Y Sevilla fue su Huerto de los Olivos

El Señor de la Oración de Monte-Sión protagoniza un exquisito Viacrucis con alta participación de hermanos y bullas en determinados puntos del recorrido

Manuel J. Fernández M_J_Fernandez /
06 mar 2017 / 22:53 h - Actualizado: 07 mar 2017 / 21:33 h.
"Cofradías","Consejo de Hermandades y Cofradías","Monte-sión","Cuaresma 2017"
  • Vídeo: El Correo de Andalucía TV
  • Cientos de personas acompañaron durante todo el recorrido al titular de la hermandad de Monte-Sión en su camino hacia la Catedral. / Fotos: Manuel Gómez
    Cientos de personas acompañaron durante todo el recorrido al titular de la hermandad de Monte-Sión en su camino hacia la Catedral. / Fotos: Manuel Gómez
  • El Señor de la Oración en el Huerto por la calle Hernando Colón.
    El Señor de la Oración en el Huerto por la calle Hernando Colón.
  • El delegado de Fiestas Mayores, el hermano mayor, el director espiritual y el presidente del Consejo de Hermandades a la salida desde la capilla del Rosario. / Manuel Gómez
    El delegado de Fiestas Mayores, el hermano mayor, el director espiritual y el presidente del Consejo de Hermandades a la salida desde la capilla del Rosario. / Manuel Gómez
  • Devotas desde un balcón ante un azulejo con la Virgen del Rosario.
    Devotas desde un balcón ante un azulejo con la Virgen del Rosario.
  • El Señor de la Oración en el Huerto entra en la Catedral. / Manuel Gómez
    El Señor de la Oración en el Huerto entra en la Catedral. / Manuel Gómez
  • Las hermanas de la Cruz reciben al Señor de la Oración en la Casa Madre.
    Las hermanas de la Cruz reciben al Señor de la Oración en la Casa Madre.

La calle Feria puso lo mejor de sí y la ciudad, el resto. El resultado: un Viacrucis exquisito y de bullas en determinados puntos del recorrido en el que el Señor de la Oración encontró en las calles de Sevilla su mejor Huerto de los Olivos. La hermandad de Monte-Sión ha cubierto con creces el encargo del Consejo de Cofradías de recuperar el auge que antaño tuvo este acto central de la Cuaresma, cuyo formato, jornada y sistema de elección ha sido objeto de debate en los últimos meses. Hasta el arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, felicitó «a tantos sevillanos que lo han arropado» durante su reflexión final tras el rezo de las catorce estaciones en el interior de la Catedral.

Las colgaduras que revestían de granate los balcones auguraban una tarde grande en la calle ancha del barrio de la Feria. También la bulla de sobremesa que rebosaba por los portones del bar Casa Vizcaíno. Media hora antes de que el reloj marcara el inicio de este lunes de Cuaresma, muchos eran los que aguardaban tras el vallado dispuesto en el entorno más próximo de la capilla de Monte-Sión. A diferencia de aquellos santos varones a los que les venció el sueño, todos se mantuvieron atentos a la fachada consagrada al Rosario (Regina Sacratissimi Rosarii, se lee en su frontón) y engalanada con reposteros morados. «Hemos llegado a las tres de la tarde. No había nadie pero en un momento se ha llenado todo», explicaba sorprendida una hermana de Monte-Sión que había venido con su hija y su prima desde un pueblo del Aljarafe. Ellas fueron testigos de cómo, de repente, alfombraron con copos de romero y pétalos de rosa los primeros metros de la calle.


Vídeo: Manuel Gómez

A las 17.09, unos minutos antes del horario anunciado, se abrían las puertas a una tarde de oración, que en Feria, siempre es fervorosa aunque no suene la agrupación musical ni haya olivo que siga el compás de una cuadrilla bien hecha. Entre los más de 500 hermanos con cirios morados y trajes oscuros sobresalían los hábitos de dos religiosos: un fraile dominico y un franciscano bastante conocido en la hermandad, fray Ricardo de Córdoba. Entre las últimas parejas asomaba un exultante Rafael Buzón: «Es un momento histórico. La hermandad ha trabajado mucho. Creo que ha merecido la pena», confesaba este ex hermano mayor y uno de los camareros auxiliares del Señor. Sus ojos buscaban constantemente el magnífico paso en el que iba su devoción y la de tantos otros hermanos que no han tenido la dicha que ver cumplido este sueño. A ellos, a los que ya no están, dirigía su mirada el Señor al pisar la plaza y sentir el calor de su gente.

No suele ser habitual en este tipo de traslados pero lo cierto es que el pueblo habló –más bien cantó– en la antigua plaza de los Carros. Hasta dos saetas a pie de calle se escucharon de manera espontánea a «un Cristo arrodillado y de brazos abiertos que reza por toda Sevilla», como diría el padre de Paco Pinillos, un ferviente devoto y gran benefactor del Señor.

«El silencio en la calle Feria» se impuso como decía una de las saetas mientras que la ciudad descubría una imagen que algunos atribuyen a Jerónimo Hernández y otros a Pedro Roldán, pero que puede pasar desapercibida para el público en general en el conjunto del paso de misterio. Por este motivo, la hermandad había dispuesto un majestuoso paso, el habitual de los rosarios de la aurora de la dolorosa y una estética cuidada al más mínimo detalle. Túnica bordada –restaurada y enriquecida para la ocasión en el taller de José Ramón Paleteiro–, un monte de liliums, flor de cera y rosas rojas red naomi traídas de Holanda para que pudiera ser bien visto desde distintos ángulos, los candelabros del paso de misterio y codales de cera morada de 33 centímetros de altura en alusión a la edad de Cristo. «Está precioso. Es una maravilla» susurraban a su paso mientras la capilla musical interpretaba Stabat Mater.

El delegado de Fiestas Mayores, Juan Carlos Cabrera, y el presidente del Consejo, Joaquín Sainz de la Maza, empuñaron sus cirios en la presidencia hasta la iglesia de San Juan de la Palma. Pocos metros después se vivirían las primeras bullas en la calle Santa Ángela de la Cruz, donde cantaron los ángeles de Sevilla mientras el cielo se tornaba gris plomizo.

La comitiva aligeró su paso por la plaza del Cristo de Burgos y Sales y Ferrer, donde se pudo ver a María del Monte con el cordón de hermana al cuello. La caída de la tarde fue cómplice de las bellas estampas que se dibujaron en la Cuesta del Rosario. Juegos de luces, en el río de luces de los tramos con la longitud de una cofradía de capa y el sol del Aljarafe que iluminaba la Giralda. Tanto se aligeró que luego hubo que ralentizar el paso en la calle Hernando Colón. A las 20 horas, con el repique de las campanas catedralicias, el Señor cruzaba el cancel. Dentro el rezo piadoso de una Pasión por la que sudó sangre divina. Es el Getsemaní cuaresmal donde toda Sevilla reza.