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Actualizado: 10 sep 2018 / 22:30 h.
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Por fin las mañanas toman la rutina y las calles se empiezan a llenar de niños con mochilas y padres estresados por que el tráfico les complica la llegada a tiempo a los trabajos. Maravillosa vuelta a la realidad, donde la siguiente parada de este tren llamado vida será en la estación invernal. Las aulas se llenan y las renovadas ilusiones de alcanzar un nuevo curso, lleno de vibrantes emociones, colman las ganas de nuestros pequeños que, como locos, están deseando utilizar todos los cuadernos, lápices, estuches, etc. que están estrenando. Bonitos recuerdos nos traen a nuestra memoria cuando, con los Gorilas recién estrenados y botando la pelotita que traían de regalo, ibas con la Perona en la espalda, más contento que un San Luis, para encontrarte con todos esos compañeros que no veías desde hacía meses.

Es curioso el poder de adaptación de los niños ante este brusco cambio de rutina. A diferencia de nosotros cuando llegamos al trabajo después de las vacaciones, ellos tardan el tiempo de entrar por la puerta del colegio para olvidarse de todo y ponerse en modo cole. Así que vamos a ponernos ya en ese modo nosotros también, porque, además de los avatares diarios de nuestras vidas laborales, tendremos que sumarles toda esa intendencia necesaria para poder acatar las horas de llevada, recogidas, horas de extraescolares, comedor, catequesis, excursiones etc., etc... Así que bienvenido a la realidad y que Dios nos de fuerzas a todos, sobretodo que este nuevo Gobierno no nos sorprenda con ninguna ley de reforma que nos cambie los planes no meterse en ná. Hazme un favor, sé feliz.