, triunfó el fervor de los sevillanos.