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Actualizado: 28 may 2017 / 08:46 h.
  • Rompieron la barrera del tiempo
  • Rompieron la barrera del tiempo

En muchas ocasiones el misterio llega de muy diferentes formas y no todo ello tiene porqué ser tildado de paranormal, se pueden encontrar otras muchas explicaciones que, sin dudas, dentro de nuestra Física Cuántica, podría explicar convenientemente un caso o una vivencia inexplicable. No son fantasmas ni hechos espectrales aunque para sus protagonistas podría haber sucedido bajo cualquiera de estas premisas, más bien se trata de viajes en el tiempo, más allá de la realidad y más allá de los límites de la imaginación del ser humano.

En modernas enciclopedias virtuales podemos encontrar la definición de viaje en el tiempo como: «El viaje a través del tiempo es un concepto de desplazamiento hacia delante o atrás en diferentes puntos del tiempo, así como lo hacemos en el espacio. Adicionalmente, algunas interpretaciones de viaje en el tiempo sugieren la posibilidad de viajes entre realidades o universos paralelos». Pero... ¿Es posible viajar en el tiempo?

Salto en el tiempo a la Andalucía del 1930

En muchas ocasiones me habéis leído historias de fantasmas y casas encantadas, un terreno que causa fascinación, la misma que hace unas décadas tenía el tema OVNI, y es que el misterio también se rige por sus propias modas. En pocas ocasiones he escrito de automóviles fantasmas, en ninguna, si vehículos malditos, por recordar al pequeño bastardo de James Dean o el pomposo auto del archiduque que originó la Primera Guerra Mundial.

Pero el misterio no tiene hora, ni un reloj por el que guiar sus incomprensibles actos. El misterio es caprichoso y se manifiesta de diferentes formas. Así, en una carretera secundaria de Andalucía nos encontramos a una familia que, al caer la noche, circulaba por la misma. Conducía Diego, el cabeza de familia, e iba acompañado por su esposa, su suegra y sus hijos –de 4 y 6 años–.

Diego recuerda: «Hacía ya frío y llevaba la calefacción puesta, al dejar atrás una de las curvas de la carretera mujer comenzó a decirme que me había equivocado y que aquella carretera era muy rara. Y no le faltaba razón, no sabía dónde estaba. Sólo quería encontrar de nuevo el acceso a la autovía y reorientar nuestro regreso de la forma más rápida posible». No circulaba a gran velocidad, consciente de la edad de los pasajeros y de su desconocimiento por donde circulaba. Entonces iba a ocurrir algo muy raro.

Nuestro protagonista pensó que no debía pasar mucho tiempo sin ver a otro vehículo o, incluso, a la Guardia Civil, y entonces preguntaría. Fue cuando «a lo lejos vi las luces rojas de otro automóvil, y respiré aliviado, aceleré un poco para acercarme y me sorprendí mucho. ¡Era un vehículo de época! Tipo Ford T o algo así. Entonces les dije a todos que miraran para ver aquel espectáculo. Era blanco y negro, bien cuidado, y circulaba a no más de 60 kms/h. No podía perder el tiempo y lo comencé a adelantar para situarme junto a la ventanilla del conductor y hacerle alguna indicación. Llevaba el habitáculo encendido, emitía mucha luz, y cuando llegué a la altura del volante me di cuenta que no había nadie, no lo pilotaba nadie... Mi mujer me cogió la mano aterrada, frené y me eché a un lado».

Diego y su familia habían sido testigo de lo que él denomina como coche fantasma o, tal vez, habían saltado momentáneamente en el tiempo para estar en la Andalucía de los años 30 del pasado siglo XX.

Nada puede explicarlo, carece de sentido, tal vez porque a este tipo de eventos paranormales no haya que buscarle demasiadas respuestas, sólo aquellas que parten desde lo imposible.

Viaje en el tiempo a la Itálica del Imperio Romano

A la larga, dilatada, apasionante, conmovedora, sangrienta, misteriosa, historia de la vieja Híspalis, se halla encadenada, cual reo a su grillete, la ciudad de Itálica, cuna de emperadores llamados a guiar los designios de la todopoderosa Roma y su Imperio. Se encuentra en la localidad de Santiponce, a escasos 7 kilómetros de la capital, en la carretera de Extremadura. Fue fundada hacia el 206 a.C. y despoblada hacía el siglo IV, con el auge comercial de la ciudad de Híspalis y la decadencia del Imperio Romano.

Fue Publio Cornelio Escipión El Africano quién repartió entre sus hombres algunas tierras del valle del río Betis (posteriormente llamado Guadalquivir) tras la victoria sobre el último ejército cartaginés en la batalla de Ilipa, la actual Alcalá del Río. También funda un pequeño asentamiento para sus veteranos, un vicus civium romanorum llamándole Itálica en recuerdo del lugar de procedencia de sus pobladores. Así nació Itálica, tras la Segunda Guerra Púnica, como primera ciudad romana en Hispania. Con el paso del tiempo, la urbe pasaría de ser un asentamiento de legionarios a ser toda una ciudad de recreo y lujo para los ciudadanos del Imperio. Las primeras familias que se asentaron llegaron a constituir una clase aristocrática. Dos de ellas, la de los Ulpios y la de los Delios, darán a Roma en el S. II a los emperadores, o césares, Trajano (97 - 117 d.C.) y Adriano ( 117 - 137 d.C.) quienes mimaron en extremo a esta elitista urbe hispana. Ello dio como resultado más inmediato, un incuestionable poder a las familias más notables de Itálica, en la política y la vida pública de Roma.

Las primeras informaciones de los hechos inexplicables sucedidos en Itálica –y más concretamente en tu teatro/circo– nos llegan del lugar lo hacen a través de Antonio Díaz, persona conocedora de la localidad y también (debido a su actividad laboral) de los muchos misterios y experiencias de sus vecinos. Fue él quien nos indicó como en la zona de la arena se había podido ver, por parte de diferentes testigos: «Lo que parecía ser una sombra que se pasea por las zonas de acceso y también en la arena. Incluso se han escuchado quejidos y lamentos en la zona baja por donde entraban los gladiadores o sacaban a los muertos o moribundos».

En ese marco encontramos a una pareja que, visitando el conjunto, tuvo una extraña experiencia. Francisco López y su esposa Encarnación Domínguez nos relataban: «Fue extraño, entramos por unas de las galerías bajas y al salir a la parte de fuera observamos como un griterío. Entonces vimos cómo había muchas personas en las gradas vestidas de época. Paco me miró y me dijo: ‘Esto no estaba antes’ y yo, ingenua, le dije: ‘Será una película o algo’. Y al regresar dentro y volver a salir, quizás buscando a alguien que nos explicara aquello ya había desaparecido todo, era como una visión de otro tiempo. Fue impresionante».

Igualmente en la zona patricia nos indicaban Joaquín Camacho: «Aquí en esta zona hemos podido ver perfectamente a alguien que se pasea y escuchar voces que no provoca nadie. Parecen hablar en otro idioma o, al menos, no se le entiende».

Visiones imposibles en los Reales Alcázares de Sevilla

Nos desplazamos ahora a los Reales Alcázares de Sevilla para vivir otra de esas historias oficialmente imposibles... Sobre el conjunto de palacios se escribió: «Talubi fue el arquitecto de mi obra, y maestro mayor. Fue venido de Toledo con los demás maestros toledanos, a mi Palacio y atarazana de Sevilla. Yo el rey Nassar, por la gracia de Dios», corría el año 1181.

Así en el Alcázar tenemos una buena muestra de la arquitectura y arte árabe, una bella muestra del sutil equilibrio entre la Naturaleza y el hombre. Muestra de todo ello son sus espléndidos jardines, sus hermosos salones, sus increíbles patios, el recinto palaciego y el conjunto amurallado que nos refleja la importancia de este edificio a lo largo de su historia.

En el Alcázar se han descrito hechos extraños y, por encima de todo, destaca una vieja leyenda que nos habla la Sangre del Alcázar. Una historia que hechiza y que nos habla de una sala concreta de los Reales Alcázares de Sevilla, la llamada Sala de los Azulejos. Allí don Pedro I El Cruel, rey, mandó llamar a su hermano Don Fadrique, en una trampa ya que se había enterado que su esposa mantenía relaciones sexuales con su hermanastro. Cuando su hermanastro Don Fadrique se halló frente al rey, hizo que le dispararan una flecha que lo hirió, rematándolo con su daga real. La leyenda cuenta que la sangre de Don Fabrique se derramó sobre el suelo de mármol que estaba bruto y sin pulimentar, así absorbió la sangre como si de una esponja se tratara y dejando manchado para siempre el suelo de aquella sala. Los visitantes pueden contemplar esa mancha, esas últimas gotas de sangre derramadas por el infante.

Otros testigos afirman que, durante su visita a los Reales Alcázares han podido ver a un personaje, vestido con ropas de época por sus jardines, en principio lo han tomado por un actor o un figurante de cualquier rodaje, la sorpresa llega cuando son conscientes que no hay nadie allí y que nadie está grabando nada, ¿quién es entonces? ¿Un fantasma o un nuevo salto en el tiempo a la época de los reyes cristianos que ocuparon el palacio?

Relacionan también estos incidentes con el rey Fernando III el Santo, y con él hay otra nueva historia que tiene su epicentro en los Reales Alcázares. Cuenta la Historia más heterodoxa, o la más enraizada leyenda, que la figura de la Virgen de los Reyes de Sevilla vivió un suceso que dejó perplejos a los sevillanos.

La Virgen de los Reyes es la patrona de la Archidiócesis de Sevilla y su figura es tan misteriosa como desconocido su autor. Su figura fue encargada por el propio rey Santo, por Fernando III de Castilla, qué buscó quién la hiciera exactamente igual que la que él soñó con motivo de la Reconquista, en concreto de la plaza de Sevilla.

Cuenta la misma leyenda que fueron unos peregrinos que procedían del Norte y que le hicieron aquella imagen a cambio de cobijo en el Alcázar. El monarca accedió pero, desconfiando, mandó vigilar los aposentos de los mismos. Decían ser artesanos de paso, en las habitaciones no se sentía ningún ruido y enojado el rey mandó entrar para controlar el trabajo de aquellos.

Cuando la guardia entró ya no estaban, al registrar la habitación descubrieron un objeto tapado por una sábana, al tirar de ella surgió la imagen de la Virgen de los Reyes y Fernando III cayó de rodillas mientras se le manifestaban tres ángeles, que él identificó con los peregrinos, que en agradecimiento le entregaron la propiedad de dicha imagen. Aunque posiblemente fue un regalo de su primo el rey de Francia.

La relación del rey Fernando III con la Virgen María está ligada desde su infancia cuando cayó enfermo y su madre llevó a la cabecera de su cama la imagen de la Virgen procedente de un convento de Burgos, entonces -de una manera casi milagrosa- el monarca cobró la salud. Eran mediados del siglo XIII, y en esa época una gripe te podía llevar a la tumba.

Años después aquel prodigio asombró a Fernando III cuando se encontraba a las puertas de Sevilla y sumido en la meditación, y preocupación, de cómo tomar la ciudad se le apareció la Virgen calmándolo y diciéndole que tomaría aquella plaza en manos musulmanas. Aquel rostro jamás se le olvidaría al monarca y fue el rostro precisamente que encargó escultores de Sevilla, con un resultado tan negativo que ninguno pudo dar con el rostro buscado excepto aquellos peregrinos.

Con el tiempo Fernando III murió y su cuerpo fue guardado en un sarcófago en la Catedral de Sevilla, en el altar mayor, bajo la Virgen de los Reyes. Allí llegaría una nueva sorpresa, casi mágica: se descubriría que el rey Santo estaba incorrupto y que de alguna forma había conservado todo el rancio abolengo que su cargo.

Seguimos investigando en su interior, en el interior de este noble edificio, sin molestar a nadie y sin alterar la paz que, desde el otro lado, parece estar reclamando el misterioso fantasma del popularmente llamado Alcázar de Sevilla.

Desplazamiento temporal de tiempos de Las Setas a La Encarnación

El último ejemplo de todo ello lo encontramos en la plaza de la Encarnación cuando una persona cuyo domicilio está en la calle Imagen salió a la calle una mañana a comprar en el cercano estanco de esta zona, al llegar a la esquina notó como una bocanada de frío lo embargada y como, ante él, todo cambiaba.

El testigo, impactado por la experiencia, lo narraba así: «La plaza de la Encarnación era como antaño, como en los años 50 o 60, sin las setas, con la fuente, estaba todo como cuando era pequeño. La gente vestía la moda de la época y hasta los coches eran los de aquellos años. Fue una conmoción, no lo soñé. Iba absorto, mirando a mi alrededor... Entonces una camioneta de reparto me pitó, de los años 50, y salí de ese mundo de antaño para estar nuevamente a pie de paso de cebra... Fue emocionante». ¿Qué le pasó a nuestro testigo? ¿Salto en el tiempo o ensoñación?

Después de todo lo visto... ¿Cree que viajar en el tiempo, de forma imprevista e inexplicada, no es posible? Yo a día de hoy creo que casi todo es posible.