Facebook Twitter WhatsApp Linkedin Copiar la URL
Enlace copiado
El autor es ninguno
Actualizado: 28 may 2018 / 11:32 h.
  • Pavimento a los pies de los nazarenos de la Vera-Cruz. / El Correo
    Pavimento a los pies de los nazarenos de la Vera-Cruz. / El Correo

La importancia de tener un par de pies que lo lleven y lo traigan a uno es un fenómeno que se valora especialmente en la Semana Santa de Sevilla, donde tanto se camina, tanto se corre, tanto se aguarda, tantas horas se pasan esperando el paso de cofradías... o la llegada de esa cita que siempre llega tarde por culpa de un tapón. Y donde tantos zapatos se estrenan. Los nazarenos y penitentes también podrían dar un máster al respecto. Y una de las primeras lecciones sería, sin duda alguna, sobre los suelos de la ciudad en primavera. Sevilla es una ciudad con vocación de antigua y de moderna a la vez, lo cual converge en un pavimento paranoico que combina los antiguos adoquines de formas redondeadas, el asfalto, la losa resbalosa, la losa rugosa, el escalón de mármol, el bordillo de hormigón, el suelo terrizo, la loseta moruna entrelazada, el empedrado... unas veces con agua, la mayoría de ellas ardiendo, el resto sencillamente pringosas. No se sabe qué es más molesto, si aventurarse a usar esas sandalias de nazareno que abren los pies o salir directamente descalzo a ver si a la gente le hubiera dado por dejar de romper vasos, arrojar colillas encendidas, escupir sus fluidos internos en erupción, miccionar por las esquinas y derramar los diversos líquidos que una sociedad sana saca a la calle para concelebrar la vida... Pero al final, todo es lo mismo: la alegre penitencia del sevillano en primavera. Si a un nazareno de la Vera-Cruz o a un penitente de Los Estudiantes les preguntan por los empedrados –tremendo el tránsito por la lonja universitaria–, la respuesta se parecerá mucho a la palabra calvario. De los tipos de suelo depende también mucho el andar de los pasos. Al final, la gente mira hacia arriba buscando la belleza, pero la verdad también está abajo.