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Actualizado: 14 ago 2017 / 08:42 h.
  • Virgen de los Ojos Grandes, de Lugo. / El Correo
    Virgen de los Ojos Grandes, de Lugo. / El Correo

No hay ni una mujer en España que se llame Ojos Grandes, si hay que creer al Instituto Nacional de Estadística. Pero ni siquiera en Lugo, de cuya diócesis es patrona la Virgen del mismo nombre, que también este 15 de agosto celebra su fiesta como tantas otras advocaciones marianas, en particular la de la Asunción, el fenómeno por el cual el cuerpo y el alma de la madre de Jesús subieron al cielo tras su muerte. No es el caso de la muy venerada y antigua talla lucense, también conocida como la Virgen de la Leche –tampoco registra el INE a nadie así llamado, por si alguien se lo preguntaba– por representar a María tras amamantar a su hijo. Y efectivamente, tiene unos espectaculares ojos esta preciosa imagen románica que hace ya más de un siglo que conoció su coronación canónica.

Es solo una de las muchas y muy sorprendentes patronas de las diócesis españolas, entre las que abundan los orígenes misteriosos e imprecisos, los nombres insólitos y hasta impensables, las vírgenes negras, la tradición milagrera y las muestras de veneración popular. Así se observa en otro punto de España no demasiado alejado de la hermosa capilla de la patrona de la diócesis de Lugo: en Santander, su homóloga es Nuestra Señora de la Bien Aparecida, Reina y Madre de la Montaña, dándose la circunstancia de que hay en Cantabria hasta ocho mujeres llamadas así, Aparecida, de las más de cien que hay en toda España (seis de ellas, curiosamente, en Sevilla). Que por cierto, también hay en la capital de Andalucía 103 mujeres llamadas Montaña o María de la Montaña, frente a ni una en tierras cántabras, según la citada fuente oficial adscrita al Ministerio de Economía.

Háyalas o no, lo singular es que la imagen con la que se da culto a esta advocación mide solo 21 centímetros y fue hallada por unos pastorcillos –¡cuánto debe la religiosidad popular española y la población romera a este sufrido gremio!– en una ventana, alcanzando el asunto amplio eco local hasta el extremo de implantarse de inmediato una abundante devoción entre los montañeses que se mantiene lozana hasta las fechas presentes, con su punto álgido en la celebración anual del 15 de septiembre.

Otras vírgenes también son muy festejadas, incluso en cancioncillas, como le pasa a la de la Cueva, en la Villa de Altura, que la robaron en 2011 y hubo hasta batidas ciudadanas. Tampoco puede presumir de tener muchas devotas llamadas como ella en la diócesis de Segorbe-Castellón, de la que es patrona (como también lo es de los espeleólogos): ni una. Poco parece importar este detalle a juicio de su formidable santuario y de la cueva propiamente dicha, la del Latonero, antiguo refugio de pastores –nuevamente el gremio– en cuyas profundidades mora la imagen. Abundantísimos fieles para una Virgen a la que se atribuye el milagro de un manantial y a la que se dedican una veintena de romerías y sabe Dios cuántos otros cultos y celebraciones.

Hablando de romerías: si en todas ellas el condumio es parte primordial del asunto, las fiestas en honor de la Virgen de Estíbaliz, patrona de la diócesis de Álava, a cuyo lado el adjetivo pantagruélico sería aplicable a las personas desganadas y a las mesas parcas en viandas: pasteles, sidra, panes, embutidos y patatas a cascoporro presiden la faceta gastronómica de una celebración popular de altísimo calado en torno a la imagen del siglo XII que ha inspirado el nombre de 994 paisanas del lugar. Aunque no deja de ser curioso que en Álava haya todavía más mujeres llamadas Begoña, que es la patrona de la vecina diócesis de Bilbao.

Nuestra Señora de la Majestad en Astorga; Pueyo en Barbastro-Monzón; la Merced en Barcelona; Valvanera en Calahorra-Logroño; Pino en Canarias; África en Ceuta, Peña en Ciudad Rodrigo; Fuensanta en Córdoba; Argeme en Coria-Cáceres; Angustias en Cuenca, Guadix y Granada; la Inmaculada en Huelva y Jerez; Nieves en Ibiza; Cabeza en Jaén –hay diez mujeres así llamadas en la diócesis–; Camino en León; Almudena en Madrid: Victoria en Málaga; Peregrina en Pontevedra; Tremedal en Teruel; Nuestra Señora de los Desamparados en Valencia; Pilar en Zaragoza (la única diócesis de España donde el nombre de su patrona es el más frecuente entre las mujeres)... La milagrosa y albaceteña Virgen de los Llanos, tan pequeñita que según la leyenda el labriego que se la encontró se la llevó a su hijita como juguete, pero la escultura decidió volver por sus propios medias al lugar de su aparición; algo similar a lo que se cuenta de la patrona de la diócesis de Alcalá de Henares, la Virgen del Val. Asomarse a las patronas españolas es lanzarse a la historia mágica de un país que ha consagrado en sus santos y en sus vírgenes todos sus miedos, todas sus esperanzas y el súmmum de su fantasía. Bueno, y también su vocación agropecuaria.