También conocido como San Antonio de Lisboa fue un sacerdote de la Orden Franciscana, predicador y teólogo portugués, venerado como santo y doctor de la Iglesia por el catolicismo. Su capacidad de predicación era proverbial, hasta el punto de ser llamado «Arca del Testamento» por el Santo Padre Gregorio IX. Las citas bíblicas en los sermones dominicales superaron el número de seis mil, lo que supone un nivel de conocimiento escolástico que justifica el título específico que se le adjudicó, como doctor evangélico. Sus predicaciones —en particular la que pronunció en la Cuaresma de 1231— alcanzaron un éxito notable. Sus palabras y obras ante la multitud de personas que acudían a escucharlo fue recogida con el lenguaje propio de la época en Assidua, la primera biografía de Antonio de Padua. Por todo ello, fue el segundo santo que más rápidamente fue canonizado por la Iglesia Católica, después de San Pedro Mártir de Verona. Es además uno de los santos católicos más populares y su culto se encuentra extendido por templos, parroquias y pueblos de todo el mundo. Su festividad se celebra el 13 de junio. Es el patrón de las mujeres estériles, los pobres, los viajeros, los albañiles, los panaderos y papeleros. También se le invoca tradicionalmente para encontrar objetos perdidos y para pedir un buen esposo o esposa, de ahí que también se le conozca popularmente como «el santo de los novios». En Sevilla es una devoción vinculada a determinadas hermandades, como la del Buen Fin, dado que reside en la iglesia conventual consagrada a San Antonio de Padua; así como la corporación de los Dolores de Torreblanca, donde es imagen titular. De hecho, estos días cercanos a su festividad recibe cultos y este sábado sale en procesión por las calles del barrio.