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Actualizado: 12 sep 2018 / 07:00 h.
  • La músico sirio-sevillano Fahmi Alqhai, en una imagen de archivo. / El Correo
    La músico sirio-sevillano Fahmi Alqhai, en una imagen de archivo. / El Correo

Intérprete de larga trayectoria en la música antigua, vuelve a ponerse flamenco en la Bienal con Romances. Entre Oriente y Occidente, hoy en el Real Alcázar.

—Este es el tercer trabajo que hace de maridaje entre el flamenco y la música clásica. ¿Se puede hablar ya de una línea de trabajo estable en el tiempo?

—Sí, se podría decir así. Cuando empecé era todavía un acercamiento a una música que yo amaba, que he escuchado muchísimo y que respeto, y en la que gracias a gente como Arcángel, Rocío Márquez, Dani de Morón o Miguel Ángel Cortés he logrado sentirme muy cómodo y con recursos para poder explotarlos. Esta propuesta tiene mucha carga de flamenco, pero hay también una persona con mucho peso, Ghalia Benali, que me ha ayudado a sacar una raíz oriental que tenía dormida. Hacía tiempo que quería ponerla en pie, y ahora va a ser posible complementándose muy bien con el flamenco.

—¿Hay un trabajo musicológico de conexión entre ambas músicas, o solo se trata de reunir repertorios?

—Hay, hay trabajo. Con Rocío Márquez fue todo mucho más personal. Intentamos hacer un par de piezas no de recuperación, porque ya estaban recuperadas, sino de revalorización de textos antiguos, pero como digo desde una perspectiva muy personal. En este caso nos hemos ido más a la fuente, que no sale solo en lo puramente musical, sino también en lo poético y lo histórico. No me gusta la expresión Alianza de Civilizaciones, sí el concepto de arte por encima de las motivaciones políticas, para reivindicar que los seres humanos somos todos uno. En los romances hay mucho de encuentro y desencuentro entre cristianos y árabes. El flamenco recoge mucho de eso también, pero nunca se sabe si los cristianos cantan la toma de Granada con mucho placer o si lo hacen, como parece, con bastante tristeza. También hemos enfocado la problemática de Medio Oriente, y hay textos que cantan al desastre humanitario de los últimos años.

—Jordi Savall, ¿es el faro, su referente para todos estos proyectos?

—He trabajado con él diez años, y me parece más que un músico como la copa de un pino. Es un humanista. Hay a quien no le gusta y lo critica abiertamente, pero no hay más que ver su trayectoria. Para mí, trabajar con él, como referente de la viola da gamba y de la conexión entre culturas, es algo que me ha dejado una huella profunda. No es que me defina como muy savallesco, hay cosas suyas que no comparto, pero no niego esa influencia.

—¿Existe en música el riesgo de caer en el cliché orientalista, como sucede con la literatura y la música?

—Es verdad que hay cosas muy manidas en los encuentros con la música oriental, no lo voy a negar. Pero yo he esperado muchísimo tiempo para tirarle un lazo a esa música que fue la de mi infancia, mi primer idioma, la primera que he escuchado. No se puede decir que en mi caso sea un cliché, ya he dicho que lo tenía como raíz dormida. Por eso ha sido tan maravilloso el encuentro con Ghalia, fue conocerla y pensar: «Tengo que hacer algo con ella». Romances es un sumatorio de todo eso.

—¿Cómo ha sido el engarce de las tres voces, Ghalia, Carmen Linares y la soprano Mariví Blasco?

—Carmen Linares ha rescatado los cantes de Granada que tienen esa huella del mundo gitano y árabe. Ha sido un gran potaje y tengo ya ganas de ver el resultado en el escenario. En cuanto a Mariví, hay que decir que no es una soprano al uso, de las que solo cantan sus arias de Mozart. Es una de las fundadoras de nuestro grupo, Accademia del Piacere, estuvo en el proyecto de Arcángel, también ha hecho cosas de danza contemporánea, es una persona de escenario y entiende muy bien dónde está. Yo no habría metido a una soprano de corte clásico, tiene mucha sensibilidad por lo que no es clásico, y ha funcionado muy bien, también con Ghalia. Le van muy bien los romances antiguos del siglo XIV, los hace estupendamente y les da un puntito más popular que clásico. Está en el punto justo.

—¿Existe en la música antigua un purismo comparable al que hay en el flamenco?

—Siempre hay gente purista por todos lados. Y no es una raza a la que yo rechace ni odie, ojo. Hay colegas que no los pueden ni ver, pero no es mi caso. Creo que tienen su función, son los grandes cancerberos de una tradición, de una foto del arte en un momento dado. Si todas las críticas fueran positivas, no tendría sentido. No me dejo guiar por la crítica, ni buena ni mala. Las positivas son como si tu madre te dice lo guapo y lo listo que eres. Pero es más importante responder a la pulsión que tiene cada uno, y respetar el repertorio y al público.

—¿Romances es un espectáculo para flamencos, para amantes de la música antigua, o fifty-fifty?

—Yo convocaría a todo el mundo. Hay mucha música antigua, mucho flamenco y mucho mensaje. Son músicas que han unido a las distintas religiones en esa época que va del siglo XIV al XVII, teniendo al flamenco como resultado de ese tipo de uniones y mestizajes. Tienen que venir a verlo para saber qué es.