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Actualizado: 25 may 2017 / 23:51 h.
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  • Adiós a Diego Alba Villagrán

El pasado miércoles murió en Jerez Diego Alba Villagrán, que vivía en la barriada Cuartillos de Jerez, en la carretera de Arcos, donde guardaba un tesoro de gran valor, unas de las colecciones de flamenco más importantes del país. Esa era su vida, coleccionar cosas relacionadas con este arte: discos, libros, revistas, carteles, fotografías y gramolas. Hace años, degustando en su casa una exquisita paella hecha por su esposa, Librada, me confesó que si se viera obligado a vender su tesoro, su vida dejaría de tener sentido. Estaba toda allí, entre aquellos vetustos discos de pizarra y de vinilo. Hasta la veleta de su casa era una figura de chapa del guitarrista Ramón Montoya, su ídolo junto a Don Antonio Chacón. Era un aficionado raro, de los del corte Tomás Pavón, pero un sabio de lo jondo. Y un incomprendido, quizá porque no tenía pelos en la lengua. Al final ha muerto solo en su casa, pero rodeado de lo que más quería, su archivo, el Archivo del Cante Andaluz, como él lo registró. Era de Trebujena, aunque llevaba décadas en Jerez, donde fue un hombre bastante apreciado.

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