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Actualizado: 19 sep 2018 / 19:15 h.
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Las concesionarias de autopistas son empresas con negocios muy estables, lo que les hace ser una inversión de bajo riesgo pero, como contrapartida, con crecimientos relativamente bajos.

Para llevar a cabo la construcción de la infraestructura que sostiene el negocio, es decir, la autopista, se necesitan grandes cantidades de capital, el cual se financia con cantidades de deuda también muy elevadas. Como consecuencia, los primeros años la concesión suelen ser, como norma, años con pérdidas contables que se van reduciendo de forma paulatina a medida que se van amortizando los créditos iniciales. Una vez amortizada el total de la deuda o una gran parte de ella, se considera que la concesión está madura y, entonces, el negocio de la concesión se convierte en una máquina generadora de liquidez, ya que sus ingresos son muy estables y recurrentes y los costes de mantenimiento son relativamente bajos. Las personas que estén interesadas en este tipo de inversiones tienen que tener en cuenta que estas son inversiones a largo plazo y no son aptas para especuladores, sino para individuos de perfil conservador y con aversión al riesgo. Desde que se construye la autopista hasta que esta genera liquidez de manera recurrente y en grandes cantidades pueden pasar muchos años e incluso décadas, dependiendo siempre del proyecto concreto y de la financiación obtenida para el mismo.

Una vez que la compañía concesionaria de autopistas ha llegado a su fase de madurez pasa a ser uno de los negocios de menor riesgo que existen y, a la vez, suele premiar con jugosos dividendos a sus accionistas. Como contrapartida, hay que señalar que esos dividendos suelen crecer a ritmos relativamente bajos si los comparamos con otras empresas de otros sectores más cíclicos.

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