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Actualizado: 25 ago 2019 / 10:09 h.
  • Historias ‘casi’ secretas de Triana

Mientras paseábamos por la calle Castilla entramos a saludar a Rafael Pérez de la librería “Don Cecilio” y la asociación cultural que lleva el mismo nombre, con su “purito” en la boca y esa sonrisa socarrona que siempre tiene nos comentaba como estaba “la cosa”.

-Está “la cosa” achuchá... A ver si este país remonta un poco el vuelo y podemos respirar.

Luego nos acercamos a saludar al “jorobaito” de la calle Castilla, el Cristo de la “O”, elegante, majestuoso, un amigo.

Y más allá hicimos una parada en “La Entrañable” frente al “Bar Cuesta”, aunque en “Casa Manolo” no nos pudimos resistir a probar sus extraordinarios huevos rellenos y la ensalada de pollo.

Poco a poco llegamos al Castillo de San Jorge, atrás habíamos dejado el “Callejón de la Inquisición” por donde entraban o salían los reos condenados por herejía en épocas más oscuras de esta Sevilla nuestra.

-Mira, este es el Castillo de San Jorge, aquí en frente nació Luis Baras, de Canal Sur, y lo han rehabilitado sacando las ruinas y dándole la forma que tenía antiguamente.

El castillo es muy antiguo, de época romana el asentamiento pero su construcción es musulmana, del siglo X.

Se eligió el lugar porque en Triana ya comenzaba a aumentar la población, era uno de los arrabales de la ciudad pero también un lugar estratégico por que dominaba aquella orilla del río que además guardaba las fértiles tierras sembradas de cereales, vides y olivos del Aljarafe -que significa "proveedor de agua" en árabe- y también era la vía de salida a Huelva, la sede del puerto comercial y también última defensa de la ciudad antes de alcanzar sus murallas.

Aquí estaba también el llamado Puente de Barcas en 1171, que mandó construir el califa Abu Yacub Yusuf, y conectó Sevilla y Triana, además había una rambla donde está hoy la calle Pagés del Corro.

Con Fernando III el Santo se tomó Sevilla y allí, en el castillo, se instaló la Orden de San Jorge y se construyó la primera parroquia de Triana. Luego, en el siglo XV, los Reyes Católicos cedieron el castillo –a través de Diego de Merlo, el asistente- a la Santa Inquisición que se les había quedado pequeña La Magdalena, la iglesia del Calvario hoy, y allí instauraron el siglo del horror en Sevilla... Que realmente duró trescientos años.

Allí se llevaba a los reos acusados de herejía que muchas veces no eran más que tontería o celos vecinales..., la Sevilla cainita, y allí dentro, bajo la acusación se sometía a mil torturas al reo... Fuera culpable o no se prefería confesar en falso y que te liberaran del dolor de las torturas a resistir en honor a la verdad y muchos murieron de aquella forma... Si sobrevivías te llevaban a un ”juicio” en la Plaza de San Francisco donde se desalaba culpable y de allí al quemadero del Prado de San Sebastián o al de San Agustín en Tablado para ser quemado en la hoguera... Con ramas verdes para sufrir más, aunque si confesabas el Tribunal tenía clemencia y te estrangulaban... Ante eso era mejor huir y muchos lo hicieron y aun así te juzgaban en efigie...

A veces se escapaba con vida o con unos latigazos pero a medida que el Tribunal se asentó en Sevilla las penas eran peores...

En el Castillo de la Inquisición, lugar que fue muy temido en Triana y en Sevilla, aún quedan restos de la casa del portero, las cuadras, las casas del nuncio y el notario, la cocina, la bodega, la casa del primer inquisidor o la de los familiares de los inquisidores. Hoy hay que entrar por el mercado de abastos de Triana pero sus ruinas son visitables.

Su ámbito de actuación fue desde 1481 a 1785, su interior albergaba 26 cárceles, que fueron calificadas como «antros de horror» por el Santo Oficio en el siglo XVII.

Hay un proyecto muy bonito para el Castillo de San Jorge, será un museo, el “Museo de la Inquisición”, pero para no olvidar sus horrores... Tendrá cinco salas, comenzando por la primera que será la Sensorial, allí se explicarán conceptos como el juicio de valor, abuso de poder y el de la indefensión de las víctimas. Luego estará la Barbacana que a través de maquetas y paneles explicará lo que allí. Tendrá una la pasarela interpretativa y se recorrerán los restos (casa del inquisidor, muros de las cárceles, capilla) acabando el recorrido en un espacio de reflexión bajo el lucernario, en la Sala de Audiencia y en la de la Tolerancia. En la Sala de las Audiencias se hará una recreación mediante una escenografía de mobiliario y esculturas de personajes sobre los que se proyectará una animación virtual de actores reales en movimiento. En la sala de la Tolerancia tratará de combatir los procesos de injusticias. Aunque suene a ideal.

El Castillo tenía el defecto que se inundaba con frecuencia, estaba tan cerca del río que nada más había una crecida se anegaba, sobre todo en época de mucha lluvia como fueron los siglos XV y XVI. Lo que provocó alguna que otra epidemia menor en Sevilla.

Bajo el Castillo de San Jorge, en la entrada por el paseo, por el antiguo muelle, no hay que dejar de visitar un lugar muy desconocido hasta para el sevillano, o el trianero: las Cuevas del Jabón. Las almonas de Triana o las fábricas de jabón más famosas de cuando España se dividía en reinos. Unas cuevas increíbles, que pasan por debajo de la calle Castilla. Descubiertas en 1988 y que también fueron utilizadas de refugio antiaéreo en la Guerra Civil, en el 36. Allí estaban además las Reales Almonas de Triana, del siglo XVIII, de la Compañía Alemana de los Welser, que se dedicaban a la fabricación de jabón, que labraron la primitiva fachada en el siglo XVI, y que en 1845 se vendió a los señores de Conradi.

En 1854 se construyó el puente de Isabel II, "el Puente de Triana", que sustituyó al Puente de barcas. El Puente de Triana que debe su construcción dos ingenieros llamados Gustavo Steinacher y Ferdinand Bennetot, vinculados a la escuela de Eiffel.

-¿Te apetece una cervecita y un montadito de gambas con alioli en la abacería de la calle Pureza? Me preguntó mi padre.

Y ante tal propuesta hacía allí nos encaminamos, dejando al monumento a Juan Belmonte a nuestra izquierda, a través del cual se divisa la imagen de nuestra Giralda y comenzamos a bajar los escalones camino de una de las calles más señeras de Triana.

-Papá... ¿De dónde viene el nombre de Triana?

Pues hay muchas historias sobre eso, un dice que la diosa Astarté se refugió aquí huyendo del enamoradizo Hércules y fundó Sevilla. Otros piensan que es una derivación del nombre de origen romano “Trajana” que vendría de la Itálica Trajana. Aunque la más aceptada es la que nos dicen que sería de origen celtíbero-romano que significaría “Tres ríos” de “Tri” que es tres y Ana que es río, ya que aquí se dividía el río en tres brazos. Eso también piensa el investigador Justino Matute Gavira que en su obra “Aparato para descubrir la historia de Triana y de su iglesia parroquial” dice: “otros deducen su nombre de Trans amnem, expresión con que los latinos significaban lo que está más allá del río... y aún los árabes por esta misma circunstancia llamaban a Triana Ma wara an-nahr, que vale tanto como allende el río: la transfluvial, aunque más comúnmente le decían Atrayana o Athriana...". []

Nosotros, en casa, somos unos enamorados de Triana, nos gusta pasear por la calle Betis, o por la calle Castilla, al frescor del río entre aroma a azahar viendo la Giralda y la Torre del Oro en la otra orilla, con los barcos pasando, el reflejo de las luces en el agua o cuando llega la velá de Santa Ana ver la cucaña en el río, con los jóvenes dándose el chapuzón tras el jamón que pende de la cuerda, o la banderita,... O de las sardinitas de las casetas. Triana es otra cosa, tiene otra vida... ¡Hasta los pasos de Triana entran en La Campana de otra forma! Es una filosofía de vida.

El origen de Triana es romano y hasta que no se remodeló el cauce del Guadalquivir en la segunda mitad del siglo XX hubo muchas crecidas del río que creaban inundaciones, la verdad es que las creaba en toda Sevilla. Aquí y debido a esa insalubridad que te contaba antes se cebó con saña la peste de 1649, reduciendo dramáticamente la población del arrabal. Que era una zona humilde, de trabajadores, de marineros y sobre todo de alfareros, tradición que aún hoy se mantiene con muchas industrias familiares dedicadas a la alfarería y que dan nombre a calles como Alfarería, o tradiciones como los comercios de la calle Antillanos Campos, con tiendas que destacan por sus frontales en azulejos y con una gran riqueza ornamental.

Pero Triana también ha dado toreros de fama, cantaores de tronío, flamencos de eterno zapateo, y siempre estuvo la población gitana muy representada hasta que se expulsó a estos de Cava de los Gitanos por la presión inmobiliaria en la década los 70, eran personas que se vincularon sobre todo al gremio de la herrería...

Triana es diferente, pasear por sus calles o visitar sus corralones es algo que todo sevillano debe hacer.

Uno de debe tomar una copita y disfrutas de la vista en la Plaza del Altozano, mirando al edificio de la Farmacia Murillo, del arquitecto regionalista José Espiau y Muñoz entre 1912 y 1914, el mismo que construyó la plaza de toros de Joselito.[]

Luego tienes la capillita del Carmen de, nada menos, que Aníbal González de 1927 junto al mercado de Triana, y conectado al Callejón de la Inquisición, en las calles Castilla, San Jorge y Callao. Allí también está “Cerámica Santa Ana”, desde 1870, y que será la sede del Museo de la cerámica de Sevilla.

En la calle San Jacinto tienes la iglesia de San Jacinto, de los Dominicos, que no eran muy bien vistos por que apoyaron a la Inquisición y desde entonces hay sectores que le tiene cierta “inquina”. Y no muy lejos de allí estaba el cine Fantasio y el Emperador, que ambos ya han cerrado, el Fantasio incluso se ha derribado, al final de la calle Pagés del Corro tienes a Rodrigo de Triana gritando aquello de “¡Tierra!”, cuando se descubrió América. Pero si tomamos la bocacalle saldremos a la calle Pureza, con la “Catedral de Triana”, la iglesia de Santa Ana, una iglesia parroquial de 1280, gótico-mudéjar, la más antigua de Sevilla que se fundó por orden de Alfonso X y que quedo muy mal parada tras el terremoto de Lisboa de 1755 y hubo que reconstruir una parte de ella. Aquí también está la Capilla de los Marineros, con la Esperanza de Triana y el Señor de las Tres Caídas.

También está la Casa de las Columnas, que fue la Universidad de los Mareantes, que se dedicaban a formar marineros para América antaño, en los siglos XVI y XVII y que ahora es el centro cívico de Triana.

Caminar por Triana es admirar la delicadeza de sus calles, la armonía, la paz... Aquí debes pasear por “La Cava” que es la calle Pagés del Corro. Antiguamente la Cava se dividía en dos, en “La Cava de los Gitanos”, que iba desde la Plaza de Cuba hasta la Iglesia de San Jacinto, y “La Cava de los Civiles”, que iba desde la Iglesia de San Jacinto hasta las calles San Vicente de Paul y Clara de Jesús Montero y que se llamaba así, se cree, por el antiguo cuartel de la Guardia Civil. Imagínate a gitanos y guardias civiles juntos... Más de una situación cómica debió darse.

No hay que perderse su velá de Santa Ana, con toda su tradición, que va del 21 al 26 de Julio y es en honor de Santiago y Santa Ana con motivo de una vieja romería del siglo XIII.

La Cabalgata de los Reyes Magos que es una de las mejores de Sevilla, con mucho sabor. ¿Qué decir de la Semana Santa? Con hermandades tan importantes como La Estrella, el Domingo de Ramos; la populosa San Gonzalo, el Lunes Santo; la siempre bella Esperanza de Triana, en la Madrugá; una de las imágenes de la Semana Santa: El Cachorro, el Viernes Santo u justo detrás la “O” con su “Jorobaito”.

También tienen mucha tradición sus carriolas y hermandades del Rocío, que es la sexta filial, desde el 4 de Enero del año 1814 que es cuando se produce su incorporación definitiva y que lleva muchos peregrinos al Rocío acompañándolos.

...O el Corpus chico, con el suelo cubierto de romero, con ese olor tan particular y esa fragancia fundada con el azahar, con el niño Jesús, Santa Justa y Rufina, el Sacramento y la Inmaculada, además es muy antiguo, del siglo XVI que data esta tradición.

Aquí nacieron muchos ilustres y famosos de esta ciudad, partiendo por las santas patronas como lo son Santa Justa y Rufina, alfareras y trianeras, en el 289 a.C., también Rodrigo Bastidas, descubridor trianero que llegó a Panamá y Colombia. Rodrigo de Triana, el “Pasmo de Triana” que era Juan Belmonte.

También Antonio González Garzón "El Arenero", que era cantaor de flamenco. Antonio Canales, que es un bailaor. Tienes a “Chiquetete”, cantaor de Algeciras, pero criado en Triana. Isabel Pantoja, tonadillera que estuvo casada con “Paquirri” el torero. Emilio Muñoz, otro torero. Las cantantes María Jiménez, Isabel Fayos, Marujita Díaz; las cantaoras “Perla de Triana”, Remedios Amaya, Marifé de Triana o “El Ruiseñor de Triana” que era Juan José Díaz Valla. El grupo “Triana”, Lole y Manuel, “Naranjito de Triana” o, como no, “Los Morancos de Triana”, César y Jorge Cadaval. Aunque se me habrán quedado otros atrás, pero vaya, que es tierra de Arte esta Triana nuestra.

Nací en La Macarena pero, como dicen el dicho “los trianeros nacemos donde queremos”...