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Actualizado: 26 ago 2018 / 10:50 h.
  • Paco Reyes (segundo a la izquierda) posa junto a sus hijos Paco, Manuel y Antonio. / Á. R.
    Paco Reyes (segundo a la izquierda) posa junto a sus hijos Paco, Manuel y Antonio. / Á. R.

Industrias Férricas Palaciegas es una de las empresas consolidadas en Los Palacios y Villafranca.

—Sí, se fundó en 1985, con un solo trabajador: yo, sentado en un cajón de cerveza.

—Ese es el nombre oficial, pero basta con decir Hierros Paco Reyes...

—Esto en principio se llamaba Francisco Reyes Domínguez, autónomo. Mi amigo y también empresario Paco Majón me prestó una nave y solo me dijo: «Cuando empieces a ganar dinero, hablamos». Él también fue quien me pidió que le suministrara los primeros hierros para la cooperativa de El Trobal. Yo tenía experiencia trabajando de comercial, vendiendo hierros por todo el país, pero en aquella empresa aprendí incluso lo que jamás se debe hacer en un negocio... Quiero decir que yo no partía de cero cuando empecé aquí, sino de más abajo del cero. Además, monté el almacén de hierros porque mi mujer, con tres hijos que teníamos ya y uno de camino, me dijo que no tenía ni para comprar el pan. Fue todo difícil, pero Dios nos ayudó y hemos funcionado como una familia cristiana.

—Se nota que la persona es lo importante.

—Siempre he ido con la verdad por delante. El empresario tiene que tener estómago para ganar dinero y también para perderlo. Yo sigo teniendo el único teléfono de siempre. No uno personal y otro para la empresa.

—¿Recibió alguna ayuda institucional?

—Nada de subvenciones. Lo primero que hice fue pedir un préstamo, para comer y para pagar el teléfono. Me avaló mi padre, que entonces era capataz del Iryda en la pedanía de El Trobal. Pedí tres millones de pesetas. A los tres años, ya el banco se fio de mí, pero yo había pasado por una depresión con solo treinta años.

—¿A qué se ha dedicado fundamentalmente la empresa?

—Hemos sido un almacén de hierros y ferralla. Yo los traía de Valencia, del País Vasco, de Jerez de los Caballeros y los vendía por aquí.

—Una empresa de hierros en el pueblo del tomate.

—Mi primer gran cliente fue el que me pidió un camión de tubos de hierro para un invernadero. Aquel primer proveedor de hierro, de Alicante, era Emilio Miró, porque solo él fabricaba un tipo de tubo galvanizado. Así que mi mujer y yo nos plantamos en Alicante. Me trató exquisitamente. Y al poco tiempo me dijo que le pidiese lo que quisiera. Yo llegué a deberle a aquel hombre más de treinta millones de pesetas. Luego hemos tenido mucha confianza, y le he preguntado cómo confió en mí, siendo yo un mindundi. Me dijo que se me notaba que yo iba con la honradez por delante, pero que también se lo habían confirmado en el banco Banesto, que los dos teníamos detrás.

—¿Sus mejores clientes?

—Los que pagan [risas]. Al principio: constructores, talleres, estructuristas..., y agricultores que montaban invernaderos. Ya con Brico Reyes estamos vendiendo por toda España, pero ahora tenemos una aseguradora que nos dice hasta dónde podemos venderle y a quién.

—¿Cómo nació Brico Reyes?

—Hace 14 años monté, junto al almacén, una pequeña tienda de suministro de herramientas para la construcción. Pero aquello fue muy rudimentario. Hasta que con la crisis llamé al actual director comercial, Ángel Begines, a quien solo le pedí que ganara un sueldo para él y otro para mí.

—Porque la crisis le afectó, como a cualquiera...

—Muchísimo. Me dejaron a deber dos millones, que no me los van a pagar... El hierro se vino abajo, la competencia era terrorífica... Lo soportamos todo a pulmón, sin echar a un solo trabajador y sin bajarles el sueldo. Mis hijos crecían... Y en 2011 recuperé la idea de la tienda, que abrimos en 2014. Todo sin paralizar la actividad del hierro. Y ahora sí estamos creciendo mucho...

—También han ido creciendo las instalaciones...

—Hace treinta años empecé en la nave prestada que es hoy en día un Mercadona, que ya es nuestra. Luego compré un solar de 500 metros cuadrados para las primeras instalaciones, más tarde amplié gracias a una permuta con el Ayuntamiento. A día de hoy contamos con más de 6.000 metros cuadrados.

—Deben facturar bastante...

—En torno a cinco millones, pero eso no es todo beneficio y conviene recordarlo. Solo las estanterías para rellenarlas de productos nos costaron 150.000 euros. Y hay que tener un stock importante, porque tenemos de todo, desde jardín y todo lo relacionado con el hogar hasta pintura, decoración, herramientas, iluminación, soldadura e incluso juguetes. Como mis tres hijos son arquitectos, y contamos con sus estudios, la idea es que aquí podemos empezar por los planos de una casa y terminar poniéndole el último detalle de la decoración.

—De un solo trabajador...

—Ahora son 47 empleados, todos palaciegos.

—¿Cuál es su principal reto de futuro?

—Son varios. Terminar de modernizar las nuevas instalaciones de los hierros, unas naves de 2.500 metros cuadrados. Y duplicar Brico Reyes en 1.500 metros cuadrados más. Y por supuesto hacer crecer Bricoreyes.es, una web que ya ofrece el 30 por ciento de la tienda y que tiene que crecer mucho más allá de España y Portugal. El mes que viene abrimos una tienda especializada en decoración en el centro de Los Palacios. Nos enorgullecemos de fidelizar una clientela que ya no pide ni precio.