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Actualizado: 13 sep 2018 / 22:56 h.
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Hoy no existe otro debate en la mesa que no sea hablar de másters, tesis doctorales o titulaciones ganadas en las tapas de los yogures. Al parecer, la guerra parlamentaria ahora se basa en estudiar quién hizo trampas o no para conseguir un grado superior en las facultades, mientras tanto el rumbo del país sigue a capricho de unos listos, que aprovechando el despiste de los gobernantes, están haciendo y deshaciendo a su antojo lo que mejor le conviene para llegar a donde quieren llegar. Este partido de voleibol, donde se pasan la pelota de unos a otros, empezó con Cifuentes, pasó a Casado, luego a Montón y como siempre el oportunista Rivera aprovechó la coyuntura y puso sobre las cuerdas a Pedro Sánchez, acusándolo de plagio en su tesis doctoral, donde copió a otro autores, fusiló informes del gobierno Zapatero o utilizó artículos suyos ya publicados. Ante esto el presidente temporal Sánchez se descompuso como una acelga en un cajón y ayer mismo anunció que tomaría medidas legales ante todos los medios de comunicación que se hicieran eco de esta noticia, según él, falsa. ¿De verdad es tan importante a la altura de esta situación y con la que nos está cayendo perder tanto esfuerzo en investigar estas pamplinas? ¿Por qué no hay un órgano interno que investigue esto antes de dejar acceder al escaño a cualquiera? ¿Estamos seguros de que todos nuestros anteriores gobernantes tenían sus tesis perfectas? «En el país de los ciegos, el rey es el tuerto». No le quito importancia al asunto, pero déjenlo para luego y pónganse las pilas. Hazme un favor, sé feliz.