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Actualizado: 08 sep 2018 / 08:44 h.
  • Los líderes de Rusia, Irán y Turquía, durante la cumbre tripartita de Teherán. / Efe
    Los líderes de Rusia, Irán y Turquía, durante la cumbre tripartita de Teherán. / Efe

Los presidentes de Rusia, Turquía e Irán llamaron ayer a los grupos armados de la provincia siria de Idleb a deponer las armas para evitar un derramamiento de sangre, en una cumbre en Teherán que fue testigo de ciertas divergencias.

Al final de la reunión tripartita, Vladímir Putin y Hasan Rohaní denunciaron que los grupos terroristas están usando a los civiles de Idleb como «escudos humanos» con el objetivo de impedir su expulsión de la zona.

Rohaní pidió a los «terroristas» que detengan sus actividades para prevenir «que se cree peligro para los civiles» de Idleb, el último bastión en Siria de la oposición armada al régimen del presidente Bachar al Asad.

Putin instó al «sentido común y a deponer las armas y denunció que los grupos terroristas, con el objetivo de dañar al Gobierno sirio, están planeando «actos provocativos como el uso de armas químicas». En este punto insistió el mandatario ruso en un par de ocasiones, en respuesta a las advertencias de las potencias occidentales del Consejo de Seguridad de la ONU –EEUU, Francia y el Reino Unido– sobre medidas, incluso militares, si el régimen sirio utiliza armas químicas en su ofensiva contra Idleb.

La nota discordante en la cumbre la puso el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, quien urgió en su discurso a aplicar «un alto el fuego» en Idleb y a que cesen los bombardeos en esta provincia.

Erdogan instó a proteger a la población civil al tiempo que se diseñan acciones para luchar contra los grupos terroristas presentes en Idleb, entre los que destaca el Organismo Liberación del Levante, integrado por miembros de la antigua rama de Al Qaeda en Siria, el Frente al Nusra. «Cualquier paso erróneo que demos puede tener consecuencias negativas y dañar a los civiles (...) Turquía llama a evitar un derramamiento de sangre», subrayó Erdogan. Por ello, pidió «garantías» para que una eventual ofensiva contra esta provincia no derive en «una masacre de civiles» ni provoque «una nueva tragedia humanitaria».

Idleb acoge a unos 3 millones de personas, entre civiles, rebeldes moderados y milicias terroristas, ya que a esta provincia fueron evacuados en los últimos meses un buen número de desplazados de antiguos feudos insurgentes conquistados por las fuerzas gubernamentales. Esta provincia es la única zona de distensión que queda de las cuatro acordadas durante el proceso de Astaná, que auspician Rusia, Turquía e Irán, ya que el resto de ellas cayeron en manos de las autoridades.