Hubo un momento, en 2006, en el que el Sevilla hizo clic y dio el paso necesario en cuanto a mentalidad ganadora para reabrir sus oxidadas vitrinas. Pero un clic anterior, en silencio y bajo el amargor, aventuraba el cambio de rumbo futuro. Lo impulsó también José María del Nido Benavente desde que sentara sus posaderas en el sillón presidencial (2002), aunque la conjura total llegó tras una de las noches más amargas que recuerda el sevillismo pre-centenario: la de la nevada en Pamplona. Eran los cuartos de final de la Copa 2002/03 y el Sevilla, cada vez más erguido tras su batacazo en la Segunda, empezaba, con descaro, a toquetear con las alturas.
La ambición era cada vez mayor y el Sevilla le daba importancia al segundo torneo nacional tras décadas sin oler las rondas finales. El paso a las semis dependía del quehacer de los de Caparrós en El Sadar, en los albores de una rivalidad tremenda con el Osasuna. La ida, desterrada a Jerez por aquellos inauditos castigos al club nervionense, quedó 1-1 y la nieve amenazaba la vuelta. Muñiz Fernández, engominado y recordado colegiado madrileño, decretó que ambos equipos debían jugar pese a estar el terreno de juego en pésimas condiciones. El desenlace fue doloroso para los sevillistas: 3-2 con un gol en contra de penalti en el último suspiro –Toedtli, además, había errado uno en la ida–.
Desde aquella fatídica noche de enero de 2003 el Sevilla cogió más impulso y evidenció en la Copa del Rey su reprochable dejadez en las décadas anteriores en este torneo, en el que equipos como Recreativo, Mallorca, Celta o incluso el eterno rival, el Betis, habían llegado a finales. Desde entonces, el Sevilla ha jugado tres, ha ganado dos títulos –uno de ellos en un día de récord histórico en Madrid– y ha caído en otras cuatro semifinales. Un bagaje espectacular que señala al club hispalense como uno de los mejores en esta competición en los 15 años que llevamos de siglo XXI. El crecimiento que ha desarrollado el Sevilla a nivel deportivo le ha permitido trasladar esa ambición a sus resultados en la Copa, incluso en unas últimas temporadas en las que la rivalidad Madrid-Barcelona, más enconada que nunca por los piques Mourinho-Guardiola y Cristiano-Messi, llevó a los dos gigantes del fútbol español a luchar con todas sus fuerzas por este campeonato, a veces denostado en el pasado.
De hecho, fue el Sevilla quien en 2010 se convirtió en el primer equipo del mundo en eliminar a doble partido al Barça de Guardiola y Messi. También le ha ofrecido la posibilidad de derrotar al Betis dos veces (2007 –busto y exilio final en Getafe de por medio– y 2016) y poder presumir de haber ganado el torneo bajo todas sus denominaciones: Copa del Presidente de la República, Copa del Generalísimo y Copa del Rey. Este martes empieza una nueva caza y captura.