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Actualizado: 18 sep 2018 / 10:51 h.
  • presntación del espectáculo ‘A grito pelao’. / Bienal de Flamenco
    presntación del espectáculo ‘A grito pelao’. / Bienal de Flamenco

“Un regalazo que nos damos como hijas, como madres y como abuelas”, así define Rocío Molina su último espectáculo, que nació de lo que en principio no era más que un deseo por parte de ella: ser madre. Y justo cuando el proyecto comenzaba a tomar forma el embarazo se hizo realidad y la bailaora se sintió una diosa agradecida a la ciencia y a la figura del hombre universal (su embarazo es el fruto de una inseminación), pero le invadieron los miedos y estuvo a punto de suspender indefinidamente el proyecto.

Por fortuna pudo más su inquietud creativa y supo tratar y volcar sus miedos en el espectáculo, que se define como una hermosa reflexión sobre la maternidad y el universo emocional femenino. No en vano la creación es producto de la labor de cuatro mujeres: la bailaora, Rocío Molina, la cantante, Silvia Pérez Cruz, la madre de Rocío Lola Cruz y otra que está todavía escondida pero cada vez que escucha la guitarra se mueve con alegría. De hecho, según su futura mamá desde que comenzaron los ensayos se mueve siempre a la misma hora: la hora de la función.

Que la madre de Rocío, Lola Cruz forme parte del espectáculo no es casual, pero tampoco fue algo decidido al principio. Surgió, según Rocío, durante el proceso de creación. Al principio la idea era que apareciera su voz en off, pero sin saber cómo acabaron las dos bailando. Claro que, aunque nunca llegó a dedicarse a ello, el rol de bailarina a Lola no le resulta del todo ajeno. De pequeña fue elegida nada más y nada menos que por el coreógrafo Béjart para formar parte de su elenco infantil.

El encuentro con Silvia Pérez Cruz tampoco fue algo plenamente deliberado. Se conocieron en un avión y se confesaron su mutua admiración. La cantante tenía que venir a Sevilla a actuar esa temporada a nuestra ciudad, al Teatro Lope de Vega. Durante su actuación invitó a Rocío a subir al escenario y durante esa improvisación surgió una conexión brutal y mágica que las dejó con ganas de repetir. Así que cuando volvieron a encontrarse y Rocío contó a Silvia que quería quedarse embarazada y montar un espectáculo alrededor de esta idea ella, que también es madre, no dudó en participar y volcarse en el proyecto, del que destaca su valentía, y no solo por el embarazo y todos los cambios que conlleva, sino porque ambas han partido de incluso anular su estilo para llegar a un material nuevo que definen como “masa madre”. Para ello Rocío ha buscado la fuerza en la quietud, para lo que ha necesitado mucha paciencia. De hecho es una cualidad que tanto ella como Silvia valoran como una herramienta imprescindible para poder llegar a asumir, de alguna manera, la una el papel de la otra. De ahí que Silvia reconozca que este trabajo le ha descubierto un mundo sensorial y corporal en su papel de comadrona con el que ha descubierto algo tan esencial como el “estar”, una fuerza para ella nueva que se ha volcado en las canciones que ha compuesto para el espectáculo, que se adueñará del escenario del Teatro Maestranza hoy, martes 18 y mañana, miércoles 19, dentro de la programación de la Bienal de Flamenco de Sevilla.