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Actualizado: 23 mar 2017 / 11:25 h.
  • Un retrovisor salvavidas
    El inventor Miguel Catalá con el sistema de espejos que ha patentando para fabricar en una misma carcasa. / El Correo
  • Un retrovisor salvavidas
    Un motorista en una autovía. / Paco Cazalla

El espejo retrovisor que ha inventado Miguel Catalá podría salvar la vida de muchos motoristas si los fabricantes y marcas apuestan decididamente por él. Este inventor valenciano de 60 años explica que tras circular en moto toda su vida y según los estudios que ha consultado, una gran mayoría de los accidentes ocurre porque el motorista a la hora de adelantar o cambiar de carril no ve si algún coche le está sobrepasando a él justo en ese momento. Es el llamado ángulo muerto que presentan los retrovisores pero el que él tiene patentado desde el año pasado ha logrado eliminar este ángulo ciego para ganar seguridad entre los motoristas. «Cuando menos te lo esperas y aunque hayas mirado por el espejo retrovisor e incluso hayas girado la cabeza, estás en el suelo cuando menos te lo esperas», lamenta Catalá.

«Cómo el motorista sabe que siempre hay un ángulo muerto gira la cabeza hacia atrás para ver que no hay peligro a la hora de realizar la maniobra, pero lo único que hace es dejar de mirar al frente y ahí está uno de los grandes problemas. Dos o tres segundos mirando atrás son unos cien metros circulando a alta velocidad que no ves lo que tienes delante y puede aparecer de repente en la carretera un bache grande un animal o una maniobra inesperada de otro conductor que termine provocando que termines en el asfalto», explica el inventor de este espejo sin ángulos muertos.

Según dijo, la idea se le ocurrió porque observaba cómo los autobuses tenían dentro de la misma carcasa varios espejos que cubrían todos los ángulos de visión posible, y entonces creó un sistema en el que dos espejos pueden fabricarse dentro de la misma carcasa «dando una información trasera y lateral perfecta para que el motorista juzgue si puede adelantar o cambiar de carril tanto a la derecha como a la izquierda». Actualmente, según Catalá, la mayoría de los fabricantes colocan los espejos en el manillar «cuando lo lógico es que vayan sujetos al chásis» dado que éste es fijo y al mover el manillar el espejo da «la imagen contraria a la que se quiere ver».

Con el invento patentado, el lamento del inventor llega a la hora de que los fabricantes se fijen en él y las marcas de moto lo coloquen a la hora de comercializarlos. «Una fábrica me ofreció comprarme la patente y me ofrecía un dinero con muchos ceros pero me dijeron que guardarían el sistema en un cajón porque salía más caro hacerlo y ya tenían mucho stock listo para vender. Me negué a ello porque no quiero vender la patente sino los derechos de explotación. No me quiero hacer rico sino que se salven muchas vidas».

Actualmente, Catalá está negociando con un fabricante y asegura que se empezará a comercializar el próximo año pero insiste en que su prioridad es que lo vendan a un precio asequible para que pueda llegar al mayor número de gente posible. «Prefiero bajar el porcentaje de royalties por las ventas a cambio de que el espejo sea más asequible, no es lo mismo que cueste 80 euros que cueste entre 15 y 20 euros», matiza el inventor de este espejo retrovisor al tiempo que insiste: «El precio barato es fundamental porque no debe ser un extra que la marca de moto te puede ofertar a un precio más elevado que el de serie sino que todas las marcas ya lo incluyan de serie incluso en los países con menos recursos donde los vehículos como puede ser India, por ejemplo