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Actualizado: 20 oct 2018 / 18:28 h.
  • Una imagen de la película ‘Petra’. Foto: El Correo
    Una imagen de la película ‘Petra’. Foto: El Correo

Ficha de la película

Título: ‘Petra’

España, Dinamarca, Francia 2018

Duración: 107 min.

Dirección: Jaime Rosales Intérpretes Bárbara Lennie, Àlex Brendemühl, Marisa Paredes, Petra Martínez, Carme Plà, Oriol Plà.

Drama

La presentación de Jaime Rosales como realizador se produce en el año 2003 en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes con Las horas del día. Feliz bautizo cinematográfico a nivel internacional que narra la anodina vida de un asesino en serie. En nuestro país le aportó un par de nominaciones a los premios Goya de ese año. En 2007 se consagra con La Soledad, un drama social con el que consigue tres premios Goya, entre los que se incluye el de mejor película y director. Su filmografía se completa con Tiro en la cabeza (2008), Sueño y silencio (2012) y Hermosa Juventud (2014), todas ellas presentes en Cannes salvo la primera que pasa por San Sebastián.

Petra es una incipiente pintora que no sabe quién es su padre y que tras la muerte de su madre se lanza en su busca. Tras indagar al respecto termina por coincidir con Jaume, un célebre escultor con fama y comportamientos mefistofélicos, su esposa y Lucas, el hijo de ambos. A partir de ese momento el director catalán trata de componer entre ellos una tragedia griega en la que los hechos pasados y presentes se desarrollan con recelos, ocultaciones, desconfianzas y mentiras. Y para engrandecer el drama lo mezcla con suicidios, asesinatos, aberraciones y sentimientos de culpa. Todo muy turbio y oscuro, o cómo reconstruir un viaje fatigoso lleno de aristas y recovecos que por suerte encuentra la luz.

En su afán de crear un lenguaje propio, Rosales vuelve a experimentar pero esta vez con un resultado que chirría en su filmografía algo más de la cuenta. Empieza por compartimentar el relato en seis capítulos para alternar con sentido presente y pasado. Alguno de ellos los alarga en exceso, hecho que desestructura al conjunto. Con la intención de acercarse lo más posible a la realidad, juega permanentemente con el mismo movimiento de cámara, con resultado agotador a los veinte minutos si no entras en sus innovadoras maneras. Los diálogos, que como todas sus obras buscan la naturalidad del discurso, abusan de un minimalismo gestual, tan contenido y austero que a la postre terminan sonando a impostura. Por último, se transparenta en exceso un interés por sorprender con giros de guión, que de tan forzados e inverosímiles animan irremediablemente a la desconexión. Eso sí, resaltar el trabajo interpretativo de Joan Botey, que está soberbio y con suerte será premiado y recordado por encarnar a un personaje que reúne lo mas abyecto del ser humano.