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Actualizado: 08 sep 2018 / 09:08 h.
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    COLITA Barcelona, 1940. Ocaña y su amigo Camilo, 1982. Fotografía sobre papel baritado
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    JESÚS UGALDE Madrid, 1964. Audrey B., 1994. Fotografía sobre papel baritado
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    RAFAEL AGREDANO. Detrás de todo gran hombre siempre hay una gran mujer, 1995
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    DAVID TRULLO Madrid, 1969. Pure Silk, 1999. Fotografía sobre papel Hahnemühle

Dos siglos. Dos países completamente distintos [España]. Dos sexos. Multitud de variantes. Un solo género, el humano. Una identidad única, la propia de cada cual.

Desde tiempos inmemoriales las personas se han disfrazado. Monarcas, chamanes, sacerdotes, o guerreros buscaron diferenciarse del resto de la sociedad por medio de los tatuajes, las pinturas de guerra, con túnicas, plumas, pieles, o purpurina. También desde el inicio de la civilización se establecieron características de género diferenciadas para el varón y la mujer, que variarían con el transcurrir de los imperios y de las eras. Simultáneamente al establecimiento de estas premisas, aparece la tentación de travestirse, generalmente para disfrutar de los derechos atribuidos al otro sexo, o con motivos lúdicos, como en el carnaval. Muchas mujeres tuvieron que vestirse como un varón para poder viajar, estudiar, o dirigir las tareas de gobierno. Casi todos los hombres aprovecharon bacanales y festejos para sacar el «algo» femenino que llevan dentro, para sentir la otredad. Hablamos, claro está, de códigos estéticos y de indumentaria.

Fue durante el periodo de entreguerras cuando el travestismo comenzó a utilizarse como un acto político. En París, Berlín, y Nueva York algunos varones se mostraron en espectáculos públicos exageradamente propuestos de mujer, provocando una reflexión sobre el género que movería la sociedad hasta traernos al presente. El mismo fenómeno se manifestó en España tras la larga agonía del dictador, y la apertura de la transición.

El acto es casi siempre lúdico, pero reivindicativo. Busca interrogar a la comunidad sobre lo equívoco de sus códigos, en relación a la diferencia entre realidad y apariencia, a lo distinta que es la exageración cuando es buscada o azarosa, en torno al fetichismo y la usurpación.

La modernización de España fue queer o no es. Paco España, Pedro Almodóvar, Ocaña, Anarcoma, La Veneno, Fabio McNamara, Carmen de Mairena, Topacio Fresh, o Alaska, fueron decisiv@s en desanudar las mentalidades. Hubo un instante mágico, cuando el españolito -desde Cantillana a La Isleta- se dio cuenta de que podía sentarse delante de un espejo y pintarse como una mona siendo un hombre, sin que eso alterase la «unidad de destino en lo universal». Había que enfrentarse al inmovilismo. Peldaño a peldaño se fue conquistando la libertad.

La exposición de Tabacalera documenta ese momento, y su evolución hasta el pasado más cercano -2015-, recogiendo a los más importantes fotógrafos que lo plasmaron, o trabajaron con él: Cristina García Rodero, Álvaro Villarrubia, Ouka Leele, Pablo Pérez-Mínguez, Alberto García-Alix, o Colita, entre otros. Varios de ellos han sido galardonados con el Premio Nacional de Fotografía, creado precisamente en 1994 para certificar el motor que esa disciplina representa para todas los demás, su capacidad de influir en lo colectivo, y su alcance para condensar la actualidad y meditar sobre ella.

Algunos artistas son documentales, capturan momentos que ahora entendemos que fueron decisivos, o a personajes importantes en un momento seminal, como hace Pérez-Mínguez en «Pedro drag», Ouka Leele con el retrato sebastianesco de «Bibi Andersen», o Javier Porto con «Carlos y Fabio en escena». Casi todos buscan impactar en el espectador, y preparar su mirada para ver el mundo de otra manera, son los casos de «Pure Silk» de David Trullo, o «Hagas lo que hagas ponte bragas», de García Rodero. La selección recoge todas las sensibilidades, transita todos los cruces, pretende hacer tabla rasa de todos los prejuicios, siempre desde la ironía y la sorpresa –véase «Audrey B» de Jesús Ugalde-. Instantáneas tales que «I want to be Lee Miller» de Carmela García, o «Autorretrato. Mi lado femenino», de García-Alix, subliman la capacidad del objetivo para el retrato psicológico

«En plan travesti» es una frase de la canción de Fangoria «Miro la vida pasar».

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EN PLAN TRAVESTI [Y RADICAL]

FOTOGRAFÍA Y TRANSFORMISMO EN ESPAÑA ENTRE DOS SIGLOS. 1975-2015

SALA TABACALERA. LA FRAGUA. MADRID

29 de junio a 9 de septiembre 2018

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