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Actualizado: 11 sep 2018 / 10:02 h.
  • La bailaora Patricia Guerrero ha estrenado en el Teatro Central el espectáculo ‘Distopía’ en el marco de la Bienal de Flamenco. / Manuel Gómez
    La bailaora Patricia Guerrero ha estrenado en el Teatro Central el espectáculo ‘Distopía’ en el marco de la Bienal de Flamenco. / Manuel Gómez

Según el diccionario de la Real Academia, la distopía describe un mundo imaginario indeseable. Este espectáculo, donde la realidad se funde con el sueño, gira en torno en a ese concepto proponiendo un viaje hacia la profundidad de todas las emociones que se encuentran en las entrañas del arte flamenco.

Partiendo de esa premisa, Juan Dolores Caballero concibe la dramaturgia como una suerte de reflexión introspectiva sobre los límites del sueño y el delirio que se adentra en el terreno de las pulsiones inconscientes, que no son precisamente positivas. Para ello se sirve de toda una gama de símbolos que remiten al teatro contemporáneo, tal vez demasiado teniendo en cuenta que se trata de un espectáculo dirigido a un público flamenco que desconoce sus claves.

La realidad la marca el devenir del tiempo, representado aquí por el ritmo, marcado a la manera de un metrónomo, que dirige los movimientos de Patricia Guerrero durante la primera escena con una coreografía sumamente precisa que ella ejecuta con absoluto virtuosismo. A partir de esa escena la bailaora reproduce un imaginario poblado de figuras inquietantes, aunque también divertidas, como cuando sueña con ser tan fuerte como un hombre. Aquí el baile flamenco se impregna de una gestualidad bastante cómica que descoloca al espectador, apuntando al placer de la sorpresa. Pero ese gozo se disipa pronto. Y es que, empeñada en recalcar la ostentación de la fuerza como señal del poder masculino, la escena abusa un tanto de la duración y la reiteración de los movimientos y se centra más de la cuenta en una sola emoción: la rabia, que por cierto también prima en los tientos del principio. Por fortuna, cuando la música por soleá se adueña de la escena la bailaora nos regala una pieza, a compás de la canción lírica interpretada con torrente expresivo por Alicia Naranjo, absolutamente conmovedora. A partir de ahí la bailaora se entrega al desenfreno, su baile se torna potente, provocador, desmedido y contenido a un tiempo, hasta llegar a la locura con un pieza por cantiñas que nos recuerda a Pina Bausch, aunque tan repleta de pasión y flamencura que enardeció al público.

La música de Dani de Morón refleja con riqueza de matices las emociones que Guerrero convoca con su baile y su interpretación en directo demuestra su absoluto dominio y maestría, al igual que la de Agustín Diassera en la percusión y José Manuel Posada Popo en el bajo y el contrabajo. De la misma manera, Sergio El Colorao despliega con su cante todo un caudal de melismas y requiebros que se funden con los del baile. En ese sentido cabe destacar también la complicidad de Ángel Fariña al (baile flamenco) y Rodrigo García Castillo (danza contemporánea), quienes salpican la obra de frescura y desenfado.

Distopía

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Teatro Central. 9 de septiembre. Dirección artística y coreográfica y baile: Patricia Guerrero. Dramaturgia y dirección escénica: Juan Dolores Caballero. Intérpretes: Ángel Fariña, Dani de Morón, José Manuel Posada, Popo, Agustín Diassera, Sergio El Colorao, Alicia Naranjo, Rodrigo García Castilla.