Ataviada con la saya de la coronación y un nuevo manto liso de tisú de plata regalado por unas hermanas, luciendo la corona de oro que Ramón León labrara para aquel glorioso 31 de octubre de 2004 y presidiendo la coqueta capilla de la calle Feria bajo un gran dosel de damasco rojo. De esta forma ha sido presentada este domingo en su retorno al culto la imagen de la Virgen del Rosario en sus Misterios Dolorosos tras la «restauración parcial» a la que ha sido sometida desde el pasado 5 de noviembre por parte de Pedro Manzano.
La intervención ha permitido que esta imagen titular de la hermandad de Monte-Sión consiga uniformidad en su policromía, acentuando su original «aspecto nacarado», toda vez que han sido subsanados y debidamente limpiados los daños que presentaba la encarnadura, sin entrar en una restauración más profunda. Eso sí, se han aprovechado los trabajos para acometer un cambio en el sistema de las articulaciones de brazos y muñecas de la dolorosa, así como en el tapizado que cubre el candelero. En todo momento se han seguido las pautas marcadas por la comisión artística de hermanos creada para este fin bajo el asesoramiento técnico de Pedro Manzano. Básicamente los trabajos se han centrado en «la fijación y consolidación» de las fisuras que presentaba la policromía. Así, «se ha procedido a retirar la suciedad y las manchas que tenía la imagen. Había que darle uniformidad», ha detallado el responsable de esta intervención que ha tenido un carácter conservador. Aparentemente no son muchas las diferencias, aunque sí «hay algunas», ha subrayado Manzano, quien confirma que «la tonalidad del rostro de la Virgen ya era nacarada». Algo que ahora salta mucho más a la vista.
Donde más se acusan los efectos de la restauración es en las manos de la dolorosa, «la zona más desgastada» por los besamanos. De un tiempo a esta parte, se han ido «oscurecido mucho» a consecuencia, en parte, de la capa de barniz que tenía y que se había ido oxidando con el paso del tiempo. Su aspecto totalmente renovado ha sido lo más comentado entre los numerosos hermanos y devotos que se han acercado a ver de cerca a su Virgen después de «108 días de nostalgia», como ha apuntado el vicario parroquial de San Pedro, Pedro José Rodríguez, durante la misa de acción de gracias que se ha celebrado en la capilla. Previamente, a las diez de la mañana, el sacerdote rezaba las letanías en la calle y abría las puertas a este ansiado reencuentro con la llamada Novia del Jueves Santo, de semblante mucho más nacarado.
El hermano mayor de Monte-Sión, Manuel Soto, se ha mostrado satisfecho con los resultados: «La Virgen del Rosario no ha sufrido grandes cambios. Prácticamente viene igual que se fue. Se le ha retirado la suciedad que tenía para intentar recuperar la policromía original, no ha sido una restauración profunda». A partir de ahora la hermandad seguirá sometiendo esta imagen de casi 500 años de historia a estudios periódicos, especialmente en los momentos previos y posteriores a la salida procesional, «cuando más sufre la talla», según ha advertido Pedro Manzano.