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Actualizado: 08 jul 2017 / 23:30 h.
  • El misterio de las casualidades
    Arquímides en su bañera. / El Correo
  • El misterio de las casualidades
    El Titanic hundiéndose. / El Correo
  • El misterio de las casualidades
    Gulliver. / El Correo

Cuando hablamos de serendipias solemos hacerlo en referencia a casualidades difíciles de explicar, casi imposibles, por el grado de extrañeza que supone su razonamiento.

Siempre me ha llamado la atención este tipo de hechos extraños, este tipo de hechos en los que el azar parece rizar el rizo de la propia inexplicabilidad y retarnos con un desafío que va más allá de nuestra capacidad y nuestro entendimiento.

Reconozco que me llaman en extremo la atención este tipo de sucesos, y que el pensar en hallarles una explicación supone desafiar a las estadísticas, a las matemáticas y a la Ciencia? Hechos que no se pueden reproducir, hechos que no dudo ni cuestiono que puedan ser reales entre millones, tal vez billones, de sucesos similares que se produjeran y que sin embargo en, al menos esta ocasión, se han producido.

Yo mismo he tenido sueños en los que me guiaban sobre cómo comenzar o acabar un libro en el que me hallaba enfrascado o pendiente de la inspiración para comenzarlo? Y a las cinco de la mañana, en el transcurso de un sueño, se desvelan las claves para plasmar en negro sobre blanco las ideas esquivas que, hasta ese momento, no habían querido manifestarse; puede parecer un hecho aislado pero son muchos los que de una forma similar lograron culminar relatos, descubrimientos o inventos de gran trascendencia para la Humanidad.

Sinceramente no esperaba escribir nunca un libro así, hasta que cierto día me puse a coleccionar este tipo de hechos que hoy paso a exponerles en esta obra que tiene en sus manos o en su PC. Un libro que contiene acontecimientos tan difíciles de creer que nos parecen imposibles, y sin embargo son reales. Mi intención no es convencerles de nada, simplemente que llegue a entender que no lo sabemos todo y no lo podemos explicar todo?, como muestra un botón en forma de libro.

Vivimos en un mundo de casualidades imposibles y hoy día, con nuestra tecnología y capacidades actuales, tampoco podemos satisfactoriamente explicarlo todo? Causas, hechos, desarrollos, desenlaces increíbles para un libro increíble sobre hechos asombrosos pero reales.


¿Qué es una serendipia?

Término curioso que sin duda llama nuestra atención y no sabemos realmente ni qué significa ni cuál es el origen de su expresión. Así podemos definir el término serendipia como «un descubrimiento o un hallazgo afortunado e inesperado que se produce cuando se está buscando otra cosa distinta. También puede referirse a la habilidad de un sujeto para reconocer que ha hecho un descubrimiento importante aunque no tenga relación con lo que busca. En términos más generales se puede denominar así también a la casualidad, coincidencia o accidente».

El origen de la expresión habría que encontrarlo en un viejo cuento llamado Los tres príncipes de Serendip (Sri Lanka), los cuales recorrían el país y encontraban soluciones descabelladas o casuales a los problemas que les iban surgiendo.

Como ejemplo se toma el de un hombre que había perdido su camello y aquellos príncipes se detuvieron a ayudarlo. Tras un rato le dijeron que el animal que buscaba no veía por un ojo, le faltaba un diente, cojeaba de una pierna y que llevaba una carga de miel y mantequilla. El camellero comenzó a gritar acusándolos a ellos del robo pues nadie podía saber tanto del animal salvo el ladrón?

Los príncipes fueron llevados a prisión. En el momento que iban a ser ejecutados apareció el camello que resultó que nadie había robado sino que se había escapado? El monarca mandó llamar a los príncipes movido por la curiosidad de cómo aquellos hombres sabían tanto del camello.

Los príncipes argumentaron: «El camello es tuerto pues sólo ha comido hierba de un lado del camino, sólo ha comido la que veía. Le faltaba un diente pues la hierba presentaba trazos de haber sido mordida irregularmente y se caían restos por el orificio del diente que faltaba. Además es cojo porque en la arena apenas dejaba huella de la pata trasera de la que cojea. Y su carga es de mantequilla y miel porque hemos visto hormigas tratando de coger la primera y abejas portando la segunda».

Y así el monarca quedó sorprendido por la capacidad de aquellos príncipes llegados de Serendip.

El término serendipia tiene su origen en el término inglés serendipity, que es un neologismo acuñado por Horace Walpole en 1754 derivado de ese mismo cuento.


¡Eureka!

La inspiración vuelve a ser la protagonista de nuestra siguiente serendipia, muchas creaciones se deben a ella y alguna que otra cabeza ha rodado debido a ella.

Algo así ocurrió con el rey de Siracusa, con Hierón. Un día el rey encargó una corona de oro al orfebre local. El rey estaba deseando ver su corona de oro, pero enmudeció cuando comenzaron a llegarle rumores que hablaban de que el artesano contratado solía adulterar el metal noble con una aleación quedándose así parte del oro? El rey, con la mosca detrás de la oreja, como se suele decir, mandó llamar a un afamado sabio de la ciudad, a Arquímides, para pedir su consejo y solución del problema.

La verdad es que Arquímides no sabía cómo resolver aquella cuestión y sabía, por otro lado, que el rey tenía mal carácter y era de decisiones drásticas?

Se cumplía el plazo otorgado por el rey y Arquímides no tenía solución al problema? Para colmo corrían rumores de que el rey estaba cada vez más enfurecido? El sabio mandó llenar una bañera con agua caliente para relajarse un poco. Una vez la sirvienta le indicó que su baño estaba preparado introdujo un pie en aquel recinto, y comprobó cómo al meter el pie un volumen determinado de agua salía rebosando de la bañera. Metió el otro pie y sucedió lo mismo y, de repente, algo se activó: la inspiración.

Arquímedes comenzó a gritar desnudo: «¡Eureka!, ¡eureka!» («¡Lo encontré!, ¡Lo encontré!»). Y así se presentó en la corte del rey Hierón, mandó llevar dos recipientes con agua y la corona así como su peso en oro? Sumergiría ambas cosas en agua y si la cantidad de líquido rebosado era la misma es que no habría habido engaño, pero si la corona realizada por el orfebre rebosaba menos significaría que había habido adulteración.

El orfebre había engañado al rey y perdió la cabeza.


Antohny Hopkins

En cierta ocasión el actor Anthony Hopkins, toda una estrella del séptimo arte, fue contratado para interpretar la película Mujer de Petrovka, basada en la obra de George Feifer. Como profesional de la escena decidió buscar la novela por las librerías de Londres, pero su búsqueda le resultó infructuosa ya que no había existencias de ese libro por ninguno de los establecimientos que visitó.

Regresaba a casa en el metro, en Leicester Square, cuando se sentó en uno de los bancos y junto a él había un libro que alguien había dejado olvidado, lo tomó en sus manos y leyó el título: Mujer de Petrovka, de George Feifer. Además, el libro tenía anotaciones del autor. Anthony Hopkins, que minutos antes lamentaba su desdicha, ahora se regocijaba de su suerte? y de la casualidad.


La sacarina

Sucedió en el año 1879. Un día de ese año se iba a descubrir la sacarina en el laboratorio químico del estadounidense Ira Remsen, que tenía como colaborador a un joven apellidado Fahlberg.

Aquel día el joven ayudante almorzaba tranquilamente cuando notó un sabor dulzón en la sopa. Intrigado, avisó a la cocinera, quien se acercó a probar la comida comprobando la veracidad de lo que afirmaba el ayudante? ¡aquello estaba dulce!

Rápidamente comprobó el sabor del pan y comprobó cómo, nuevamente, tenía el mismo sabor, ello llevó a pensar que debía tener un origen ajeno a la cocina. Así, el científico humedeció con su boca su palma de la mano, la lamió, y comprobó que también tenía el mismo sabor.

Intrigado, comenzó a rebuscar por el laboratorio y concluyó que aquel sabor dulce provenía de uno de los experimentos que se estaban llevando a cabo en el laboratorio. Era una investigación sobre la hulla en busca de nuevos colores de reacción? Un hallazgo de forma absolutamente casual y que recibió el nombre de sacarina, tal y como quedó patentada en lo sucesivo.


Los viajes de Gulliver

En muchas ocasiones en los libros nos encontramos con las pautas que luego da el futuro. En muchos casos con pautas correctas que dibujan su realidad dentro de la ficción, en otras ocasiones con hechos tan fantásticos, creídos en su día, que la casualidad hace que cobren protagonismo real con posterioridad. Son hechos inexplicables que unos llaman sólo casualidad y otros literatura de anticipación.

Puede que esto mismo le sucediera al irlandés Jonathan Swift, que en 1726 escribe su inmortal obra Los viajes de Gulliver, y en esta novela de ficción se anticipa con lo que más tarde comprobarían y verificarían los astrónomos.

Jonathan Swift escribe: «Se ven en el cielo dos estrellas menores o satélites que giran alrededor de Marte, tienen nombre de miedo y su interior dista del planeta central tres veces su diámetro en el caso de la primera, y el quíntuple en caso de la segunda». Estaba describiendo en la fantasía las peculiaridades del mundo marciano? ¿Imaginación desbordada?

Pero 156 años después, el astrónomo Asap Hall descubría las dos lunas de Marte. Eran dos, no más, tal y como describía el autor en su obra, y fueron llamadas Fobos (espanto) y Deimos (terror), el nombre de los caballos del dios de la guerra.

Pero hay un hecho escrito más, sorprendente: las distancias y proporciones descritas en Los viajes de Gulliver por Jonathan Swift eran ¡exactas!? Y se preguntarán: «¿Cómo es posible?». Pues la pregunta no tiene respuesta, es todo un misterio.


Morgan Robertson y William Stead

El escritor Morgan Robertson publicó una novela en 1898 titulada The wreak of the Titan. Este escritor decía estar inspirado por un «espíritu» y solía escribir en estados de semi-trance hasta que la inspiración parecía llegar a su hábil pluma. Lo cierto es que pese a ello Morgan Robertson no pasó nunca de ser un mediocre escritor. La relevancia de su novela estriba en las coincidencias existentes con la tragedia del Titanic, pues en su novela reflejaba el hundimiento de un trasatlántico en aquellas mismas aguas y con unas características que hacen pensar que su novela es algo más que una casualidad con el futuro.

Estas son las principales «coincidencias» entre la novela de Robertson y el mítico paquebote:

Nombre del barco / Titán / Titanic
Eslora / 275 m. / 300 m.
Tonelaje / 25.000 T / 30.000 T

Propulsores / 3 / 3
Mástiles / 2 / 2
Velocidad máx. / 25 nudos / 25 nudos
Capacidad / 3.000 pasaj. / 3.000 pasaj.

Botes salvavidas / 24 / 20

El buque de Robertson se hundiría irremisiblemente tras chocar con un iceberg una noche de abril, muriendo la mayor parte del pasaje...

En 1911 se publicó un libro en Nueva York en el que se hacían una serie de predicciones para el año 1912, había sido realizado por una serie de videntes y astrólogos en el que pusieron de manifiesto sus visiones, premoniciones y predicciones. En un apartado de ese libro decía: «Un titán del mar, un coloso, se hundirá en las aguas heladas del Atlántico Norte...». El Titanic aún no había sido botado...

W.T. Stead pereció en la tragedia del Titanic. La particularidad de su muerte es que 32 años antes, en 1880, publicó un cuento en la Pall Mail Gazette llamado Futility donde recreaba el hipotético hundimiento de un lujoso trasatlántico en el Atlántico Norte. En 1892 volvía a narrar la historia de otro colosal hundimiento y en 1910, guiado por una extraña obsesión, daba una conferencia sobre la seguridad en los barcos... incluso llegó a soñar con su propia muerte a bordo de uno y confesó a sus más allegados que «sabía que su muerte se produciría en el mar». Se dice que la conferencia sobre la seguridad en los barcos la ilustró con un espeluznante dibujo donde se le podía ver a él mismo como víctima de un naufragio.

Stead llegó a consultar a afamados cartomantes y especialistas en adivinación de la época como el conde Louis Warner de Hamon, más conocido como Cheiro o W. De Kerlor. Cheiro le advirtió pocos meses antes de embarcar el escritor en el Titanic que veía un gran peligro para él en el mar y más aún si emprendía viaje en abril de 1912... El médium W. De Kerlor le pronosticó que realizaría un viaje a Norteamérica antes de que ni siquiera tuviera pensado hacerlo y que en él veía a Stead envuelto en una colosal tragedia junto a millares de personas ahogándose en aguas oscuras... Meses antes de la botadura del buque, un sacerdote escribía a Stead comentándole que el barco se hundiría en su viaje inaugural. Pese a ello, el escritor se reunió con su destino y viajó a bordo del Titanic rumbo a su inquebrantable futuro.

Llegados a este punto, me permito preguntarle: ¿cree en las casualidades?