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Actualizado: 03 dic 2016 / 00:47 h.
  • Recreación de una escena de amenazas por las redes sociales.
    Recreación de una escena de amenazas por las redes sociales.

La sociedad actual pasa más de un 20 por ciento del día conectada a las redes sociales. Facebook, Twitter, Instagram o Snapchat se han convertido ya en herramientas casi indispensables para nuestras relaciones profesionales o personales. Y no importan los años que tengamos, puesto que hay plataformas para todas las edades. De hecho, las nuevas generaciones vienen pisando aún más fuerte el acelerador en el mundo 2.0, por lo que podemos fácilmente intuir el futuro que nos deparará.

Y como en otros sectores donde existe relativa aglomeración: hay de todo, como diría aquél. Siempre defiendo que las redes son como la vida misma, es decir, podemos encontrarnos con gente buena y, por desgracia, con gente mala: personas que usan estos canales de comunicación para hacer daño, injuriar, insultar o quebrantar la ley llegando incluso a extorsionar. Este lado oscuro de las redes sociales está provocando incluso que algunas compañías 2.0 tomen medidas ya que ven cómo pierden usuarios por culpa de esta delicada situación.

El caso más claro lo podemos ver con Twitter. Una red que mucho califican ya de hostil debido al acoso que sufren parte de usuarios. La red del pajarito azul, que pierde por día centenares de usuarios, tiene un serio problema con los trolls (usuarios que usan las redes sociales con el fin de molestar/insultar a otros usuarios o reírse de ellos de forma despiadada); tanto, que hace escasos días la compañía ha anunciado que va a poner en marcha una batería de herramientas para combatir los abusos, la intimidación, los insultos y acosos en su plataforma.

Ante este tipo de conductas hay que seguir un patrón de comportamiento muy claro (que a menudo es reiterado por las cuentas oficiales de la Policía Nacional y de la Guardia Civil) proceder a bloquearlo para evitar que se siga dirigiendo a ti, así como reportarlo para que los administradores de la red social tomen las medidas oportunas, y en caso de amenazas o insultos graves, proceder a denunciarlo ante las fuerzas de seguridad, cuyas unidades especializadas en delitos tecnológicos se encargarán de las diligencias oportunas para identificar al autor de los insultos y amenazas. En palabras de Antonio Barroso, abogado, «ya son varios años en los que la justicia, concretamente la jurisdicción penal, lleva pronunciándose sobre este tipo de conductas en Twitter. Fue famoso el caso, por pionero, de un usuario de esta red social que por insultos a la entonces delegada del Gobierno, hoy presidenta de la comunidad autónoma de Madrid, Cristina Cifuentes, fue condenado a la pena de cinco meses de multa, 1.000 euros de indemnización por daños morales y las costas del juicio, todo ello tras llegar a un acuerdo, por cuanto que la petición inicial de los abogados de la política del PP solicitaban cuatro años de cárcel. Tras esta sentencia por un tuit publicado en el año 2012 se han sucedido numerosas más hasta nuestros días, en las que se tutela el derecho al honor de las personas». Pero no todo lo malo sucede en Twitter ni mucho menos...

Facebook viene tiempo soportando en su red distintas fechorías. La que más está acabando en los bufetes de abogados últimamente consiste en «una práctica en la que los usuarios varones reciben solicitud de amistad por parte de mujeres jóvenes de aspecto exuberante y desinhibido. Hay que aclarar que lo que se esconde detrás de esta práctica, además de graves problemas para las personas que caen en esta trampa, son delitos de estafa y extorsión», aclara Barroso al tiempo que añade: «En el caso que aceptáramos una de estas solicitudes de amistad remitida por una de estas jóvenes, a continuación se dirigen al hombre en cuestión a través del mensaje directo o chat privado de la aplicación, intimando rápidamente invitándolo a realizar una videoconferencia de alto contenido erótico. Lo que normalmente el hombre desconoce o no piensa es lo que realmente ocurre: la joven procede a grabar dicho encuentro virtual donde aparece el varón en una situación muy comprometida para su intimidad. Más tarde esta supuesta mujer procede a chantajear a su interlocutor con subir el vídeo a la red etiquetándolo (para que todos sus contactos puedan verlo), pidiendo a cambio una suma de dinero que, habiéndose asegurado en la conversación inicial de que dicha suma la podrá abonar, suele ser bastante elevada, entre los 4.000 y los 8.000 euros». Este hecho no poco aislado comporta «graves problemas llegando a que muchos de estos casos de extorsión terminen con un procedimiento de divorcio y la consiguiente ruptura familiar», puntualiza Antonio Barroso.

Ya lo saben, tras las redes sociales existe también un lado oscuro que debemos conocer y así poder aclarar denunciando. Acabemos con tanto troll y tanta estafa. Dejemos para las nuevas generaciones un mejor mundo digital.